¿Tauromaquia? Sí, gracias

Escrito por: Daniel Reiné

Personalmente no tengo, ni he tenido nunca, interés por las corridas de toros. Es más, cuando era un niño, de entre 5 y 14 años aproximadamente, en las contadas ocasiones en que veía fragmentos de una corrida que retransmitían por televisión (esto ocurría principalmente en las visitas familiares que hacíamos a casa de mi abuelo, que era más taurino que Manolete), no podía evitar sentir compasión y lástima por el animal al que, desde mi punto de vista, hostigaban y martirizaban injustamente; pues sabía que el pobre bicho no podía haber cometido ninguna atrocidad que le hiciera merecedor de semejante castigo.

Van Gogh-Espectadores en los torosIncluso llegaba a sentir algún regocijo cuando, un incauto matador de toros, fallaba en la ejecución de su faena y pagaba las consecuencias de su error a base de recibir envestidas y cornadas; aún cuando, en ocasiones, estos fallos tenían consecuencias fatales. – ¡Esta vez ha ganado el toro!– pensaba; ya que para mi, estas prácticas se asemejaban más a una contienda, o a un duelo entre rivales, que a un acontecimiento artístico. Éste regocijo, no era debido al morbo de la violenta situación que se había producido, sino a que empatizaba con el novillo que, ante la situación desesperada e injusta en la que se encontraba, reaccionaba combatiendo con bravura y nobleza.

Una vez leído lo anterior, donde podría extenderme aun más (diciendo, por ejemplo, que me gustan mucho los animales y tal y cual) me imagino que algún que otro lector, o todos, se estará preguntando si existe alguna coherencia entre el título de este artículo de opinión y el contenido del mismo. Pues bien, con el proemio que he introducido al principio, trato de poner de manifiesto el punto de vista que, el que suscribe, tenía y seguiría teniendo, respecto al arte taurino, sino fuera porque con el paso del tiempo y el devenir de los acontecimientos, uno va adquiriendo algo de madurez, experiencia, criterio y, lo más importante, retazos de información concernientes, en este caso, al tema que nos ocupa. Con estos retazos de aquí y allá (y un poco de ayuda del encarta), trataré de exponer mi punto de vista.

Incluso llegaba a sentir algún regocijo
cuando un incauto matador de toros fallaba

Doy por sentado que muchos anti-taurinos estarán muy versados en cuanto a la cantidad de dolor que se inflige al animal durante el transcurso de las distintas suertes de la lidia. En contraposición a esto, yo no estoy, ni mucho menos, versado en la materia; pero he oído decir en más de una ocasión que debido al frenesí del momento, la excitación que sobrecoge al novillo, etc., éste segrega tanta adrenalina y otro tipo de drogas que metaboliza el organismo, que apenas siente dolor. Me inclino a pensar que esto podría ser cierto, ya que creo que a las personas también les ocurre; tengo entendido que las heridas duelen bastante más después de un combate que durante el mismo. Además tampoco aprecio en el toro una merma significativa en su brío ni en sus acometidas después de las suertes de banderillas y rejoneo. Una vez llegado el momento final, si el «maestro» ejecuta correctamente, la muerte es casi instantánea; y cuando la ejecución no sale tan perfecta como el torero hubiera deseado, se emplea el descabello o puntilla para evitar sufrimientos innecesarios.

torosVisto así, tampoco me parece que se esté aplicando una desmesurada dosis de crueldad a la hora de sacrificar a un animal, cuyos restos serán aprovechados más tarde para cubrir intereses y necesidades humanas en distintas industrias: cárnica, charcutera, peletera, ornamental, souvenir, etc. Estoy convencido de que una persona a la que, como en mi caso, no le gusta ver sufrir a los animales, lo pasaría bastante peor en un matadero viendo el trato dispensado a la concurrencia faunística del mismo. Además, en el caso del morlaco, este tiene la ocasión de ser indultado y vivir libre el resto de su existencia.

También creo haber mencionado en los inicios de este artículo que, en ocasiones, aunque pocas, gana el toro. ¿Existe algún otro supuesto en el que, el «omnipotente» ser humano, llegado el momento de dar muerte a un ser inferior, dé a este la oportunidad de defenderse exponiendo su integridad física e incluso arriesgando su propia vida? Si es así, desde luego no lo conozco.

Segrega tanta adrenalina que metaboliza
el organismo, que apenas siente dolor

En lo concerniente a la valoración artística de la tauromaquia, los taurinos entendidos dicen que no hay mejor arte que el que componen el toro y el torero en esas evoluciones sobre la arena, en las que el tiempo parece detenerse. Sin embargo, debido a lo profano que soy en la materia (ni siquiera sé distinguir un verónica de un natural), no voy a dedicar más tiempo a exaltar las cualidades del noble arte taurino; esa tarea se la encomiendo a los que lo conocen, lo entienden y lo disfrutan.

No puede olvidarse tampoco que como consecuencia de la Fiesta de los Toros, se cría, selecciona y reproduce el toro bravo que el Diccinario Encarta define como:

«Raza característica de los bóvidos que sólo existe en la península ibérica, en el sur de Francia y en aquellos países de Latinoamérica en los que los españoles lo exportaron.

Sus orígenes se remontan hasta el plioceno inferior, cuando ya existían ramas diferenciadas de bovis, capra, antílope y bor. Del periodo paleolítico medio de la edad de piedra data el aurochs —del que procede todo el ganado vacuno actual—, y descienden el Bos primiginius y el Bos brachyceros, que en el neolítico dieron lugar al uro primitivo, reproducido muchas veces en las cuevas del Levante y norte de España y sur de Francia.

Los primeros datos históricos que lo mencionan aparecen recogidos en códigos asirios, 1000 años antes de Cristo, que aluden a las cacerías de estos animales salvajes.

En España, el toro vivió en estado semisalvaje hasta el siglo XVII. El toro actual, que pasta en las ganaderías de reses bravas, es el resultado del trabajo de selección efectuado desde principios del siglo XVIII por los ganaderos de distintas regiones españolas mediante la prueba de la tienta, a fin de elegir para la reproducción ejemplares en los que concurran determinadas características, aquellas que permiten el ejercicio de la lidia, es decir, la sucesión de suertes que se ejecutan en las corridas de toros.»

La bravura es un instinto defensivo,
o mejor aún, un instinto de liberación

Estas características han variado tanto a lo largo de los siglos como el propio toreo, manteniéndose como sostén del mismo un único denominador común: la bravura del toro. —«La bravura es un instinto defensivo, o mejor aún, un instinto de liberación que se manifiesta por una reacción de carácter voluntario frente a un estímulo exterior».

cartel toros feria abril Sevilla 2009En resumen, uno de los ejemplares más genuinos de nuestra fauna y cuya crianza ocupa millones de hectáreas transformadas en dehesas: “tierra dedicada a pastos en la que se han conservado muchos de los árboles y arbustos del ecosistema natural previo”.

Se trata de sistemas de gestión agrosilvopastoral de uso múltiple (ganadero, agrícola y forestal), que se basan en el aprovechamiento de 3 fuentes principales de producción primaria completamente acopladas entre si: monte, labor y pasto. El origen de las dehesas es antrópico, es decir, es un tipo de paisaje creado por los seres humanos.

Las dehesas constituyen un ejemplo de explotación sostenible de los recursos naturales. En las dehesas de la península ibérica se han seleccionado las especies florísticas más adaptables al pisoteo del ganado, al ramoneo o a la forma de comer de los herbívoros. De este modo los pastizales están formados por gran número de especies vegetales; en un cuadrado de muestreo de 30 cm. de lado se pueden identificar más de 40 especies (en las selvas ecuatoriales la proporción es similar)» (Otra vez estoy recurriendo al Encarta).

Motivos por los que apoyo la tauromaquia

En resumidas cuentas, creo que la tauromaquia debe prevalecer por, al menos, los siguientes motivos:

En primer lugar por el propio toro que, en mi opinión, es el animal que disfruta de una mayor calidad de vida sobre la faz de la Tierra, ya que además de disfrutar un nivel de libertad equivalente al de las especies que habitan en las reservas naturales, tiene asegurada la cobertura de sus necesidades alimenticias, veterinarias y reproductivas a cargo del ser humano.

DehesaEn segundo lugar, aunque creo que es lo más importante, por razones ecológicas. Actualmente nos enfrentamos a la sexta gran extinción, la tasa de perdida de especies es 1000 veces superior a lo que se considera natural, lo que significa que el mundo está ante el peor evento de extinción masivo desde que los dinosaurios desaparecieron de la tierra hace 65 millones de años y que estamos cercanos a un punto de no retorno en la perdida de biodiversidad.

Las ganaderías han servido para rescatar miles de hectáreas abandonadas que ahora sirven para la producción de animales de lidia, carne, leche, quesos y hortalizas debido a su aprovechamiento integral que de otro modo estarían en su mayor parte abandonadas o notoriamente peor conservadas, por lo que es evidente el importante impacto beneficioso de su existencia para nuestro medio ambiente.

En tercer lugar, por razones económicas, con la tauromaquia se crean y mantienen numerosos puestos de trabajo y beneficios de todo tipo que la fiesta genera en diferentes sectores de nuestra economía. El sector taurino representa cientos de miles de familias, ciudadanos que viven directamente de los ingreso económicos derivados de la actividad, a través de empleos directos e indirectos, mientras que millones de personas acuden a las plazas de toros durante el año taurino. Por lo que la actual crisis económica no constituye el marco idóneo para la masiva destrucción de empleos y formas de vida que supondría el cese de la actividad taurina.

En cuarto lugar, por razones culturales y artísticas. La fiesta de los toros está considerada como una de las manifestaciones culturales más importantes, sino la de mayor arraigo, de los pueblos iberoamericanos en cuya tradición convergen: espectáculo, expresión plástica o artística, cultura popular, riesgo, emoción, inteligencia, técnica y sabiduría; todo lo cual ha sido reconocido y difundido por numerosos artistas e intelectuales de forma reiterada y permanente a través de varios siglos, tanto en España como en los demás países taurinos del mundo.

Y en quinto lugar, por respeto a la libertad de los aficionados a seguir disfrutando de sus fiestas y tradiciones, con las que no molesta a nadie. Al que no le guste que no mire, como hago yo.

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