Opinión: El miedo

Escrito por: Federico T.

Te despierta el ruido de la llave en la cerradura de la puerta y el corazón te late fuerte… es la hora. Abren la celda y las primeras palabras que escuchas son: “conducción”. Un mundo nuevo, lleno de incertidumbre, se abre delante de tus ojos. ¿Qué hacer? ¿A dónde me llevarán con su autobús de hierro? El primer viaje  en el autobús es una agonía difícil  de  describir. Tienes un sentimiento de impotencia total, claustrofobia… y el frío te llena los huesos y el alma.

miedoLa incertidumbre del sitio donde irás a parar aumenta tu malestar. El pensamiento de no saber con quien compartirás tu celda esta noche. ¿Encontrarás un buen compañero o un ser despreciable que te va a hacer la vida imposible, molestándote mentalmente cada día de tu maldita  permanencia en la cárcel, aumentando en ti la sensación de miedo que ya vive constantemente contigo?

El miedo tiene muchas formas y caras.  Siempre nace en nosotros como una sensación malsana, que va aumentando poco a poco en nuestro interior. Es  una bola en el estómago, que va creciendo en volumen y fuerza, minuto a minuto, hasta bloquearte y afectar a tu capacidad de pensar.

Si es  falta de coraje, no lo sé. Pero no hablamos de cobardía, porque muchas veces la dificultad principal no es resolver el “problema”, es una serie de circunstancias, que hacen que, si lo resolvemos por la vía rápida y sencilla de la violencia, vamos a crear precedentes nocivos y dañinos para nosotros, tanto en prisión como fuera de ella. En este caso la sensación de no saber, con precisión, qué pasará  mañana,  cuál  será el próximo desafío del día o la siguiente provocación que deberás afrontar, hace que todo sea más difícil y complicado.

Es cierto, alejarse del problema es una solución muy válida. Pero cuánto podemos alejarnos de la confrontación en una cárcel. El problema es no sembrar en los demás la duda, la “cultura del chivato”,  si podemos llamarla así. Pero ¿qué quieren los demás, un héroe imprudente e irreflexivo o una persona verdadera que sabe decir “no” a la violencia y evitar un disgusto, bajar la cabeza y aceptarlo sin remordimientos ni rencores?

La voluntad de recuperar nuestra dignidad es el punto clave de todo. Debemos saber decir “no” a las provocaciones, “no” a la violencia e  intentar la  reinserción en el mundo de aquellos que están afuera y quieren vivir así, en paz y sin violencia.

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1 comentario

  1. Hola Federico, es impresionante el relato que haces, los que estamos fuera no tenemos conciencia del valor de la libertad, hay cosas que sólo se echan en falta cuando desaparecen. Imagino que no debe haber nada más terrible que la vivencia de tener que iniciar cada día con la seguridad de vivir en un medio hostil.

    Sé que nada ayuda a pasar los momentos terribles del miedo, bueno… nada no, ayuda tener una espalda que guarde la tuya, porque lo difícil es superarlo en soledad.
    Hace un tiempo leí un libro que contenía una frase que me gustó: “El miedo hiere más que las espadas”.

    Y es verdad, del miedo no se puede huir, porque siempre termina alcanzándonos. Cómo decía Bruce Lee “Be water my friend” que no quiere decir otra cosa más que: adáptate a las circunstancias, sé flexible y resiste.

    Aunque imagino que esto sonará a chorradas de extramuros..

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