Ensayo sobre los sueños

Escrito por: Iván S. C. (estudiante de Psicología)

A lo largo de la vida pasamos una tercera parte de ella durmiendo, pero no siempre soñando.

Si sumamos todos los paseos que cada noche realizamos a la casa de Morfeo, el total nos daría, como media, tres años de fantasía y cuentos que nos trasladan a lugares que, de otro modo, nunca hubiéramos conocido. Al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa, el cerebro sigue “funcionando” ya que tan solo se reduce un 20% de su actividad respecto al estado normal de vigilia.

Para tomar conciencia de qué es el sueño, primero pasaré a explicar a groso modo la percepción”. La percepción es una aprehensión de la realidad a través de los sentidos. Es un proceso sensocognitivo en el que las cosas se hacen manifiestas como tales en un acto de experiencia. La percepción se inicia como proceso, con esa apertura a la realidad que se llama atención. Ahora bien, una vez creada la experiencia a través de la percepción…

¿Como la guardamos? ¿Como creamos el recuerdo que más tarde usaremos para crear el sueño?  

 Imaginemos una charca de agua tranquila a la cual arrojamos una piedra. Como podemos imaginar, se crean una serie de olas que recorren todo el espacio de la charca. Pues bien, podemos decir que esas olas son los recuerdos de una experiencia que se prolonga a través los estímulos energéticos,  producidos por los contactos sinápticos (que en el cerebro son alrededor de 1014 ).  La charca sería el complejo sistema nervioso y, más concretamente, el que está repartido por el córtex de donde los estímulos energéticos partirían al encéfalo, que es el encargado de recrear el sueño.

Dicho de otra forma, la conciencia, los recuerdos, lo vivido, no parece dividirse en fragmentos; es más bien una corriente, un flujo. Cada recuerdo, cada vivencia parecen actos discontinuos, pero cada uno de ellos está sostenido por la masa fluída de toda nuestra existencia psicológica. Cada uno de ellos no es sino el punto más iluminado de una zona movediza, que comprende todo lo que sentimos, pensamos, queremos; la totalidad de lo que somos en un momento dado. 

¿Y qué tiene que ver esto con los sueños?

Pues bien, como es lógico las olas de la charca que son esos recuerdos terminan por llegar a la orilla y pierden su forma, su energía y desaparecen, el sueño se encargaría de restablecer esas olas-recuerdos, de reconducir las experiencias en un constante fluir en la corriente de conciencia. Así lo que hoy experimentamos, días, meses o incluso años después podemos revivirlo. Claro está  que cuanto más tiempo pase más difícil nos será restablecer exactamente las experiencias. Pero no os preocupéis, pues si nos falta alguna pieza del puzzle, de un recuerdo, podemos engañarnos a nosotros mismos y recrear esa pieza de la forma que más nos interese.

¿Entonces podemos “leer” los sueños?

Bueno, teniendo en cuenta que durante el sueño reordenamos nuestras experiencias, si alguna de ellas nos tiene preocupados “ego-centrados” más de lo normal, sería lógico pensar que al restablecer esas olas-recuerdos lo hagamos en consonancia a la experimentación que más ego nos ocupe.

El ego según la teoría de Freud, es la capacidad de darse cuenta de lo que ocurre en nuestro interior,   relacionándolo con los acontecimientos exteriores a nosotros, en la medida en que nos interesa. Por ende es muy lógico pensar que los sueños son interpretaciones a realizar como aprendizaje o entrenamiento a lo que a de acontecer, siempre bajo una cuidadosa interpretación, ya que durante la fase REM (movimientos oculares rápidos) de sueño, la norepinefrina y la serotonina desaparecen, y son el motivo por el cual los pensamientos no pueden organizarse y se vuelven incoherentes, perdemos el sentido, la identidad y nos desorientamos, de la mano de Alicia en su país de las maravillas.

“Los sueños, sueños son, anhelos de un pasado,  presentes de un ayer, como nubes que no han de volver, más siempre estarán ahí.”

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