Penitencia: novela “La última mentira” (cap. 5º)

LA CONFESIÓN

Escrito por: Donegan Rice

Sentía con fuerza el pesado cansancio producido por el stress del trabajo, así que acordé con Kerry echarme un rato. Fue un acuerdo silencioso, apenas un leve gesto de afirmación logré arrancarle. Conociéndola, daba por hecho que tras la velada respuesta nadaba su malestar.

El viento tiritaba impaciente en los árboles del parque. Nubes negras crecían y se extendían por el cielo en señal de lluvia. Delante de mí, el rostro impasible de Kerry flotaba calladamente. Cerré la puerta como si tuviese que ahuyentar a un mal presagio. Apenas dos minutos después llamó: <<Llega la tormenta>>, pensé en voz baja. Lejos de apaciguarse, el ritmo de llamadas iba ganando en intensidad. Me armé de valor y decidí no abrir, me reñía una y otra vez, al principio escribiendo misivas y colocándolas por debajo de la puerta; una, dos, tres, no miento si digo que perdí la cuenta. En cada una un mensaje diferente: Abre por favor, necesito hablar contigo/ Soy una tonta por creer en ti/ Te quiero/ Si no abres la puerta me mato/ Dos pingüinos en la nieve no se pueden dejar, dos enamorados que se quieren no se pueden olvidar/ Eres un cabrón/ ¡Abre!.

lluvia4Las quejas humildes se transformaban y los sonidos blandos se volvían gritos inaudibles. Pasó un rato y todo bajó de intensidad. Me situé al lado de la ventana y encendí un cigarro. Contemplaba la intensa lluvia sintiendo una llamarada de satisfacción, de siempre me fascinó ver llover. Los rayos aparecieron, más que brillar dejaban en su impronta figuras misteriosas que se sacudían convulsamente, los truenos sonaban cuando me disponía a echarme en la cama.

De nuevo cerca de la ventana, de nuevo el chaparrón. Conforme iba arreciando, un hilillo de agua se había hecho hueco por debajo del marco, no le di importancia, total, sabía que más tarde me tocaría secarla.

Me acordé de Belén, de sus palabras cargadas de temor. El azar había querido que poco a poco se estableciera un océano de hielo a nuestro alrededor. Después del embarazo de Sacha nunca fue la misma. A partir de ese momento comenzó a sentirse desplazada por mis acciones, comenzó a creer que estaba fuera de peso y eso la mató. Dijo que me odiaba. Me hizo prometer a la hora de hacer el amor que no encendería la luz. Dijo que si me veía con otra mujer me mataría y dijo que Kerry estaba arruinando nuestra relación porque yo se lo estaba permitiendo.

Fue la única vez que Roberto
abofeteó el rostro de Kerry

Mientras todos aquellos recuerdos cruzaban de lado a lado mis sienes, buscaba encontrar un punto donde perderme. No sé en qué momento perdí la conciencia, si fue el sueño el causante de la terrible ansiedad con la que desperté. Estaba ciego y furioso ¿Contra qué? Quizás contra los golpes que sacudían la puerta como si lanzaran piedras: ¿Dónde diablos estoy? -fue mi primera reacción-. ¿Quién toca con tanto ímpetu? Recuerdo que percibí algo semejante a lo que debe sentir alguien que retorna del coma. Corrí hacia la puerta. Estaba enfadado y enfadado se lo hice ver a Kerry. He dicho anteriormente que lo que se le metiera entre ceja y ceja, malo. Podría añadir que, en ocasiones, mis necesidades le importaban tanto como un desierto sin arena.

-          Llevo golpeando la puerta treinta minutos ¿Se puede saber qué hacías? –dijo con los brazos cruzados, sin pestañear-
-          Por si no lo sabes, necesito descansar.
-           Roberto ¿Podrías ayudarme con los deberes? –preguntó dulcificando su rostro-
-          ¿Es necesario? Hoy estoy algo confuso.
-          Ya veo que la edad no perdona  –volviendo a ser la Kerry de siempre-.
-          Si tuviera más fuerza aplaudiría esa estupidez. –repuso Roberto clavando la mirada-
-          La naturaleza  grandiosa doblega al hombre de acero –dijo ladeando la cabeza mientras lanzaba una mueca cargada de ironía-.
-          Ilústrame Kerry ¿A qué te refieres con semejante tontería?
-          Vaya, vaya. No hay que ser filósofo para entenderlo.
-          Tú sensibilidad es perversa, en serio. Eres insoportable.
-          ¡¿Pero qué te pasa?! No tienes un pijo de alegría en esa cara, mírate. Si es que pareces El Caballero de la triste figura.
-          Entiendo. Ahora voy provocado compasión.
-          Mira niño, déjame en paz de una maldita vez – Dijo Kerry apoyándose contra la pared, cruzando los brazos y suspirando, cuando ya los colores se habían posado en sus mejillas-.
-     No te mereces sino unos azotes –Roberto había escuchado la frase desde que era niño. En realidad no le gustaba lo que había dicho, pero era demasiado tarde para rectificar-.
-          ¡Atrévete a levantarme la mano, será lo último que hagas en tú vida! ¡Eres un desgraciado! –Kerry respiraba como si fuera a perder la vida-.
-          ¿Qué me has llamado?
-          ¡Desgraciado! –dijo acercando su rostro al que en aquellos momentos se había convertido en su enemigo-.

 

El eco sonó en las paredes de la alcoba. Fue la única vez que Roberto abofeteó el rostro de Kerry. Ella no se movió ni un palmo, ni gimió, ni lloró. Lo miró como nadie lo había mirado, escasos centímetros los separaban. Fue una escena penosa. La joven infló sus carrillos, mordió el labio inferior para sentir el ardor de su propia sangre y alzó la mirada un punto más alto, cerró el puño con toda la fuerza que poseía y lanzó una última mirada cargada de aborrecimiento. El brazo salió disparado para ser el peor inquilino de la mandíbula ofensiva. Por dos veces lo sacudió con destreza. Pudo escuchar el crujido del impacto y a la vez el lamento de Roberto que cayó fulminado sobre la alfombra, allí permaneció hasta recobrar del todo la conciencia. Lo que aconteció más tarde fue más inverosímil. Kerry llegó al baño consternada, deslizó del toallero una toalla, la empapó y como un alma perseguida volvió a la habitación para colocársela en el rostro ensangrentado de Roberto. Cuando notó su mejoría pegó la boca en el oído y le reveló: <<Así se pudra mi corazón no voy a olvidar que me levantaste la mano>>.

AmorKerry entraba al trapo con quien se le pusiera delante, no atendía a escalafones familiares, a jerarquías educativas o a chicos y chicas mayores que ella. Si le hacían daño, el que fuera, ella respondía con más daño. A la vez, tenía una debilidad con la gente que se presentaba de forma humilde. Sucedió durante el período de clases, Kerry había hecho una amiga a la que catalogó: Amiga para el resto de toda la vida. Tenía un rostro de los descritos como normal de necesidad, el cabello corto y algo rizado, ojos pardos, piel tostada y sonrisa sincera. Fue bautizada entre los demás alumnos como “La foca” por su gordura y un espeso bigote. Procedía de una estirpe hindú. Era muy amable, una chica tan amable que allí donde iba caía bien. Belén estaba encantada con ella viendo a su hija disfrutar por primera vez de una verdadera amiga.

El día fijado para el encuentro era el domingo. Kerry sabía que a Sharihna le ponía enferma la falta de puntualidad, las bromas pesadas y salidas de tono, en cambio, no se andaba con chiquitas a la hora de dar abiertamente su opinión, por muy dura que fuera esta. Al revisar el bolso, Kerry notó la falta de su L&M y anduvo presta a sacar uno de donde siempre lo guardaba, el bolsillo del albornoz. Contempló los números de teléfonos de la agenda, volvió a perfilarse los labios, cepilló una vez más su lacio cabello y con destreza colocó una redecilla de color malva, se torneó la figura desplazando las manos por torso y caderas, viró su cuerpo echándole de nuevo un vistazo. Colocó dos gotas de Chanel nº 5 en la parte trasera de las orejas y muñecas y se encaminó a la puerta de salida. Belén la contempló con cierto grado de admiración y otro cierto grado de indiferencia. Kerry ya se había revelado como una adolescente destinada a romper muchos corazones.

Era una época llena
de luces y sombras

Debió comprender Belén, al quedar de nuevo en soledad, que un secreto viajaba con su niña. Debió comprender el porqué el ser que más quería, lejos de abrirse y contarle lo que tanto le perturbaba, se encerraba impresa en una piel difícil de traspasar.

Era una época llena de luces y sombras, de constantes confesiones, de interminables silencios, de dudas y sospechas que planeaban como fantasmas en las vidas de los tres. Una época de especular con tal o cual acción. Lo medular era que el vínculo donde se soportaba el respeto estaba roto por los comportamientos de su hija y Roberto. Después de todo, la niña estaba en la barrera de los trece y también era normal que estuviera fuera de control, que eran más los pasos dados hacia atrás que los que pudiera hacer para avanzar, todo como una rara maldición. Un día no podía continuar con aquella historia que se le hacía interminable y al siguiente pensaba que el período finalizaría  de un momento a otro. Por eso, Belén abrazó a su hija y volvió a ensalzarla diciéndole lo guapa que estaba y deseándole que lo pasara bien al lado de la nueva amiga.

bolsosKerry llevaba para el encuentro un pantalón de color rojo, ajustado para realzar aún más las agraciadas curvas, una pichona blusa de color blanco, abierta en pico con varias esferitas en sus mangas y zapatos escarlatas. Era una abnegada entusiasta de los bolsos y de las redecillas de terciopelo que colocaba sobre el cabello haciéndola aún si cabe más atractiva. Con esa edad ya medía uno sesenta y cinco de altura y pesaba alrededor de cincuenta y cinco kilogramos. Había eliminado poco a poco los rasgos más infantiles a base de comportamientos maduros. Admiraba a las grandes actrices: Greta Garbo la fascinaba y Marlene Dietrich la encumbraba a la más abierta perversión. Representaba ciertos guiones de carrerilla. Por ejemplo, “Casablanca” fue interpretada en el salón de casa al menos en diez ocasiones, ni que decir tiene que el personaje de Humphrey Bogart lo hacía Roberto. Existía un pequeño problema entre ellos a la hora de realizar ciertas escenas. La bofetada que le prodiga el actor principal a Rita Hayworth, censurada, al igual que ciertos besos.

¡Qué hembra más guapa! ¿De dónde sales, meloncito mío? –le piropea un hombre entrado en años- Ella ni mira, ni siquiera sabe de dónde procede el habla. Se dirige al vestigio histórico del parque Doña Marena, lugar frecuentado por los jóvenes de su edad. Mientras atraviesa el dilatado paseo va dejando un rastro de suave perfume que hace volver la  cabeza a azarosas parejas. A lo lejos ve aparecer la figura redonda y pesada de Sharihna, no le desagrada, todo lo contrario. Junto a ella se siente más protagonista: <<¡Cómo te has puesto! Pareces una princesa>> –le dice Sharihna abrazándola y besándola-

-          Abrí el armario y me dije… éste es el adecuado –dijo restándole suntuosidad-.
-          Dame otro beso, estás…
-          Oye, dejemos los besuqueos para otra ocasión, no vayan a pensar estos tíos que estamos liadas, ya sabes lo que se cuece en estos pueblos de Dios –respondió sin parpadear- .
-          Kerry, no vivimos en un pueblo. Este municipio es uno de los más importantes de la isla.
-          Ya. Para mí sigue siendo un pueblo.
-          He pensado que podíamos ir al cine, hacen una de Tom Cruise…
-          Por favor Sharihna. Cuando quiera ir al cine ya te lo diré. Además, por tu bien te recomendaría que cambiaras de actores favoritos, si se le puede llamar actor a Cruise.
-          Hoy estás insoportable, eso salta a la vista. Dime, qué hacemos.
-          Te invito a merendar.
-          Acepto, pero con una condición.
-          Tú dirás.
-          No te meterás con mi hamburguesa XXL.
-          De acuerdo. Te llevaré flores al cementerio.
-          ¡Eres de lo que no hay!

 

Evitaron el tráfico, los ruidos y el molesto viento. Llegaron a una confortable croasantería y Kerry eligió la primera: <<Buenas tardes, me va a traer un zumo natural de mango y un montadito de jamón cocido.>> Luego dejó elegir a su amiga.

-          Cuéntame ¿Qué te ha ocurrido? –preguntó Sharihna olvidándose de la famosa hamburguesa- .
-          No lo sé –dijo Kerry con voz apagada-.
-          Estás triste por la ausencia de Roberto.
-          Ojalá no fuera así –masculló ladeando la cabeza-.
-          No bajes la mirada. ¿Es por Roberto?
-          Simplemente lo recuerdo. Ya me conoces…
-          ¡Oh, no! Estás completamente enamorada.
-          No es así. Y si lo estuviera, ¿acaso serviría de algo?, ¿eh? ¿Serviría de algo…? –enfatizada de rabia-.
-          Estás loca. Debes olvidarlo ¡Joder Kerry, es el marido de tú madre! ¿Te has vuelto loca, dime, lo has hecho? Puedes ligarte al tío que te venga en gana, pero a ese no.
-          Es un infierno lo que estoy pasando, una opresión de la que no logro zafarme. Noche tras noche sueño que me abraza y que terminamos haciendo el amor –Kerry apenas sí se daba cuenta de lo que estaba revelando-.
-          ¿Qué has dicho? ¿Qué batalla me estás contando?  ¿Hablas en serio? Respóndeme –Sharihna le tira de la mano-.
-          No puedo olvidarlo –repuso  con  voz  apagada-.
-          Dime que lo estás inventando. Que Dios me castigue si creo lo que me dices.
-          Este sentimiento que vive dentro de mí acabará matándome, lo sé –A Kerry se le acumulaban las lágrimas como pequeños racimos, pero no iba a permitir que se rompieran, estaba harta de llorar-.
-          La madre que te parió, estás como un jodido cencerro. Has abierto una puerta que te traerá muchos problemas y a Roberto seguro que le alcanzará. Apuesto a que se cargará la peor parte. Pero si te lleva más de veinte años…
-          ¡Ya basta! No repitas de nuevo el sermón. Prométeme que le pondrás un candado a tu boca y olvidarás para siempre lo que aquí hemos hablado.
-          Lo haré si me prometes que te vas a olvidar de su sombra. Menuda movida tendréis organizada en casa, como para perdérselo.
-          Déjate de bromas.
-          Venga, no te hagas la tonta y júrame que lo vas a borrar de tu mente.
-          ¿Pero qué dices, acaso yo te digo que olvides a ese Cristian…?
-          Cristian no tienen nada que ver con el culebrón que me has contado. Además, ese chico es majo y está loco por mí.
-          O por tus tetas.
-          ¡Eh! ¿Por qué tienes que ser tan cabrona?
-          Vamos, se hace tarde…

 

Ni una sola palabra durante el camino de vuelta. Sharihna, en aquel momento, no supo que era una privilegiada. Después de los días previos, de la propia meditación, del nivel más profundo que tuvo que alcanzar Kerry para hacer su primera confesión, la cita la dejó, si cabe, más atacada de los nervios.

Explosion__Stock__by_EnforcedCrowdElla combinaba la ambición por vivir lo más rápido posible con el descaro más sobresaliente. ¿Perversa? Ya había sido descrita desde siempre como un ser inestable, manipulador, oscuro, perturbado, un ser que, inconscientemente, hacía daño. Tenía seis años cuando le dijo a uno de los novios de Belén: <<No te hagas ilusiones con mi madre; eres muy feo, chaval.>> Sus calificaciones la hicieron conocida en la barriada, en cuanto aparecía un niño nuevo en la zona, las otras amigas la buscaban y en un pis pas el crío era bautizado con un apodo que lo perseguía a lo largo de muchos años ¿Por qué actuaba como si el mundo se cebara con ella? ¿Por qué le perseguía aquella manera enfermiza de actuar? El tiempo no ha logrado darme la respuesta, de modo que, me limitaré a narrar lo que propiamente llegó hasta mis oídos.

En las muchas ocasiones que pude hablar con Roberto y las escasas con Kerry comprobé el infinito dolor desde dos lados diferentes. El corazón se les saltaba del pecho. Al cabo de diez años, todavía abrigaban el sabor amargo de lo vivido, era como estar en medio de un terrible desastre. Una explosión espectacular de odio, rabia e impotencia. Ninguno de los dos quería saber qué rumbo habían tomado las circunstancia del otro.

Como después me explicó una sobrina de Roberto, el ritmo frenético de su tío lo llevó a la cárcel. Lo peor fue que había sido, literalmente, manipulado por una niña.

Una explosión espectacular
de odio, rabia e impotencia

Esto que relato a continuación puede servir de ejemplo. En las primeras horas de la tarde hubo un momento de sosiego, habían almorzado juntos y Belén volvió a sentir los dolores en el bajo vientre. Sus regurgitaciones se oían en toda la casa y su malestar la llevó a buscar de manera apremiante la cama. Varios sedativos lograron conciliarle el sueño, dos horas después despertó. Belén podía encontrar un panorama totalmente diferente. Por ejemplo, de pronto su hija y su compañero sentimental estaban enfadados y tras el despertar se trataban con una exquisitez envidiable. Lo extraño era que ninguno de los dos daba una sola explicación de lo ocurrido.

ExamenEra tiempo de exámenes y las tareas se le acumulaban a Kerry, una baza que jugaba a la perfección Roberto. Cuando pretendía castigarla por tal o cual acción sólo tenía que mantener una tenaz negativa a colaborar y en ocasiones, la estrategia daba sus frutos. Sin embargo, en la tarde que aconteció este hecho no fue así. Kerry llegó temprano, no medió palabra con ninguno, se posó en su habitación, abrió los libros y buscó encontrar el camino del estudio. Quince minutos después transitaba de un lado al otro de la habitación en busca de una solución, lloró de rabia mientras fumaba y supo que si quería tener alguna opción para aprobar, esa pasaba por acercarse de nuevo a Roberto. Llevaban cinco días como si no se conocieran, en el más perfecto silencio. Belén lidiaba con la amargura de cada uno y para más controversia, le concernía desayunar, almorzar y cenar dos veces, primero con Kerry y más tarde, con su compañero sentimental, una tragedia en toda regla.

Kerry pegó uno de sus portazos y fue directa a la cocina, minutos más tarde salió en busca de él. Se plantó delante como una roca difícil de mover y con el nerviosismo que la caracterizaba le suplicó e imploró ayuda. Él intentó ser fuerte pero una vez más no pudo.

-          De acuerdo, tú ganas. Coge el libro de Lenguaje y miremos esos verbos.
-          ¡Qué bueno eres! Quiero darte un besito.
-          Nada de besos.
-          Huraño.
-          Vamos a lo que vamos.
-          No te digo lo mal que estoy en esa materia porque…
-          Ni falta hace que me lo jures.
-          Déjate de ironías, además, tampoco tú pareces haber sido un buen estudiante.

 

Kerry desarrollaba una técnica algo peculiar. Se había traído de la nevera dos bols, uno con zanahorias previamente peladas y en otro descansaban al menos una docena de pastelitos. Durante el estudio, si este hablaba, ella estiraba la mano, cogía una zanahoria y sin levantar la vista del libro se la colocaba en la boca. Kerry acababa el ritual degustando los pastelitos.

-          ¡Estoy harto de tanta zanahoria! Deja el estudio y comencemos con las preguntas.
-          Ya sabes que no me gusta que hables cuando estudio.
-          Lo entiendo ¿pero qué hago si me llaman por teléfono…?
-          La casa es tuya –indicándole con el bolígrafo varios rincones donde seguir conversando-.
-          Me gusta hablar desde aquí.
-          Pues…
-          Vale, vale. Es imposible razonar contigo. Dime… ¿A qué se llama gerundio? –Kerry suspiró, quedó vagamente pensativa. Estudiaba más bien poco, sin hacer el menor esfuerzo-.
-          El gerundio es… el gerundio es… ¿A que tiene cierto parecido con…?
-          Si, con geranio.
-          ¡Eso es, con geranio! Ya lo pensaba yo. Gerundio, geranio.
-          Mis oídos no soportan más estupidez. Me voy de aquí.
-          Roberto. Lo siento, te pido perdón –el olvido la delataba y entonces, en un gesto propio sacaba su liviana lengua y se lamía los labios antes de proseguir-. Ya sé que no soy una buena estudiante. Para qué contarlo. Mi cerebro necesita al menos dos vidas para volverlo a iniciar en los estudios.
-          Kerry, lo que necesitas es más tesón, entender que no serás nada sin estudios. Te he aconsejado mil veces y mil veces haces oídos sordos. ¿Cómo  crees que vas a avanzar si te pasas la mitad del día frente al televisor? ¿Sabes los disgustos que nos ha acarreado tu comportamiento en el instituto, sin embargo, qué haces…?. Nada, no haces nada.
-          Juro por Dios que las lecciones se me borran de la memoria. Por ejemplo, he dado ni se sabe cuántas veces el geranio.
-          Gerundio.
-     ¡Ves! Son mis fantasmas los que provocan tanto desorden. De pronto quiero concentrarme y aparecen fugaces y extraños pensamientos –sus ojos permanecían pendientes de los de Roberto, nítidos de hermosura, afligidos por la confusión. Irrumpía tras un leve silencio con una pregunta cargada de emoción-. ¿Por qué será todo tan difícil?
 

Era éste un terreno en el que a Roberto no le apetecía entrar, se advertía débil y vulnerable. El cariño que vertía en Kerry rozaba lo extraordinario, aunque, en ocasiones, quisiera demostrar lo inverso. Estaba a punto de cortar el improvisado estudio, pero tomaba aire, queriendo pensar que en el diálogo residía la respuesta.

-          Lo exageras todo. Cuando quieres conseguir uno de tus caprichos ¿A eso le llamas dificultad? No, no puedes engañar a la realidad. Una persona como tú, llena de energía y de vida debe empezar a dejar atrás esa etapa de ignorancia.
-          ¡Estoy harta de que me trates como a una tonta! ¡Estoy harta de ser el hazmerreír del instituto, harta de los malditos libros y de aquellos que se empeñan en decirme cómo debo decir, cómo debo pensar y cómo debo comportarme!
 

Kerry apoyó la temblorosa mano en su ardiente mejilla, bajó la mirada, cerró los ojos y comenzó a sentir cada uno de los latidos que recorrían su cuerpo. Entonces sobrevino, dos cristalinas lágrimas fueron humedeciendo las aisladas pecas que embellecían el frágil rostro. Perpetuaba su inmovilidad, y esa actitud le prestó la apariencia de una diosa, de un ser infinitamente sensible.

Llevas mi veneno
dentro de ti

El milagro que ansiaba ocurrió. Roberto deslizó sus labios hasta el rostro y atrapó en él las dos perlas cargadas de sentimiento. Desconozco quién extendió primero la mano para cobijar al otro, en realidad, poco importa. Entre emociones contenidas, el hombre alzó la mirada de la adolescente, comprobó una vez más la profundidad que encerraban sus verdosos ojos y volvió a sentir el intenso y agitado respirar que lanzaba contra su boca. Un soplo más ardiente que el aire viviente del desierto. Hubo un resplandor que inmortalizaba cada movimiento. La sangre de ambos entraba y salía erizada del corazón. Roberto se abrió paso entre una constelación de dudas y miedos para susurrarle: <<No eres tonta. Yo soy el tonto.>> -Kerry le regaló una tímida sonrisa antes de proyectar su sentencia: <<Ahora ya estás condenado, llevas mi veneno dentro de ti.>>

prensaLa historia de Roberto fue convertida en escándalo. Dos días después de la detención se le confirió el tratamiento de peligroso agresor sexual y violador. Periódicos que en sus páginas centrales abrían con la noticia: “Abusaba de su hijastra a espaldas de su mujer” apuntaban ya una severa condena. En esta conciencia de culpabilidad, el protagonista se había ganado el desprecio y la repulsa de todo aquel que reconocía su identidad.

Más que la supuesta manipulación que impuso a su hijastra, lo que verdaderamente asombró a profesionales, colectivos y madres fue la frialdad con la que habría actuado. A Roberto se le aplicó una crítica feroz en hogares, zonas de trabajo, salas de espera, bares y hasta en el último rincón donde la noticia había desembarcado. Se vertía el corrosivo comentario sin la menor conmiseración. Ni qué decir, que tanto hombres como mujeres se situaron al lado del sufrimiento de la niña. El supuesto agresor, además de acabar con la tierna infancia de Kerry tuvo el grado de ser comparado como una especie de Marqués de Sade, depravado y borracho. Un degenerado drogadicto y vicioso.

Mi tarea como narrador no es detallar un suceso agresivo o pornográfico, entre otras razones, porque después de profundizar en las declaraciones de ambos protagonistas, tengo el firme convencimiento de que nada de lo que se dijo sucedió, a pesar, de las tormentosas declaraciones vertidas por Kerry. Sí tengo que destacar, que existir, existen muchas lagunas escondidas en la propia realidad, preguntas que deambulan aún hoy sin encontrar una respuesta. Por ejemplo, ¿Si Kerry gozaba de total libertad  por qué no denunció mucho antes un hecho tan doloroso? ¿Acaso fue una decepción lo que le llevó a dar este paso? ¿Qué pudo pasar el fin de semana  previo a la denuncia?

Existen muchas lagunas
escondidas en la propia realidad

En las declaraciones de Kerry se recogen muchas refutaciones. Por un lado, alegó que Roberto la amenazó con largarse de casa si dejaba de hacer el amor con ella. ¿Largarse de casa cuando se había ido o lo habían echado al menos en seis ocasiones?- extraña razón esta-. También dijo que para forzarla sexualmente la amenazaba continuamente con dejar a Sacha sin padre. Según Kerry, Roberto utilizó una estrategia de perpetuo desgaste. De forma inverosímil, los reconocimientos médicos y forenses que le practicaron no detectaron ningún tipo de ataque a la menor.

Las cartas de Kerry son dignas de repasar. Casualmente, el acusado las llevaba encima el día de su detención. Meses después se las hizo llegar al abogado. Me parece tan extraño que una persona a la que se la está continuamente abusando sexual y psíquicamente escriba de su puño y letra lo siguiente: Hola Roberto, soy Kerry. Estarás pensando cosas que no son. Yo me habré enrollado con muchos chicos, pero al único que de verdad he querido ha sido a ti… –este y otros escritos se recogen en el sumario de “Kerry contra Roberto Alcázar, acusado por un delito de Agresión Sexual en grado continuado”. ¿Cómo actuó el juez instructor ante tal hecho? Al magistrado del procedimiento no le quedó otro remedio que llamarlos en tres ocasiones y por separado. Al final de los interrogatorios, no dio crédito a ninguna de las dos versiones. Por un lado, las respuestas del imputado no vertían luz al asunto ya que se limitó a expresar que la carta la guardaba por temor a que la propia Belén se enterara y llegara a mal interpretar lo escrito. ¿Mal interpretar? Dios santo, la adolescente le declaraba abiertamente sus sentimientos y para recrudecer más la situación, en el manuscrito le profesaba lo feliz que era al hacer el amor. Durante el último interrogatorio, Kerry cruzó la puerta de los juzgados abatida. Iba a verificar el contenido de dos nuevas cartas donde además aparecían corazones dibujados con estas letras: K y R. En un primer momento se limitó a discrepar sobre su procedencia, más tarde dijo que fue el propio Roberto quien las rotuló, viendo la cara que se le quedaba al juez instructor rectificó alegando que sí eran de su puño y letra pero las escribió presionada por el acusado.

La verdad, como la mentira, no vive eternamente bajo el escudo propio de la edad. No me es posible entender que cuando se tienen doce años la mayoría de las personas no saben realmente el alcance ni el dolor que se puede llegar a infligir a las otras personas. Kerry lo sabía. Mintió una y otra vez, imperturbable como un verdugo llevó hasta el final su propia venganza.

Ante las duras acusaciones, el propio abogado defensor quedó sin respiro. La noche de autos lo esperó en la sala de acusados. El jurista al verlo pidió estar a solas unos minutos y entre otras primicias le confesó: “Roberto, Nunca he visto a una persona derramar tanta mierda por la boca como lo ha hecho Kerry en esta noche.  Conciénciate. Vas a ir a la cárcel de cabeza”.

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2 Comentarios

  1. Impresionante.
    Como norma general, está claro que cuando una mujer pone el ojo en un hombre, es casi imposible que se le escape. Sin duda Roberto amaba a Kerry. Hay circunstancias que llevan inexorablemente al sufrimiento. Un hombre maduro y una joven que le desea es un fuego del que habría que huir precipitadamente, pero ese hombre débil sentirá que se le ablanda el corazón. Lo tengo que hacer por ella… y al final… ocurre lo que tiene que ocurrir. ¿Pero cómo iba a dejar a la madre y a la hija, a quienes amaba?
    Por lo tanto, tal situación hace que el resultado sea inexorable.
    Enhorabuena a quien escribe. Por los detalles parece que debería ser una mujer, sin embargo, por la comprensión hacia Roberto, parece que debe ser un hombre.
    Al final, da lo mismo, lo importante es el creador.
    Respecto a la sugerencia de la sombra… sólo el autor/a sabrá exactamente el porcentaje de materialización. Ello en sí mismo, debería ser un aviso de que las almas pueden ser una realidad.

  2. ¡¡FELICIDADES!! nuevo capítulo de Kerry, me parece impresionante el perfil de Roberto. Kerry es increíble y lo demuestra en cada frase suya. Esta historia tiene mucho de veracidad así que animo a la gente a que la lea. Un abrazo al creador de este espacio, el auténtico Javier Mesa. Gracias de un eterno agradecido.

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