Caminos de libertad

Escrito por: Jesús Gómez Pérez. Subdirector Adjunto de Tratamiento y Gestión Penitenciaria.

Cuando al final de la década de los 80, algunos compañeros tuvieron la idea de salir de la prisión, no como todos los días sino acompañados de los internos para hacer juntos algo fuera, se abrieron las puertas, se rompieron muchos tabúes: el principal, que los límites del tratamiento penitenciario lo fijaban los muros de la cárcel. Ese día, la prisión salió a la calle; ese día, la libertad entró en la prisión; ese día, la reinserción pasó de ser un concepto de libro a ser una realidad de trabajo.

En caminoLa voz se corrió. Los inicios fueron tímidos pero ilusionados. Lo mejor: no había límites; era la oportunidad del descubrimiento. Y se fueron descubriendo y recorriendo caminos. Muchos: museos, colegios, puertos de montaña, bosques, asilos, calles y plazas de las ciudades, hasta el Parlamento Europeo. Se trataba de tener experiencias, de acumular y elaborar experiencias, de vivir. Todos juntos.

Dificultades, las hubo. Se superaron y desde entonces se han recorrido millones de kilómetros. Ha habido tiempo para mucho y para muchos en el camino. Y, como no podía ser de otra forma, un día de hace ya unos cuantos años los caminos se toparon con el viejo Camino, el medieval, el que ayudó a vertebrar la cohesión de Europa.

El Camino brindaba tiempo
para pensar y para hablar

A trozos, unos por un lado y otros por otro, empezaron presos y funcionarios de diferentes centros a compartir albergues y ampollas, paisajes y ventiscas, esfuerzos y descansos. El Camino brindaba tiempo para pensar y para hablar; y, sobre todo, para compartirlo.

Poste Camino de SantiagoEl camino no paraba y otro día un compañero, Javier, tuvo la idea de romper otro muro, el de los diferentes centros penitenciarios. Nada de unos por un lado y otros por otro: el Camino era largo y había que recorrerlo entre todos, hombro con hombro y vieira con vieira.

La ya antigua idea de las que llaman salidas programadas había encontrado al cabo de los años su nombre preciso: Caminos de Libertad. Y hace dos años empezaron los centros a recorrer juntos el Camino. Dificultades, como siempre, también ahora las hubo. Pero si el camino está ahí, hay que andarlo. Por eso, dentro de unos días, los internos y los compañeros de seis centros emprenderán de nuevo el Camino para descender los 90, perdón los 91 con Javier Aramburu, desde el Monte do Gozo a Santiago el próximo mes de octubre.

Es una alegría poder contarlo hoy.

 

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