Su último cliente roncaba con estruendo, desmadejado sobre la cama de la sórdida pensión. Le observó mientras se ponía las bragas faja de algodón antes blancas, que ya comenzaban a amarillear,y las desgastadas medias de rejilla que se resistían a subir por sus piernas paticortas y celulíticas.

– El tercero de la noche – pensó – , no está nada mal. Desde que cerraron el videoclub de la esquina y abierto la nueva cervecería, el negocio sube como la espuma…

Embutida en su vestido de plástico cogió todo el dinero de la cartera del ebrio y bello durmiente, le lanzó un beso volado y cerró la puerta.

– Como la espuma – murmuró entre sus dientes cariados mientras bajaba por la escalera – : ¡Dios salve a la cerveza!

* Aunque no lo parezca, tengo un sentido del humor muy peculiar. Escribí este relato para un concurso que convocó el blog literario La siguiente la pago yo. Las bases, plagadas de humor, especificaban que el tema del relato debía ser “La influencia de la cerveza pilsen en la política económica” o libre. Era evidente que la primera opción era una broma. De todos modos, decidí escribir un micro sobre ese tema y con ese título. Éste fue el resultado.

No gané pero conocí a gente entrañable en una entrega de premios regada con cerveza. Los de La siguiente la pago yo sí que saben y no los del Planeta.