De viaje por…Asturias

Escrito por: David Rodríguez

Con bastante frecuencia, al mencionar que disfruto de mis permisos en Gijón, la gente me dice: “en el norte ¿no? ¡Qué frío!”, y después viene la aclaración que ahora compartiré con nuestros lectores. Asturias es una región húmeda, mas no fría. La temperatura media anual ronda los 14 grados y en diciembre o enero no se registran temperaturas inferiores a las de Barcelona en el mediterráneo. De la misma forma que el invierno transcurre con suaves temperaturas, en el verano difícilmente se superan los 34 grados.

Mucha gente ignora que Asturias fue hasta el siglo XIX la mayor productora de naranjas de la península y se sorprenden al descubrir en sus paseos palmeras datileras o frutos en los bananos. Ocho meses al año las cunetas de las carreteras se cubren de flores sobre un manto de un verde muy luminoso que contrasta con un cielo cubierto y gris que acompaña a sus habitantes un pro-medio de 163 días al año.

Seguramete la mejor época para recorrer Asturias sea el verano por sus días más largos, pero a mi me gusta en esos meses finales del año, cuando los amarillos se mezclan con los verdes y los rojos de los árboles y helechos vistiendo las montañas de un colorido espectacular. Asturias se pone guapísima en otoño. Y no es distinto el resto del año, pues la abundante lluvia mantiene ese color verde esmeralda por todo el territorio.

Los habitantes del Principado no temen al agua. Es más, han aprendido a vivir con ella y de ella. En Asturias casi nunca diluvia. Las más de las veces el agua cae de una forma lenta, con parsimonia, casi se podría decir que no cae; se posa sobre uno: es el «orbayu», meteoro que cala muy hondo además de en la tierra, en el alma de los asturianos. Y es que, una característica de los asturianos es el amor por su tierra, sus costumbres y sus tradiciones.

Las más de las veces el agua cae
de una forma lenta, con parsimonia,

Cuando por necesidad se alejan de su patria, sienten una angustia tan profunda, que es difícil de entender por los de otros lugares. Sólo la morriña de los gallegos es comparable. Y es que es sabido que tanto el paisaje como el clima moldean el carácter de los pueblos. De siempre se ha tenido a los asturianos por gente buena, divertida y hospitalaria. En un incunable de 1494 se dice—«los que moran en esta provincia, por comparación de los que moran en otras partes de España, son de apacible corazón y más amables»—

También es conocida por el placer y por el jolgorio. Una cocina variada y sabrosa y un calendario de festejos plagado de números rojos animan a este tipo de vida. Pero de su cocina y sus fiestas hablaré más adelante. Quiero dar al lector un motivo más para intentar crear la necesidad de visitar esta tierra al menos una vez en la vida. Quienes sientan debilidad por los monumentos encontrarán en el Principado multitud de reclamos de gran interés y belleza.

Oviedo, la capital

Iniciemos el camino en Oviedo: capital de Asturias desde el año 795. Tendremos que dedicar al menos un día para poder ver los monumentos de la ciudad cuya catedral, de estilo gótico flamígero (S.XIV) con una sola torre de gran belleza, se ha convertido en símbolo de la que en su época fuera capital de los reinos de Asturias y de León.

En su interior se guardan tesoros, como por ejemplo la cruz que se llama de la victoria y que gracias a Fernando Alonso conoce ya todo el planeta, pues es la misma que está en la bandera del Principado. Se dice que fue la cruz que llevó Don Pelayo en la batalla de Covadonga. El retablo de la catedral está considerado entre los tres mejores de España, junto al de Toledo y Sevilla.

Iglesias como las de San Tirso (s. VIII) y San Isidoro (s. XVI al XVIII); palacios como el de Velarde (s. XV), el del Marqués de Santa Cruz (s.XV) y el de Toreno (s. XVII) también se encuentran en esta ciudad.

Cerca de la catedral está la fuente prerrománica que se conserva en Asturias, la Foncalada.

El campo de San Francisco es para Oviedo lo que El Retiro para Madrid. Aunque si nos fijamos en las afueras de esta capital encontraremos los principales monumentos del arte prerrománico; que es conocido también como ramirense o asturiano. Como ejemplo de ello está Santa María, antiguo palacio de Ramiro I año 848 y San Miguel de Lilo, a los pies del Naranco. Cerca de Trubia están Santa María en Bendones y San Pedro de Nora en las Regueras.

¿Mar o montaña?

Otros muchos monumentos se pueden encontrar por toda la región que ocuparían bastante más espacio del que dispongo, pero creo que puedo referirme sin miedo a equivocarme a sus dos monumentos naturales por excelencia; el mar y la montaña. Seguramente, a muchos se les viene a la cabeza la imagen de montañas nevadas en sus picos al oír hablar de Asturias. Pocos saben que después de La Coruña es la provincia con mayor litoral de toda la península. Pero sus 334 km. de costa no quitan importancia a sus montañas que son para Asturias lo que la meseta a Castilla o la huerta a Valencia. Son en cierto modo, la razón de ser del Principado: los separan, lo abrigan, lo protegen, lo defienden… es más, para mi, que en Asturias son el fin de la eterna discusión a la hora de emprender unas vacaciones.

¿Mar o montaña? Los picos más altos de la Cordillera Cantábrica que alcanzan los 2500 metros de altitud, se encuentran a tan sólo 30 km. del mar. De ahí, que, desde el puerto del Fito, en días despejados se pueda ver casi la mitad del litoral de Asturias y parte del de Cantabria. Para situarnos, decir que este puerto está cerca de una localidad bastante conocida, Ribadesella; es el destino de la prueba de piraguas que anualmente desciende el río Sella desde Arriondas, lugares donde podremos disfrutar de la buena cocina y de la amabilidad y sus gentes. Desde Arriondas hasta Cangas de Onis podremos disfrutar con el impresionante desfiladero de Los Beyos, los puertos del Pontón y Tarna y las cuencas mineras de los ríos Nalón y Caudal.

No se puede decir que se conoce Asturias sin haber visitado al menos una de sus cuencas mineras, y en su caso, disfrutaremos del desfiladero del que se dijo que: «es el más escarpado e imponente de los desfiladeros célebres. Pierre Lys et Saint Gerorges en los pirineos del Ande, el Tier en Saboya y la Via Mala en los Grisones, el Chifla en el Atlas, La grieta del Kha Boneta en el valle del Scoly, la Calle del Infierno en el L4 pueden sólo dar la imagen de la entalladura fantástica en que los ingenieros de Castilla lograron hacer pasar una carretera».

Al entrar en Cangas de Onis, localidad que fue la primera capital de Asturias, nos encontraremos con el llamado «puente romano» aunque se trata de una construcción del s.XIII del que cuelga una réplica de la ya mencionada cruz de la victoria. Imagen muy conocida. A 10 km. está Covadonga, conocida por las varias ocasiones en las que fue etapa de la vuelta ciclista, con llegada a los lagos. Uno de ellos recibe el nombre de Enol, en memoria del ciclista que consiguió subir por su carretera con una facilidad sorprendente.

Pero antes de realizar esta ascensión, podremos visitar la basílica neorrománica, de un color rosado debido a la piedra utilizada en su construcción y pedir un deseo a «la santina», cuya ermita encontraremos sobre una bonita cascada, que para llegar a ella tenemos que pasar por una gruta excavada en la roca.

Pocos saben que después de La Coruña es
la provincia con mayor litoral de toda la península

Por cualquiera de estas montañas podremos encontrarnos con una construcción de madera que desde tiempos del neolítico sirve a sus habitantes para almacenar los cereales y las hortalizas y mantenerlos alejados de la humedad y de los roedores. Los hórreos de Asturias son de planta cuadrada y se asientan sobre unos pilares de piedra o madera llamados pegollos. Algunos tienen más de 500 años y es que hoy están protegidos al descender su número hace años debido al abandono, e incluso a su exportación como objeto decorativo a otros lugares de España y de América.

Pero retornemos a las playas y al mar. Luarca, Lastres, Tazones, Salinas, muy animado en verano, Luanco, antiguo puerto ballenero con un museo de gran interés y como no, playas de gran belleza. Estamos casi en el Cabo de Peñas, lugar ideal para sentir el poder del mar en un día de borrasca.

De paseo por Gijón

Podría seguir enumerando todos los pueblos de la costa, pero creo que tengo que llegar sin más a la ciudad más poblada de Asturias. Playas, acantilados y el puerto más importante del Principado son un buen reclamo para acudir a Gijón. En verano ve casi duplicado su número de habitantes por los miles de turistas que llegan atraídos por su clima templado, sus playas, como la de San Lorenzo de casi 2 km. de longitud, su gastronomía y la gran cantidad de festejos y otros reclamos culturales durante todo el año.

Se trata de una villa de origen románico. Sus primeros asentamientos fueron en la Isla de Santa Catalina, hoy península en el extremo occidental de San Lorenzo, conocida como Cimadevilla; hoy un barrio lleno de tipismo y buenos lugares donde comer a la asturiana.

Gijón conserva varios restos de su pasado romano, como la muralla, sus termas en el barrio antiguo, el parque arqueológico en la Campa Torres y la Villa de Veranes. Además, es extremo norte de la Vía Ruta de La Plata que unía la cornisa Cantabria con el sur de Hispania. Capital de la Costa Verde, plagada de museos y un gran patrimonio escultórico y arquitectónico. Un municipio con más de 15000 hectáreas de espacios verdes, entre los que cabe destacar el Jardín Botánico Atlántico.

Pasear por Gijón es un verdadero placer, y para descansar nada mejor que disfrutar de su gastronomía que se ajusta a todos los bolsillos. Asturias tiene buena mar para el marisco, si bien, no para todos o no todos de la misma calidad que los de otras aguas. Aquí, lo suyo son las andaricas (nécoras), las quisquillas, los percebes, las cigalas, el buey de mar, la langosta, el lubrigante o yocánturu (Bogavante) y los exquisitos centollos que los asturianos preparan como nadie. Entre noviembre y marzo es la mejor época para disfrutar de los oricios o erizos de mar, de los que el escritor Julio Camas dijo—que tras comer 15 o 20 docenas ellos la más exquisita langosta le sabrá a uno a galápago—

Comer, el deporte nacional en Asturias

Comer es el «deporte nacional en Asturias». La proporción de restaurantes por cada 1000 habitantes es mayor que en provincias de fama glotona como Vizcaya y además, no existe la picaresca de desplumar al turista como en otros lugares. Aun se pueden encontrar lugares donde se sirve a la antigua, dejando la fuente sobre la mesa para que el cliente se despache a placer, donde el final del banquete será una modesta factura. A veces sorprendentemente modesta para la cantidad, calidad y variedad de los platos.

En Oviedo y Gijón están sin duda los lugares donde se sirven los productos más afamados de fabada, sidra o queso de cabrales y donde existen más establecimientos de estos por metro cuadrado.

La fabada es plato único y el día que piense en comer una en Asturias mejor no haga planes para la tarde. Después, si no siesta al menos deseará un buen reposo. Es aconsejable tomar unos «culines» de sidra antes de enfrentarse a un buen plato de «fabes».

La sidra se toma fresca y pide enseguida algo de comer. ¿Y después de la fabada? Los asturianos no se plantean esto, simplemente se comen un arroz con leche. Puede resultar un disparate un postre tan alimenticio después de un plato, que por si solo, es alimento para una semana. Tras el arroz con leche ya es mejor no comer nada, ni si quiera café, lo mejor es irse a la cama. Eso sí, a la de uno, pues después de esta comida comienza un concierto de viento en horas sucesivas.

Advertencia sobre la sidra:
La sidra asturiana es la mejor del mundo y la más antigua. Bebida a base de zumo de manzana. Tras fermentar en los lagares durante seis meses, su graduación es similar a la de la cerveza. Se consume en el mismo año de su cosecha. La sidra no mejora con el paso del tiempo. La tradición que más sorprende al turista es el escanciado. Esto se hace estirando el brazo que sostiene la botella por encima de la cabeza y dejando caer el otro casi a la altura de la rodilla, tirando la sidra casi a metro y medio de altura. Ésta se airea y se golpea sobre el borde los finísimos vasos de cristal. Puede que algo se caiga, pero si prueba la diferencia al echarlo directamente al vaso como si fuera vino, aplaudirá al escanciador por su buen hacer.
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2 Comentarios

  1. me gustaria conocer mas sobre asturias , en verano quiero visitarla, me podeis ayudar a hacerme una ruta. Os lo agradeceria un poco de orientacion

  2. Por la costa tienes verdaderas joyas. El artículo no nombra ni Cudillero ni Llanes, que son dos de los mejores sitios. Si quieres miradores sobre la costa te recomiendo Cabo Busto (cerca de Luarca) y Cabo Vidio (a pocos km. de Cudillero), además de Cabo Peñas, que ya menciona el artículo. No dejes de visitar el Parque de Somiedo, con los Lagos de Saliencia. Te quedarás con la boca abierta. Los mejores meses para visitar Asturias son, para mí (que siendo asturiano sé lo que recomiendo), mayo o septiembre. Mayo si buscas mejor temperatura, y septiembre si prefieres temperaturas que tienden hacia el otoño.

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