Microrrelato

No acostumbraba a llevar reloj, creía firmemente que eran una de las mayores armas de destrucción que había inventado el hombre: “Siempre que lo miro, me ha quitado tiempo de vida”.

Aun así, guardó esa creencia suya en el lugar más escondido de su mente y ató animosamente a su muñeca, ese incesable tic tac . Era un día importante, no podía llegar tarde. Después de siete años, volvería a verla y ese acontecimiento, bien merecía la pena hacer algunos sacrificios.

Imprimir artículo Imprimir artículo

Comparte este artículo

Deja un comentario

Por favor ten presente que: los comentarios son revisados previamente a su publicación, y esta tarea puede llevar algo de retraso. No hay necesidad de que envíes tu comentario de nuevo.