Carta a Zaragoza

Escrito por: Ángel Guinda

Sufrida Zaragoza:

Juzgados, orfanato, cuna, psiquiátrico, cárcel y cementerio de Torrero, colegio, charco, campo de aviación, basílica del Pilar, La Seo, muralla romana, barrio de la Magdalena, jardín de las Delicias, cárcel, sartén, zanja, latigazo de cierzo, niebla de plomo, agua de mercurio, Tubo ardiente, estadio de fútbol, bar, discoteca, prostíbulo, academia militar, Coso de la Misericordia: escucha esta letanía de silencio que te devuelve el  temblor de la inseguridad y del pánico.

Fuiste el desierto que secó mis lágrimas, el tanque de realidad que arrolló mi inocencia, la tapia contra la que mi imaginación fue registrada, el cepo que atrapó mis alas, el pozo de San Lázaro suicidio de mis sueños, el laberinto donde expié mi culpa, la cueva de las apariciones, el juicio que condenó mi libertad de expresión.

Nuestros padres -la Iglesia y el ejército- nos quisieron sumisos, ciegos, sordos, mancos, mudos. Tan sólo el cielo azul y el frágil horizonte, por lejanos, eran ventanas abiertas donde mirarnos la sonrisa en los ojos resquebrajados por el fuego, el granizo, el vendaval, la indiferencia.

Por tus calles mastiqué tormos de sol, tragué nubes de ausencia, blasfemé, abracé escalofríos, bebí sangre; abofeteé, herí, maté el amor.

Por tus noches tambaleé mi estrella. Expuse mi corazón hecho taberna. Ebrio de visión, de rabia, ira, alucinado de espasmos, choqué contra la transparencia, volví a nacer en la insurrecta claridad de la palabra, me adentré en el infierno del ser humano, abracé a los que sufren, subí a mi casa a los indigentes de la madrugada, los bañé, los vestí con mi ropa, les di conversación sentados a mi mesa.

Tú has sido el motor
de todo lo que soy

En tus amaneceres profané tumbas, perpetré sacrilegio, escribí pintadas contra los dictadores, me prostituí, robé, arrojé botellas desde una buhardilla a la policía, sobreviví a un accidente de coche siniestro total y hui de mí.

Tú has sido el motor de todo lo que soy: la rebelión del asfalto, el hacha del relámpago, el grito subterráneo, la brújula desorientada, el destino perdido.

Eco de Miguel Fleta, tambor de Luis Buñuel, Gusanera de Miguel Labordeta, Zaragoza amarilla de Julio Antonio Gómez, madrastra de Víctor Mira, nido de pusilánimes: escucha el ancho mar de mi ausencia que retumba hacia ti desde esta infinita ciudad hospital en la que soy un náufrago que, por puro amor, te escribe para no ahogarse. No me olvides.

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1 comentario

  1. Extraordinarias figuras que nos llevan en un viaje por nuestra ciudad natal, haciendonos sentir esa impotencia de no poder cambiar tantas realiddes, pero que nos permite explotar en delirios por lo añorado.

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