Artes y letras: El rock de la cárcel

Escrito por: Matías Uribe. Escritor y periodista.

ELVISVince Everett era un tipo broncas, aficionado al juego, rebelde…, pero con principios. Trabajaba en una obra y la primera visita que hacía nada más recibir su paga semanal era la del bar. Le gustaba invitar a la clientela, jugarse a pulsos unos dólares, charlar con la gente y hasta impactar, con su fantástica planta juvenil, a maduritas mujeres, lo que acabaría creándole grandes problemas.

En una ocasión, en el bar, se le acercó una de estas mujeres. Rubia, bella, copa en mano y unas arrugas en el rostro que ponían distancia con una juventud de exuberante belleza. Apenas hubo tiempo para cruzar palabra. De inmediato, apareció su marido, un tipo bravucón y con dos copas de más, que le reprochó con muy malos modos que se acercara al joven, hasta el punto que la golpeó para separarla de su lado. Everett podía ser un golferas, pero no un tipo insensible ante el maltrato a una mujer. Así que nada más ver el primer empujón del marido a su esposa, se lanzó hacia él y le soltó tal paliza que lo dejó hecho un rollito de primavera para el cementerio. Muerte casual. El juez lo mandó obviamente a la cárcel.

Vince Everett era un tipo broncas, aficionado                                           al juego, rebelde…, pero con principios

Entre rejas, Everett congenió con su compañero de celda, un veterano cantante de medio pelo condenado por atracar un banco que, en la cárcel, tenia montado un tingladete mafioso que a base de sobornos a funcionarios le permitía vivir como un rey, vendiendo tabaco y favores a los reclusos. Everett, rebelde y pendenciero pero moralmente íntegro, no pasó por los chanchullos de su compañero de celda pero a través de él se aferró a su arma salvadora: una vieja guitarra que le enseñó a tocar y que al salir de la cárcel le sirvió para convertirse en una estrella de la música.

La anterior es una historia imaginaria que nos contó en el cine el director Richard Thorpe y que protagonizó Elvis Presley (Vince Everett) en 1957 con el título de “Jailhouse Rock” o “El rock de la cárcel”.

Una de las mejores películas del “Rey” y aún con lo devaluadas que para la crítica cinematográfica suelen ser las películas musicales, y más cuando giran en torno a un ídolo musical, casi una película de cine-fórum, un film para analizar más allá de su superficie a la búsqueda en su fondo de los grandes mensajes que encierra.

Buscar una tabla de náufrago en medio                                                  del peligroso mar de la adversidad

Pues “Jailhouse rock” habla de la amistad, de la fidelidad, de la superación de la adversidad, de la debilidad humana, de la ambición del dinero, de la mentira, de la fatuidad del éxito…, una cantidad de mensajes subliminales que parece increíble que anden agazapados tras la piel de una simple película musical.

ELVISUno de ellos, la superación de la adversidad, es quizá uno de los más valiosos de la cinta. En la cárcel, en el trabajo, en la enfermedad, en la vida misma, sacar fuerzas de flaqueza para afrontar las dificultades, no rendirse, como cantaba otro gran rockero como Springsteen, buscar una tabla de náufrago en medio del peligroso mar de la adversidad, es una cualidad humana a la que nunca debe renunciarse por muy dura que sea la situación y los peligros.

La música, precisamente, y yo lo sé por experiencia propia cuando un día quedé abocado a vivir el resto de mis días en una silla de ruedas, es una de esas tablas…, qué digo, un macizo y fabuloso tablón al que aferrarse para sobrevivir al peligro y a las circunstancias adversas. Anima, reconforta, te mantiene en vilo, te calma, te purifica, te ayuda… Hay muchos más, claro, desde la lectura a la familia, la amistad, el deporte, el trabajo redentor…, pero cualquiera es válido si uno se agarra a él con fe y esperanza. Al final, casi siempre, el temporal amaina y llega la calma si no total, sí lo suficientemente serena para seguir vivo, para proyectarse en el futuro, para salvarse.

Thorpe lo contó en esa magnífica metáfora del triunfo y la derrota que es “El rock de la cárcel”. A la vez que Elvis enganchó y visualizó una fabulosa canción, la trepidante “Jailhouse rock”, que con su espectacular puesta en escena, y con tres décadas de adelanto, anunciaba la era del videoclip. Un tablón de náufrago de la mano del rock. ¡Y en el año 57! Pues tampoco era tan diabólico ni tan corruptor como lo vio y condenó la carcundia moralista de la época. Más bien, al contrario. Fuerza y fe, las dos efes, siempre ante la adversidad.

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