El orangután del plátano

El lanzamiento de un plátano al futbolista brasileño Dani Alves realizado por un aficionado del Villarreal es un acto bochornoso y censurable que está alcanzando una repercusión mediática notable. La reacción ejemplar del futbolista, que de manera inteligente decidió coger del césped el plátano, comérselo y agradecer públicamente ese aporte de potasio adicional que le permitió subir la banda con más fuerza hasta el final del partido, ridiculizó al orangután que lo lanzó, al cual, todo sea dicho, el club de sus amores ha prohibido volver a entrar en el campo de por vida.

Desgraciadamente, los cánticos y las descalificaciones racistas continúan presentes en las gradas de los estadios, a veces con inquina y otras con simple estupidez. Lo cierto es que son comportamientos injustificables, los cuales hay que erradicar cuanto antes de nuestra sociedad.

Mariló Montero y Neymar, imitando el gesto de Dani Alves. (YOUTUBE)

La respuesta mediática de gente como Neymar, colgando en las redes sociales selfies comiéndose un plátano, y el seguimiento y apoyo obtenidos, han puesto de manifiesto que la mayoría apostamos por la convivencia y la integración, hemos arrinconado los estúpidos sentimientos de superioridad y nos consideramos humanos por encima de cualquier otra diferencia. Decididamente, hay que actuar con dureza contra estos insensatos que aprovechan el resguardo de la multitud para comportarse como cafres. Quizá en el ánimo del espectador impresentable no hubo voluntad consciente de mofarse de la raza negra, o quizás sí, en cualquier caso ha de pagar las consecuencias de su acto de manera inapelable.

Es una cuestión coyuntural, puntual y transitoria,
pero que puede formar callo

¿Es posible que nos encontremos en España ante un auge del racismo; nosotros, que históricamente hemos sido una tierra de intercambio, mestizaje y colaboración? La crisis económica y las desigualdades han provocado que lo que antes sobraba nos resulte ahora necesario. Y la presencia de inmigrantes en nuestro país, beneficiándose del mismo modo que nosotros de ese estado de derechos que con tanto esfuerzo sostenemos, se puede percibir como amenaza. De ahí a la xenofobia solamente queda un paso. Es una cuestión coyuntural, puntual y transitoria, pero que puede formar callo; un efecto cultural que debemos prevenir, y controlar, entre todos. Y para ello de nada sirven las soflamas encendidas e irreflexivas contra las vallas y el control fronterizo de Ceuta y Melilla, por ejemplo. Permitir, o alentar, el libre acceso de esos subsaharianos indocumentados a nuestro país implica afianzar las mafias que se lucran con su sufrimiento. La circulación descontrolada de inmigrantes alienta la desconfianza, la incomprensión y el rechazo hacia el recién llegado, especialmente cuando la bolsa general está tan vacía como ahora.

Por otra parte, del mismo modo que urge reaccionar implacablemente ante estas actitudes racistas, también habría que haberlo hecho ya cuando se producen cánticos y manifestaciones, tan graves como estas, de rechazo y aversión a lo español en algunos estadios de fútbol del norte. El “ETA mátalos” o las imprecaciones ofensivas contra la Virgen del Pilar u otros símbolos del país, así como los insultos a los aficionados por el mero hecho de no ser nacionalistas, también deberían ser firmemente perseguidos hasta erradicarlos. Aunque este tema casi siempre ha sido silenciado, quizá porque resulta todavía más complejo y exigente para los engranajes del Estado.

Bravo, Dani Alves.

Ojalá entre todos sigamos comiéndonos muchos más plátanos.

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