Resaca del mundial

Ha finalizado el mayor espectáculo futbolístico del cuatrienio con un regusto amargo para los aficionados, exceptuando a los germanos, claro está. La superlativa decepción española, eliminada a las primeras de cambio, supuso para todos nosotros un enorme jarro de agua helada que nos despertó de ese sueño maravilloso comenzado en 2008.

camiseta EspañaYa vaticiné en mi artículo de noviembre de 2013, «La Roja» más roja, que el cambio de equipación a todo rojo no barruntaba nada bueno. Desgraciadamente no me equivoqué. Cabe decir, no obstante, que competir más de seis años seguidos al máximo nivel es una utopía, que no es posible ganar siempre y a todos, que no debemos rasgarnos las vestiduras después de este traspiés. Toca cambiar de ciclo, armar un nuevo equipo con futbolistas con hambre renovada y supervivientes de la actual escuadra, y seguir compitiendo con ese incuestionable estilo propio para alcanzar nuevos logros. A fin de cuentas, lo inusual es ganar títulos, no perderlos.

Por primera vez desde que tengo uso de razón hemos detestado al combinado brasileño, ese del jogo bonito. Tradicionalmente los cariocas han representado el gusto por el toque, la alegría vistosa, el fútbol de ataque. Esta vez se han mostrado como un equipo ramplón, timorato y sin ninguno de los valores que siempre los ha identificado. Su animadversión hacia el combinado español compartida por los aficionados, alimentada por el miedo generalizado al fracaso, llenó de silbidos y abucheos a los nuestros —incluso de carcajadas tras su eliminación— y, por contagio, generó en nosotros un rechazo proporcional al recibido. Así, terminamos lamentando el penalti chileno al poste y alegrándonos con las escandalosas derrotas brasileñas ante alemanes y holandeses.

Toca cambiar de ciclo,
armar un nuevo equipo

Alemania ha sido un justo vencedor. Es un digno sucesor de España en el olimpo futbolístico mundial. Con un bloque poderoso, directo, potente y grandes jugadores barrieron a Brasil y se impusieron merecidamente en la final a la correosa Argentina. También Holanda, Colombia, Costa Rica y quizás Francia brillaron con luz propia.

En cuanto a nombres propios, hubo mucho menos de lo que esperábamos. La elección como mejor jugador de un Messi paupérrimo de forma, cuyas arcadas y vómitos durante los partidos comienzan a ser tan preocupantes como el bajón en su juego, es el mejor exponente. La calidad del colombiano James y la velocidad explosiva de Robben han sido, para mí, lo más sobresaliente en el plano individual. Y por supuesto el espectacular gol de Götze que, a lo Iniesta, ha valido otro mundial en una prórroga.

Por fortuna el deporte, y sobre todo el fútbol, está lleno de reválidas, revanchas y nuevas oportunidades. Muy pronto nuestro combinado nacional iniciará la fase de clasificación para la próxima Eurocopa. Brasil 14 será, a partir de ese momento, una muesca más en nuestra historia deportiva. Aunque para algunas generaciones de alemanes, como lo fue Sudáfrica 2010 para nosotros, será por siempre un recuerdo memorable.

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