Portero de noche: Cine y más…

La banda sonora de nuestra vida

Escrito por: José A. Aguilar

Seguramente sería fácil grabar un cd con las canciones que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida, incluso entre ellas habría bandas sonoras que nos transportaran a esos momentos inolvidables que el cine a lo largo de la historia nos ha hecho vivir y como no, sentir.

Hay películas en la trayectoria de algunos directores que casi siempre van unidas a músicos que nos han hecho estremecer en los últimos años, haciéndose muy fácil identificar y recordar los títulos y sus imágenes que van unidos inexorablemente a emociones, reflexiones y cantidad de anécdotas que con el paso del tiempo, forman parte de la banda sonora de nuestra vida.

Me han vuelto a sorprender, de nuevo veinticuatro imágenes multiplicadas por muchos segundos de una película, están impregnadas por la fragancia de una sutil y a veces estremecedora realidad llamada vida, de la cual no podemos separarnos ni despegarnos por más que lo intentemos.

En la película los silencios a veces son irremediables y aparecen y desaparecen en el pentagrama compositivo de su banda sonora. Casi siempre y lejos de tener nombre, las notas de los silencios tienen adjetivos calificativos o mejor dicho incalificables que hablan de miseria y de injusticia.

Me imagino lo que supone levantar la batuta para orquestar algunas escenas, como por ejemplo de como una paloma picotea los restos de comida sobre un indigente tirado en una acera, es algo que solo se puede contar con música y con que notas y con que espíritu y con que agallas, incluso el amanecer que viene a continuación es mas duro que la propia realidad, es cotidiano.

Escenas con omitidas notas musicales
que desgarran nuestro corazón allá donde esté

Conocemos el sonido de un fa o un mi, como suenan el viento o las olas, pero como sería la música que acompañase a los pasos de unos tacones torpes, a unos golpes secos en una mesa, a la llegada de cadáveres a una playa, a las chimeneas echando humo, a las porras de los policías dando golpes, al motor de una máquina de coser en un sótano clandestino o a la salida de un scanner con resultado trágico. Esos son los silencios que comentaba anteriormente unas líneas más arriba, escenas con omitidas notas musicales que desgarran nuestro corazón allá donde esté.

En varias ocasiones en esta película que me ha vuelto a emocionar, de un director que siempre me sorprende y del músico que siempre le acompaña y que a mi me sorprende y emociona, he sentido las notas y los silencios de otras bandas sonoras, como aquella que el motor de una motocicleta acompañaba a un contrabajo, o el fugaz amor entre montañas desafiaba al futuro, o como el recorrido de una bala bastaba para poner sonido a una historia trivial.

Las melodías a veces se solapan, las mismas notas del pentagrama a veces irremediablemente nos llevan a buscar parecidos y aunque los sentimientos de nuevo nos afloran, las historias no son las mismas, aunque esta vez, no cabe duda les ha quedado “Biutiful”.

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