Historias, leyendas, mitos y curiosidades de la antigüedad clásica (1ª parte)

Los sibaritas y el amor platónico

Lo que viene a continuación, y que pretendo dividir en tres “entregas” para hacerlo más llevadero, es algo muy “sui generis”, un escrito, artículo, o colección de curiosidades varias que no tienen un título fijo. Podría titularse “Verdades y semiverdades de la Antigüedad Clásica”, o “Cotilleos de togas y túnicas”, “Sección de chismes de griegos y romanos” o simplemente “Historias, leyendas y mitos”.

GeaDe todo eso se habla a continuación. De leyendas que encierran una cierta realidad histórica y de historias que han sobrevivido convertidas en leyendas. Y también de mitos. Las leyendas, como los mitos, hay que saber interpretarlos, porque, indudablemente, encierran siempre un fondo de verdad, de realidad. Con las leyendas, el hombre hace que pervivan acciones, hechos, acontecimientos y personajes que, de otro modo, habrían desaparecido de la conciencia colectiva de la Humanidad. Y con los mitos, el hombre pretende, entre otras cosas, explicar todo aquello para lo que no encuentra explicación.

¿Qué tienen en común las “historias” que paso a relatar? Pues que todas ellas pertenecen a la Antigüedad Clásica, a la Grecia y Roma antiguas y que todas ellas también, de una u otra manera, tienen relación o vigencia con nuestra realidad cotidiana, con nuestro vivir diario.

Dicho esto, vamos a ver unas cuantas cosillas, no muchas, que espero, si no que gusten, al menos distraigan y entretengan.

¿Qué relación tiene la palabra “sibarita”
con los placeres, con el buen vivir?

Todos hemos oído y utilizado en numerosas ocasiones la palabra “sibarita”: “Fulano es un sibarita”, “¡Qué sibarita eres!”. Y todos, también, sabemos lo que significa esta palabrita. Para nadie es un secreto su significado. La aplicamos a personas amantes de los placeres, a personas que gustan rodearse de comodidades y regalos, que entienden de la buena comida y bebida. En resumen, que saben y les gusta vivir bien. De acuerdo, pero ¿qué relación tiene la palabra “sibarita” con los placeres, con el buen vivir? Aparentemente ninguna, pero no es así. Para ver esa relación, debemos remontarnos al S. VIII a. C. es decir, a hace más de 2.700 años.

Allá por el año 721 a. C. unos colonizadores griegos fundaron en el sur de Italia, concretamente en el empeine de la bota que forma la península italiana, una ciudad a la que dieron el nombre de Síbaris. Esta ciudad, cuyos habitantes eran conocidos como los sibaritas, llegó a ser muy rica y próspera y su lujo y forma de vida placentera fueron famosos entre los griegos.

Mesa de diosesPara ilustrar la forma de vida tan delicada de los sibaritas, paso a relatar una historia o leyenda referida a uno de los habitantes de Síbaris, a un sibarita. Dice la leyenda que iba un hombre un día muy de mañana quejándose por la calle de un enorme dolor de espalda y de haber dormido fatal. Interrogado por uno de sus paisanos, el buen sibarita atribuyó su dolor y su mal dormir a uno de los pétalos de rosa que cubrían su colchón que se había arrugado sin dejarle pegar ojo. Se entiende, pues, por qué llamamos sibaritas a los amantes del lujo extremo ¿no?

El fin de la ciudad de Síbaris es, como no podía ser de otra manera, de leyenda. Aunque es preciso recordar lo que apuntaba al principio acerca de las leyendas.

Entre los lujos y las aficiones de los sibaritas había uno al que dedicaban todo el tiempo y el dinero que fueran necesarios. Consistía en hacer bailar los caballos. Sí, algo similar a lo que hacen actualmente nuestros caballos andaluces. Nuestros protagonistas habían conseguido que sus caballos danzaran graciosa y armoniosamente al son de la música, organizando de esa manera unos desfiles majestuosos, vistosos e impresionantes.

Los habitantes de Crotona
fueron a la batalla con músicos

En el año 510 a.C. es decir, 200 años después de su fundación, Síbaris se enzarzó en una guerra fratricida con otra ciudad griega llamado Crotona.

Los habitantes de Crotona, sabedores de la afición de los sibaritas a hacer bailar sus caballos, fueron a la batalla con músicos. Al son de la música que tocaban los músicos de Crotona, los caballos sibaritas más parecían sutiles y graciosas bailarinas que caballos de batalla. La confusión y el desorden dentro de las tropas sibaritas era enorme y los habitantes de Crotona, aprovechando aquel desconcierto de los sibaritas, aniquilaron fácilmente a sus enemigos. Después arrasaron de tal manera la ciudad de Síbaris que en los siglos posteriores se discutió dónde había estado exactamente el emplazamiento de la ciudad.

Pasemos a otra cosa.

PlatónBueno, puede que haya algún o alguna despistada de entre quien lea esto que no supiera lo que significaba “sibarita”. De lo que estoy completamente seguro es de que todo el mundo sabe lo que es “un amor platónico”. Vamos a ver por qué se llama así y qué significa con exactitud. Por supuesto, lo de platónico proviene del filósofo Platón que, si no me equivoco, vivió allá por el S. V a. C. En Grecia, claro. Pues bien, en una discusión con Sócrates, su maestro, éste opinaba que el amor era lo que uno siente cuando quiere alcanzar lo verdaderamente bello y hermoso. Este objetivo, según Sócrates, era muy frecuente encontrarlo en forma de belleza femenina o masculina; ese amor “físico” era lo que la mayoría tomaba por amor y con el que quedaban más satisfechos.

Se entiende ¿no?

Pues bien. Platón opinaba, en cambio, que la belleza humana se desvanece con el paso del tiempo y que la hermosura del alma es más duradera y superior. O sea, que la forma más alta de amor, según Platón, aspiraba a una unión con el Bien Supremo.

Debido a esta opinión o creencia de Platón, actualmente, cuando un hombre y una mujer se aman solamente por sus cualidades espirituales, sin deseo alguno físico, decimos que tienen un amor platónico.

¿Cuántos seguidores de Platón se encuentran entre quién lea estas páginas? ¿Quién opina como Platón?

(Fin de la primera parte)

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