Un niño de 7 años pegado a la barra de la cocina de hierro que funciona desde horas atrás para paliar
Una parte del frio que se cuela por ventanas y ventanucos hechos de madera, con bastantes años a sus
Espaldas, el niño tiene en las manos hojas de pino, también llamadas agujas de pino, que son delgaditas
Y caben por cualquier agujero de la plancha de la cocina de hierro, se encienden, pero al quitarlas no
Arden de todo pues aun están verdes, pero queda el ascua encendida durante un rato, y cuando se apaga
La vuelve a meter para que vuelva a arder, el niño no es tonto, cuando queda poco tramo de aguja, la
Deja caer por el agujero para que arda dentro, y así no se quema.

Vuelve a coger otra y así sin descanso, está esperando a su padre que vendrá a las nueve y media o diez
De la noche, como todos los días, el niño aunque tenga sueño no se va para la cama, aguanta, pues por
Nada del mundo se quiere ir sin ver a su padre.

Para el niño
su padre es Dios

Poco tiempo después oyen los golpes en las tejas de la casa, el niño ¡es papá, es papá! Ya vamos a abrir
Dice su madre, el padre no tiene llave para abrir la puerta, solo hay dos llaves, una la tiene el Abuelo,
Que es el dueño de la casa, y la otra esta para servicio de las mujeres, hay que arreglarse, hacer una
Llave es cara, estamos en 1960.

Para el niño su padre es Dios, como para casi todos los niños del mundo, pero pasarán años antes de
Que el niño se dé cuenta, de que el padre no viene de trabajar a esas horas, no, viene de los bares, de
Estar con los “amigos” ¡sí! al niño le quiere, pero las tabernas tenían más fuerza que la familia, y ahí se
Rompió todo.