Daroca center

Escrito por: Antonio Serrano.

Aislados del mundo exterior y de todo lo que bulle fuera, tratan de reconstruir el suyo entre módulos, celdas, barrotes y puertas de acero que se cierran tras ellos. El tiempo parece quedarse quieto, y cuentan los días, los meses, los años y, si el desasosiego aprieta, hasta los minutos que quedan.

Duras condiciones de vida para los que algo hicieron. Ni un momento de intimidad. Siempre y en todo momento acompañados de alguien. Demasiados internos para tan poca cárcel, o demasiados delitos para tan poco espacio reparador. Sería más llevadero, dicen, si pudiera cumplirse lo legislado por la Ley Orgánica General Penitenciaria. Un interno por celda. Algo que a día de hoy no es posible porque las escasas celdas individuales han de ser reservadas para casos puntuales.

En las vetustas instalaciones del Centro Penitenciario de Daroca, que ahora cumple su cuarto de siglo, se alojan algo más de quinientos reclusos varones, de los cuales la mitad son extranjeros. En el interior de sus muros se reparten internos con todo tipo de delitos a cuestas, desde los de sangre hasta los de simple estafa sin más. En no pocos casos, la mala suerte en un momento inoportuno puede llevarnos ahí a cualquiera de los que andamos fuera. Para llenar su tiempo, un alto porcentaje practica alguna tarea en el interior, bien se trate de trabajo, estudios oficiales o participando en las diversas actividades culturales que se llevan a cabo.

Duras condiciones de vida                                                                      para los que algo hicieron

Uno ingresó ahí, por poco tiempo, a primeras horas de la mañana del pasado 12 de febrero. No recibió buena impresión porque aquello ofrecía un aspecto lúgubre del todo. Escasa luz, estrechez, rejas por todas partes, paredes repintadas y descoloridas, estancias donde faltaban tramos de falsos techos y mobiliario caduco. Y eso que el lugar debería haber representado la zona noble del edificio por la actividad que ahí se desarrolla. Uno recuerda también que hacía un frío de muerte, antártico, tanto que durante las tres horas que permaneció ahí tuvo que hablar con un anorak puesto y una gruesa bufanda arrollada al cuello.

Pero estaban las personas, los mismos internos y los funcionarios que los custodian. Era otra cosa. Y bien que agradecen la presencia de uno con el inmejorable comportamiento y sus amables palabras. Y es que uno cree que si la justicia ya se ha encargado de llevarlos ahí, otros debemos llevarles algo diferente como, en este caso, un Taller de Relato Corto y cosas por el estilo, organizados por el Gobierno comunitario a través de la Biblioteca de Aragón y de la Asociación Aragonesa de Escritores, que siempre están por la labor de intervenciones sociales de esta naturaleza.

Pero al margen de la falta de libertad, en el Daroca Center los internos tienen suerte. Publican una meritoria revista en papel y en soporte digital, La Oca Loca. Artículos, noticias, comentarios, opiniones, tanto de colaboradores externos como de los mismos internos, completan la revista. Pero también hay que tener en cuenta las charlas, la escritura mencionada, la poesía, el teatro y donde es preciso destacar el Taller de Cine con cortometrajes y documentales rodados ahí que han acaparado algún premio. El culpable principal de todos esos ”delitos” reincidentes y continuados, Javier Mesa, funcionario, director del área cultural del centro. Un hombre apasionado de su trabajo que dedica no pocas horas de su tiempo libre a estos y a otros menesteres relacionados.

Uno ha de mostrarse agradecido al citado responsable y a los internos involucrados, ya que no puede evitar ponerse sentimental cuando recibe un diploma donde debajo de su nombre puede leerse: “Por haber conseguido abrir un agujero de libertad y esperanza en la muralla del Centro Penitenciario de Daroca”. Y también se emociona cuando a uno le dedican un cuento los internos en la revista. Y también cuando lo invitan al rodaje en el centro, como espectador único, de un capítulo piloto para una serie de televisión, con Luis Larrodera como actor, Nacho Rubio como director, y unos pocos y entusiasmados presos que participan de actores.

* Artículo publicado en www.aragondigital.es  el pasado 28/04/10, y reproducido con su autorización en nuestra revista. Agradecemos al autor sus amables palabras hacia nuestro equipo cultural, y las queremos hacer extensivas a todos aquellos, internos o funcionarios, que nos brindan con generosidad su indispensable colaboración.

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