Sólo sobrevive el amor. Después de todo ¿qué otra cosa nos queda?

Puedes acostarte con todas las mujeres o todos los hombres, y de nada sirve, porque sólo el amor sobrevive.

Puedes tomarte todo el alcohol, consumir toda la droga y haber trasnochado toda tu vida.

Pero de nada sirve, no, no. Porque sólo el amor sobrevive.

Son los fantasmas tajeándote el pecho, los demonios internos comiendo tus tripas.

Nada sobrevive, sólo el amor puede hacerlo. Y cuando falta no sabes si estás sentado o parado.

La sangre deja de correr por tu cuerpo y éste se vuelve un papel abandonado con el que alguien se

limpiará el culo. Porque sólo el amor sobrevive.

Puedes pajearte en el baño, en la cocina o en la oficina. Puedes sentarte a esperar la muerte en una

esquina. Pero de nada sirve, porque sólo el amor sobrevive.

El amor es una guerra de guerrillas, sin cuarteles, sin campos de batalla prefijados, sin reglas.

Porque en el amor nunca las hay. Porque el amor es sufrir, es llorar, es reír y es cantar.

Es como una mala pasada de alcohol. Una borrachera que te lleva de viaje por el cielo y el infierno.

Cuando sólo tienes una hora reloj para llorar por el amor, entonces entiendes que sólo él sobrevive.

Y puedes fumar marihuana en la plaza, aspirar cocaína en tu cama o simplemente comer maní con

chocolate. Pero sólo el amor sobrevive.

Escrito en tu casa o en la mía o en cualquier lugar, vaya uno a saber cuándo.