Querido lector y compañero, seas interno, funcionario o indocumentado, colaborador o uno que pasaba por ahí. Esta es nuestra quinta revista, ¿o es de nuevo la primera?. ¡”Inqueiiibre”! -que dijera el Jiménez, gran poeta y creador de lenguaje. Un número mágico, cabalístico. La Oca salta de cinco en cinco en el reverso loco del parchís.

Así es que recapitulemos un poco. Nuestro primer número, novatos y con medios limitados, fue mediocre, flojillo, simplón. Pero en el número dos, con más medios técnicos y más experiencia, conseguimos superarnos y lanzar una revista aún peor. Aburrida, dispersa, infumable. Sin desanimarnos, nuevas ideas en el diseño gráfico colaboraron en conseguir un número tres desastroso. Fue una cosa como paleozoica, soporífera, atribulada. Sí, ríanse, la verdad a veces da risa. Los ejemplares vagaban sin destino de mesa en mesa y de papelera en papelera esperando inútilmente conseguir algún lector despistado. No por ello cundió el desánimo en la redacción.

El número cuatro tenía que ser un punto y aparte en la vertiginosa caída en picado de La Oca. Buscamos contenidos novedosos, nuevos programas informáticos para la maquetación; aumentamos nuestro banco de fotografías… El resultado fue catastrófico. Habíamos perdido el Norte, el Sur, la vergüenza, todo. Era el Apocalipsis, el Danubio Universal. Naufragamos desarbolados sin bandera ni pabellón en la peor de las tempestades: la indiferencia general. Las cajas de ejemplares sin repartir se amontonaban en los despachos. La gente no quería saber nada de Ocas ni Grullas ni Gansos. Fue un número que pasará a los anales de la literatura infame, la peor revista penitenciaria del mundo desde que se inventó la reinserción mediante actividades intelectuales. Habíamos alcanzado el fondo de la Fosa Mariana, que también tiene su mérito quieras que no ¡Inqueíííbre!.

El profesor Nassim Nicholas Taleb en su libro The black Swan bautizó con el nombre de “Cisnes negros” aquel tipo de acontecimiento imprevisible que nadie sospecha y que cambia todo. Edison no prestó atención a su invento de un artilugio que grababa en un disco de grafito voces y sonidos; los hermanos Lumière pensaron que registrar el movimiento mediante sucesión de fotografías no serviría para nada; en 1932 el partido nacionalsocialista alemán iba a desaparecer… Durante milenios se pensó en Europa que los cisnes sólo podían ser blancos, por evidencia observacional de la Zoología… hasta que “descubrimos”  Australia, ¡y había cisnes negros!.

Inasequibles al desaliento, creemos firmemente que este número cinco, o uno de la nueva etapa, algún día puede figurar como una joya editorial en los anaqueles de los más exquisitos bibliófilos del mundo. Querido lector, no seas tonto. Guarda celosamente este ejemplar porque tal vez un día no lejano sea disputado en las subastas de Christie’s o Sotheby’s y valga un pastón. No es necesario que te tomes la molestia de leerlo. Tú guárdalo. Quién sabe, puede aparecer por el horizonte una bandada de cisnes negros.

Habíamos pensado regalar un boli bic con cada número para que, al menos, te entretengas en pintarles bigotes o pendientes a las fotos. Habría sido un aliciente, un algo. Pero sería hacer trampas. La revista debe defenderse a sí misma al desnudo. En pelota picada. Así es que nada, a armarse de valor. Von Daniken vagó años por las Editoriales de media Europa intentando publicar un cúmulo de insensateces que él llamaba El ocaso de los Dioses. Tal vez lo que nos pasa es que vamos cincuenta años por delante y por eso (¡!).

¿Los contenidos? Pasen y vean. Esta vez contamos con la colaboración de Ian Gibson, quizás el mejor biógrafo del mundo de Lorca, Dalí y Buñuel; y de Luis Alegre, periodista, director de cine e intelectual polifacético; así como de novelistas de grandísima altura como Ramón Acín, Miguel Mena y Antón Castro; poetas de palabras profundas como Ángel Guinda y Manuel M. Forega; periodistas de prestigio como Luis J. García Bandrés, Raúl Acín y Matías Uribe; actrices y cineastas de talla internacional como Javier Aguirre, Esperanza Roy, Benito Rabal, Gaizka Urresti y el director del mejor festival de cortometrajes en Aragón, la S.C.I.F.E., José Antonio Aguilar;  el director de la revista cultural más leída en España ,”Qué leer”, Jorge de Cominges, y del programa radiofónico cultural número uno en nuestro país, “El planeta de los libros”, Nieves Martín; el director del periódico de más larga y prestigiosa trayectoria en Aragón, “El Heraldo de Aragón”, Mikel Iturbe ; dibujantes de cómics de enorme talento como Moratha; actores cómicos de éxito arrollador como Marianico el corto; Profesores de Universidad como Jacobo Henar y Lucía I. García; historiadores e intelectuales como Gonzalo Salvanés y Mª Teresa y Andrés; personas y organizaciones solidarias como Carlos Sanz, UNICEF, INTERMÓN, CRUZ ROJA y S.I.P. (con un recuerdo y reconocimiento especial a la Pastoral Penitenciaria, Cáritas, P.I.S.O., A.S.A.P.A., BETEL, Testigos de Jehová, Centro de Solidaridad, I.N.P.R.E.M.A., Proyecto Hombre y Fundación Salesianos Esparza-Monforte); campeones de España de ajedrez como Jesús Barón; ex futbolistas y ex jugadores de baloncesto de prestigio internacional como Miguel Pardeza y Francisco Javier Zapata; divulgadores científicos como Miguel Carreras y “Ciencia viva”, y palabras de apoyo y aliento de nuestros sufridos colaboradores y amigos, todos ellos “picapedreros” de Daroca, a los que nunca podremos pagar nuestra deuda de gratitud. Esta deuda es especialmente importante con nuestros presentadores de lujo de este número, Dña. Cristina Palacín, Diputada de Cultura de la Diputación Provincial de Zaragoza y D. Juan José Rubio, Subdelegado del Gobierno en Zaragoza. Además, hay nuevas firmas de internos y nuevas secciones. Yo qué sé. Hay de todo y de nada. Hay fotos bonitas y chistes. Hay poesía y hay atrevimiento. Porque hay que ser atrevidos para golpear a la población reclusa con un nuevo coletazo de La Oca Loca, que contraataca de nuevo con más fuerza que nunca.

Sé, sufrido lector, indulgente. Y a llevarlo bien. Pasa el invierno, han caído las hojas, duermen las semillas y aquí estamos, esperando un permiso, un tercer grado, un algo. Un cisne negro en nuestras atropelladas biografías. Suena, melancólica y juguetona, una guitarra de fondo mientras escribimos estas líneas. Un murmullo de voces de tono amigable y pacífico se cuela por la ventana de la escuela. Parlotean, despreocupados y alegres, los gorriones. La vida continúa, ¡inqueíííbre!