Telaraña

Escrito por: Gloria Mateo

No lo sabe. Se ha hecho la pregunta una y mil veces de cómo ha podido llegar a esa situación y no tiene respuesta. Pero sí conoce cuál es su realidad y le oprime y constriñe todas las ilusiones que pudiera haber tenido hace tiempo. Es más, ni siquiera se atreve a soñar. Soñar sólo le puede conducir a tener unos momentos de evasión y, después,  seguirá estando atrapada.

Ha caído por su propia inercia y por desgaste en una red que la ha paralizado. Al principio creyó que podría salir, que todo consistía en no desesperar y moverse. Pero se ha movido,  lo ha intentado una y mil veces. Ha dejado lágrimas en el camino, se ha retorcido de dolor y sufrimiento ante los esfuerzos que sólo la han conducido a estar más paralizada.

Las fuerzas se agotan, la naturaleza le dice que le cada vez le van quedando menos arrestos. Mira a su alrededor y ve otras presas. Están a su lado. Algunas consiguen zafarse y volver a caminar sin la pegajosa carga que por unos momentos las ha inmovilizado. Han tenido la suerte de recibir una casi imperceptible agua de lluvia  que ha provocado el milagro. Pero a ella, no. Sigue ahí, a merced de la telaraña que la asfixia.

De vez en cuando, al amanecer,  vuelve a retomar aliento. El sol le ayuda a volver a recargar un poco de energía. Hoy quizá pueda ser. Se ha levantado con la voluntad fortalecida y está dispuesta a salir  del infierno.

Ella sabe que el motor lo tiene dentro de sí
y que la apoyan afectos que están afuera

Atisba un rayo de esperanza, pero  sigue en la maraña de hilos construidos por no sé sabe qué araña, pero que es muy poderosa. Una araña que está a la expectativa para ver cuándo le toca el turno de devorar a otra presa. “Pájaros” que pululan alrededor le dan consejos y ánimos o se apiadan de su situación, pero pasan de largo. Es igual, ella sabe que el motor lo tiene dentro de sí y que la apoyan afectos que están afuera.

A pesar de su inanición, a pesar de su desgaste y desánimo, va tratar de aprovechar cada momento aunque le queden menos recursos. Sabe que hay  uno que es el más importante: tiene vida. El espejo le dice la verdad del paso de los años y hay deterioro; sin embargo,  mientras le quede una sola célula que no claudique, mientras la voluntad de no rendirse sólo desaparezca en algunos momentos seguirá luchando contra el monstruo que la tiene atenazada. Caer, levantarse, caer, levantarse…

Al otro lado de la telaraña, ve el horizonte que sigue invitándola a aspirar el olor a vida.

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1 comentario

  1. El autor de la fotografía es José Manuel Cadenas. Me la ha cedido amablemente.
    Mi agradecimiento.

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