Pilar Guarné -Pianista-
El pasado 25 de febrero tuvimos el gran privilegio de poder disfrutar de un recital de piano en el salón de actos del sociocultural. Dicho recital, al que pudieron asistir internos de varios módulos, estuvo a cargo de la pianista Pilar Guarné, quien forma parte de la Fundación Resonnance, una asociación cultural y humanitaria que entre sus proyectos se encuentra el de ofrecer música allí donde no la hay.
Al finalizar el recital, la Redacción DIGO! tuvo la oportunidad de entrevistar a la pianista y éstas fueron sus respuestas:
Hola Pilar, en primer lugar, nos gustaría saber cuál es esa gran motivación que tienes para tocar con ese sentimiento.
¿Cómo me motivo? No sé, hay una fuerza que no se puede controlar; porque llevo tocando el piano desde que tenía 10 años, y desde entonces, cuando pasan 2 días que no puedo tocar el piano lo necesito. Entonces es como algo que ya forma parte de mí, una comunión entre el piano y yo y no me puedo separar de él. Es para mí mi medio de expresión. En todos los sentidos. Yo de pequeña también he sido muy tímida, sin embargo con el piano sí que puedo expresarme. Es mi medio.
Me ha sobrecogido mucho
el silencio que se ha creado
Sabemos que es la primera vez que tocas en un centro penitenciario, ¿qué te ha parecido la experiencia?
Me ha sobrecogido mucho el silencio que se ha creado y no me parece nada habitual, porque como he comentado, estoy habituada a tocar en otro tipo de centros no convencionales, como hospitales, residencias de ancianos, centros de menores apartados, que son entornos que no suelen ser muy silenciosos . Pero no sólo ahí. A veces, también cuando tocas en auditorios, tienes móviles que suenan, aparatos electrónicos, gente que tose y que habla, y aquí he encontrado muchísimo silencio. Y también otra de las cosas que me ha sorprendido es que empiezas con clásicos como son Bach, Beethoven, piezas muy profundas pero que la gente no suele conocer tanto, y entonces cuando estaba tocando esas piezas tan profundas y sentía ese silencio notaba que realmente se estaba escuchando y que estaba llegando un mensaje.
¿Te imaginabas que tu visita al Centro iba a ser así o te ha sorprendido?
Hubo un día en que vine y me enseñaron las instalaciones del Centro y conocí a varia gente y me quedé un poco sorprendida. No venía con ideas preconcebidas; o tal vez sí; pero la experiencia me ha servido para entender que estáis aquí por circunstancias varias y que todo el mundo puede rehacer su vida, que tiene derecho a una segunda oportunidad y que creo que la gente de fuera deberíamos entender mejor la realidad de los que estáis aquí dentro. Porque considero que hay mucho desconocimiento, que este tema es un poco tabú.
¿A qué tipo de personas les puede llegar más esta clase de encanto musical?
Yo creo que la música clásica puede llegar a todo el mundo. Uno puede sentirse más afín a la música de compositores españoles como son Falla, Albéniz, más afín a la música de Beethoven, a la música de Chopin que es más delicada; pero la música clásica tiene que llegar a todo el mundo porque es una música que se ha compuesto para todo el mundo. Y de hecho toda la gente conoce temas clásicos, cuando los escucha los reconoce fácilmente, sigue el ritmo, lo tararea y le llega muy fácilmente. En la música clásica está toda la gama de sentimientos del ser humano, pasando desde el dolor más profundo hasta el enfado, la rabia, a la tranquilidad, a la paz, al nerviosismo, al amor… Es todo un mundo de sentimientos ahí plasmados. Lo que pasa es que no la escuchamos en la televisión ni en la radio, no se difunde. Parece como que la música clásica está un poco pasada de moda, como vieja y es como que se ha perdido el encanto de encontrar lo bonito.
Además, en la sociedad la música clásica se tiene considerada como algo que le pertenece a la clase de élite…
Sí. Tenéis razón, la sociedad le ha hecho mucho mal a la música clásica. Porque los auditorios son muy caros, las grandes orquestas carísimas… Puede ser una sensación preciosa para todo el mundo poder escuchar a una gran orquesta, pero es muy difícil poder permitírselo. Y me incluyo –comenta entre risas-.
En la música clásica está toda la gama
de sentimientos del ser humano
¿Cómo entras a formar parte de la Fundación Resonnance? ¿Qué es lo que te impulsa a involucrarte en el proyecto?
El primer paso fue conocer a su fundadora, que es una gran pianista internacional que desde hace muchos años se dedica a esta actividad. Y fue a través de un director de orquesta que me había oído tocar, le habló de mí y ella me invitó a que fuera a Suiza, a su fundación, y tocara para ella. Desde entonces se estableció un lazo de amistad y seguí yendo a visitarla para que ella me escuchara y así también poder ver cómo desarrollaba la actividad. Y entonces, a finales del 2008 decidí emprender la tarea aquí en España; porque lo que tienen allí en Suiza es impresionante, toda la cantidad de pianistas que están ayudando a que la música clásica llegue a todos los lugares, y me parecía una actividad muy bonita y que merecía la pena dedicar todos los esfuerzos. Aunque es muy idealista, porque de entrada hay muy pocos sitios donde hay pianos, y claro, alquilarlos conlleva un gasto muy grande, hay que conseguir el dinero, y es difícil, pero poco a poco se va a hacer el trabajo.
¿Qué es lo que más te llena de tu trabajo?
Creo que lo que más nos llena a los músicos, es el contacto directo con algo que nos sobrepasa. Me refiero al contacto directo con las obras de la música clásica. Tú sabes que ha habido un compositor hace muchísimos años que ha escrito algo genial, pero que es algo que está muerto, porque una partitura no es como un cuadro. El pintor pinta un cuadro, tú lo admiras y nadie tiene que hacer nada. Pero nosotros, los músicos nos encontramos con una partitura que está muerta y tenemos que darle vida. Entonces ese sentimiento de tener el poder pero también con mucha humildad eh, de intentar ser fieles a lo que el compositor dejó y poder comunicar eso a un público que pueda a su vez también entenderlo, porque nosotros somos muchas veces como un canal y eso creo que es lo que más nos llena. Poder transmitir lo que el compositor dejó a la gente que lo escucha.
Desde la redacción agradecemos infinitamente la presencia de esta gran pianista en el centro y a la Fundación Resonnace por traer la música donde la hay. Esperamos que éste sólo sea el principio de una larga trayectoria.