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El pensamiento propio

Posted By Daroca (Zaragoza) On 03/05/2009 @ 23:51 In Aragón,El sueño de | 1 Comment

Flores secasEscrito por: Pedro Betancourt.

Piensa, piensa, piensa y no digas lo que estás pensando. Piensa, piensa, pero esos pensamientos no los derroches con simples y pasajeras palabras que irremediablemente, caerán como uvas rotas a la prensa de la vida. Piensa, piensa, piensa, y, en ese ejercicio, cabalga en pos de hallar el verdadero arte que representa el pensar. Detona la llama que abrirá la vía secreta para alcanzar la paz del pensamiento.

Aprendemos mal: Por ello enferman a diario millones de mentes y espíritus, han adulterado nuestra propia cosecha interior. Nos han obligado a beber de un brebaje venenoso fabricado para que cada uno de nosotros no alcance a retener el propio pensamiento.

Piensa, piensa, piensa que con cada pensamiento acunas la mirada en lo más profundo de tu misterio. Piensa y no regales una sola voz que pueda naufragar como el poeta que creyó que agudizando el oído puede saber lo que sucede entre el cielo y la tierra.

Piensa, piensa, piensa y siente el dulce susurro de cada uno de tus pensamientos. descubre que todos los dioses sin excepción, mantienen su sabiduría en silencio. Pensar es de cultos. Pensar bajo las estrellas, de romántico. Recrear los pensamientos en mundos fantásticos supone alcanzar la alquimia de la eterna niñez. A la reflexión se le otorga la supremacía de la vida interior, profundizas en él y mueres en él.

En ocasiones, los pensamientos son como voces rotas deambulando a través del desierto. Como un paisaje teñido de melancolía. Una luna rota por mil decepciones. Una promesa de amantes que difícilmente llegará a cumplirse. Este es, en efecto, el misterio del propio pensamiento.

Piensa, piensa, piensa y mécelos uno a uno en la mejor orilla, arrúllalos con voces cálidas, razónalos con esa multiplicidad que otorga el sentido común. Juega con ellos a través de los espejos que lisonjean el alma. Convéncete de que cada uno de ellos te suministra un espacio de paz y guerra, de paraíso e infierno, de calma y tempestad. Se llama a la vida con el crecimiento del pensamiento y no ahuecando el buche con retóricas mundanas.

Piensa, piensa y salvaguardia con recelo la dádiva que se te ha otorgado, los sueños proféticos y del anhelado bienestar. Deja que el pensamiento sea huésped de tu morada mientras dure su esplendor, después, actúa como la luna que avanza gatuna sin lealtad.

Fácil es comprender que en nuestro pensamiento se dan a la vez  los dos milagros más grandiosos, el florecer y el propio envejecimiento. Como toda acción, hay que acogerlos sin aburrimiento, sin la desgana de una sonrisa ficticia. Posees el don de enterrar aquellos que rajan como tijeras, el resto, abrázalos para que sigan existiendo como un soplo de aire vivo.

Piensa, piensa dando la razón al corazón, apártate de la rigidez de lo establecido como si se tratara de una mortal enfermedad. Piensa, piensa que no es plácido vivir continuamente mudando de parecer, ya lo dice el libro de la sabiduría: Cuando la mudanza del pensamiento se convierte en hábito, uno termina perdiendo la propia esencia.

Con la reflexión interior te haces fuerte, invencible, entonces dejarás de correr el riesgo de ser cazado. Silencia tus palabras, el héroe canta y naufraga por el propio entusiasmo. El tiempo del propio yo está a las puertas, conversar consigo mismo también.


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