Muerte y funeral de D. Manuel Azaña

Escrito por: Gonzalo Salvanés

El pasado 4 de Noviembre se cumplió 70 años del fallecimiento de D. Manuel Azaña (1880-1940), el que fuera presidente de la II República Española. Con su muerte  escapó del implacable cerco al que le sometió  el embajador de Franco en París, José Félix de Lequerica con la colaboración de los nazis que ya habían ocupado Francia,  de las “autoridades” del gobierno colaboracionista de Vichy y de grupos de falangistas y policías españoles. Pretendían secuestrarlo y deportarlo a España para ser fusilado o internarlo en un campo de exterminio alemán. En definitiva: asesinarlo. “Sé que tratan de llevarme a Madrid. No lo lograrán, antes habré muerto”, habían sido sus proféticas palabras, unos días antes.

En esta operación de persecución habían caído importantes políticos republicanos que habían sido entregados a Franco, entre otros: el propio cuñado, amigo, confidente y biógrafo de D. Manuel, Cipriano Rivas Cherif, condenado a muerte y, más tarde conmutado; él presidente de la Generalitat Lluís Companys, fusilado en Montjuïc; Julián Zugazagoitia ex ministro de Gobernación; el también ex ministro de industria de filiación anarquista Juan Peiró Belis, fusilado en Paterna ( “Con mi muerte, me gano a mí mismo”) y Francisco Cruz Salido, periodista y ex secretario general del ministerio de Defensa, fusilado pese a que ya estaba muerto. Una muestra más del celo paranoico de los perseguidores. Sumemos al   alcalde de Bilbao, Ernesto Ercoreca Regil; al socialista Teodomiro Menéndez, ex subsecretario de Obras Públicas y otros.

 Con la ocupación de Francia por las tropas alemanas, Azaña tiene que trasladarse de Pyla-sur-Mer, cerca de Burdeos, donde estaba refugiado, al pueblo de Montauban, bajo la administración del general Pétain. Pese a ello, la situación se agrava. El embajador de Méjico, Luís Ignacio Rodríguez en su intento por salvar al ex  Presidente, reserva un grupo de habitaciones en el Hotel Midi  a nombre de la Embajada de México, en las que ondean enseñas mejicanas en los balcones, advirtiendo así al comando de secuestradores que era una sede diplomática  que no se podía violar sin consecuencias graves. Allí se trasladó el pequeño grupo de Azaña.

Sé que tratan de llevarme a Madrid.
No lo lograrán, antes habré muerto.

Nada mejor para acercarse a la realidad de la situación que lo sucedido con el médico personal de Azaña, Dr. Felipe Gómez Pallete, según la carta (1) que le remite a Luís Ignacio Rodríguez, el tres de octubre:

“Mi queridísimo Ministro

Pocas líneas para decirle adiós. Le había jurado a don Manuel inyectarlo de muerte cuando le viera en peligro de caer en las garras franquistas. Ahora que lo siento de cerca me falta el valor para hacerlo. No queriendo violar este compromiso, me la aplico yo mismo para adelantarme a su viaje. Dispense este nuevo conflicto que le ocasiona su agradecido, 
Pallete”

El comando franquista dirigido por Lequerica está dispuesto para secuestrar al ex presidente y enviarlo a España el 1 de noviembre.

Pero ese mismo día, don Manuel Azaña entra en coma y fallece  en la noche del 3 de noviembre de 1940.  Al embajador franquista se le ha escapado definitivamente su presa más cotizada.

Al día siguiente se traslada a Montauban el mariscal Pétain en persona y da instrucciones al delegado del gobierno colaboracionista para impedir el cortejo fúnebre, sin excluir la utilización de la fuerza. También se negaba a que se utilizará la bandera republicana e, incluso, intentó  sustituirla por la bandera rojigualda. Nuevamente la intervención decidida del embajador mejicano indicándole que estaban dispuestos a repeler cualquier agresión contra la comitiva disuadió al delegado.

           Más espinoso resultó el asunto de la bandera. Luís Ignacio Rodríguez tuvo que ceder en parte, para protagonizar uno de los episodios más hermosos del exilio español: “pierda cuidado, señor prefecto, no insisto más sobre el caso. Lo cubrirá con orgullo la bandera de México; para nosotros será un privilegio; para los republicanos, una esperanza, y para ustedes una dolorosa lección..” (2).

De esta forma el último presidente de la II República española, realizó su último viaje envuelto en una bandera que no era la suya.

Cuatro años más tarde falleció en su país Luís Ignacio Rodríguez cubierto con la enseña republicana española. Este fue su deseo.

Sirvan estas líneas como homenaje no solo a Azaña, sino también a personas como el embajador de Méjico, al presidente de este mismo país, Lázaro Cárdenas que tanto hizo por los exiliados republicanos españoles, al doctor Pallete y, a tantos otros.

NOTAS:   (1) y (2). Tomados textualmente de la obra El exilio español (1936-1978) de los autores Julio Martín Casas y Pedro Carvajal Urquijo. Editorial Planeta.

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8 Comentarios

  1. Siempre que leo estas líneas me estremezco y me compadezco de mi mismo por tener unos congéneres tan viles como Petain o Lequerica ¿qué seres pueden llegar a extremos tan abismales?, Me repongo, definitivamente, no son hombres.

  2. Excelente modelo de un HOMBRE íntegro como ser humano, político e intelectual. España aún está en deuda con él, como con otros tantos personajes dignos representantes de la efímera república, cómo Federico García Lorca. GRACIAS por mantenernos informados y actualizados con la Historía.

  3. Desde Francia , Montauban (precisamente) y de un nieto del Exilio republicano, un abrazo a vosotr@s tod@s. Claro, sigue con nosotros esa Memoria, y nunca jamas olvidaremos a Don Manuen Azaña, nuestro Presidente, y lo que fue la ayuda tan grande y generosa de la Repùblica Mejicana, del Presidente Cardenas, Luís Ignacio Rodríguez , Gilberto Bosques… Para ser cumpleta, creo que se debe añadir tambien a la vuestra tan buena noticia, años despues y en un cementero Mejicano, las emocionantes palabras de agradecimiento y homenaje de los republicanos españoles frente a la tumba de Bosques, creo. ! Salud y Republication YA !

  4. Soy mexicana, la primera vez que escuché esta historia sentí la emoción de quien valora la labor irrepetible realizada en México de un Presidente como Lázaro Cárdenas del Río. Su trascendencia llega a España a través de este episodio conmovedor. El presidente Cárdenas tratando de proteger a través de su labor diplomática a un republicano de la talla de don Manuel Azaña, hombre probo, justo, un enorme intelectual, demuestra su calidad como ser humano ante el hermano en peligro. Hombres de una sola pieza como don Manuel y como el general Cárdenas hacen falta en este mundo tan ayuno de honestidad!!

  5. Fue la época en que México era representado por grandes y valientes hombres de honor; los republicanos México-hispanos, guardaremos eternamente nuestra admiración y agradecimiento. Amor y fidelidad a nuestra patria de adopción. ¡vivan D. Luis Ignacio Rodríguez,D. Jilberto Bosques y que viva el General Lázaro Cárdenas del Río!

  6. Soy mexicano del rincón noreste del país, frontera con USA, y siempre he seguido con interés esta historia del republicanismo español y la revolución española. Leer esta historia me emociona sobremanera… El médico de cabecera de mi familia fue un médico catalán refugiado en Mexico, y que radicó en nuestro pueblo hasta su muerte…Como El, hubo muchos otros valiosos hombre y mujeres republicanas que vinieron a enriquecer a nuestro pais….fueron hombres y mujeres de grandes gestos humanitarios, de los que guardamos gratos recuerdos…

  7. No se habla de las pertenencias que robaron de España y a cuantos mataron antes de escaparse , ahora es un pobre hombre y bueno , la memoria y la historia es para todos , cuantos sacerdotes y niños mataron, robaron todo de valor incluso reliquias y dinero de los pobres.

  8. Emocionante historia de hombres valerosos, gracias Mejico
    Azaña presidente
    Salud y Republica

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