Escrito por: José P.

El miércoles 18 de julio cerca de trece compañeros fuimos llamados a la escuela para participar en una reunión. Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos comunicaron que habíamos sido preseleccionados para formar parte del Programa “Caminos de Libertad 2012” que tenía como objetivo, formarnos en valores, hacer un grupo cohesionado, y participar de la filosofía del peregrino, para ello una de las actividades del programa será realizar parte del Camino de Santiago.

Pero tras la alegría inicial, vinieron las preguntas, inevitablemente, relacionadas con el calzado, pues deberemos caminar cerca de 25 kilómetros diarios por difíciles senderos que miles de pies han recorrido antes que los nuestros. Qué ropa deberemos llevar, quién se encargará de las comidas, cuando llegaremos y qué normas deberemos seguir fueron interrogantes que nos fueron desvelados, haciendo crecer nuestras ganas de colgarnos la vieira y empezar a andar.

Y es que el Camino de Santiago siempre ha sido considerado como un evento religioso, cuando en realidad es mucho más que eso. ¿Porqué sino iba a tener tanta fama y tantos adeptos? Ser peregrino no significa imitar al apóstol Santiago en su periplo por tierras españolas y francesas, es conocerse mejor a uno mismo, saber hasta qué punto uno está dispuesto a sacrificarse por andar el camino que se abre ante nosotros. Sinceramente, poco puedo hablar yo del tema, pero cientos de personas que conozco y han hecho el Camino me han hablado de el como una experiencia inolvidable.

¿Porqué sino iba a tener
tanta fama y tantos adeptos?

Ganas, tenemos. Equipación adecuada para llevar a cabo este reto, nos la proporciona Cruz Roja, la preparación y logística correrá a cargo de los voluntarios de Pastoral Penitenciaria y la institución nos dará las herramientas para formarnos a través de la lectura, las conferencias, talleres y las terapias adecuadas. Si la experiencia es tan maravillosa como dicen, me comprometo a hacéroslo llegar escribiendo cada día en el cuaderno de Bitácora que llevaré en mi mochila. Espero que las sensaciones que se me han descrito puedan aflorar dentro de mí, pues esta es una oportunidad que se nos brinda para que seamos conscientes de que si nos ponen una meta al frente, somos capaces de alcanzarla.

Parece una metáfora de nuestra estancia dentro de estos muros. Habrá adversidades que superar y piedras que obstaculicen el camino y tendremos que aprender a salir exitosos de la batalla.

De todas las salidas programadas a las que podíamos optar, esta era sin duda la que más ilusión me hacía. Es un reto, y tanto yo como todos vosotros, los retos hacen que me crezca. Espero que algún día seáis vosotros los que escribáis vuestras experiencias en un papel y pueda leerlas para hacerme una idea de lo que se siente cuando las puertas se abren.

La religión es optativa para cada uno. Que cada uno elija el camino que más le haga feliz.

Pero este no es un Camino cualquiera.