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Más allá de la ciencia (Cap. 13): “Campos de abstracción y cuerpos de luz” (3ª parte)

Posted By Quintín Gª Muñoz On 31/05/2016 @ 09:00 In Apuntes,Ciencias | No Comments

Creo que estos dos son los cuerpos que verdaderamente podemos modificar. Más allá permanece el cuerpo del alma, que en mi opinión es mucho más difícil de descubrir conscientemente. Probablemente todo trabajo de creación mental palpa las zonas externas del cuerpo del alma y permite que permanezcamos de una forma inconsciente dentro de su esencia. Respecto a lo que se puede leer en ciertos libros, que más allá de estos vehículos, todavía existe la mónada con sus tres divisiones o cuerpos que son atma, budi y manas (voluntad espiritual, amor espiritual y mente espiritual) apenas podemos saber nada los mortales comunes, como somos todos los que intentamos crear abstracciones y campos mentales.

Ciertamente no sabemos, como norma general, si con nuestra mente tocamos los planos de la mente superior o de la inferior, si permanecemos en el mundo de los sentimientos o plano astral, incluso si en un momento de extrema atención e interés llegamos al plano búdico. Respecto al cuerpo astral, que suele recibir muchas atenciones por parte de los curiosos, es más que probable que no tengamos ningún control sobre él. En ocasiones, especialmente en los sueños, se comporta como si fuese independiente de nuestra mente, como una entidad que tiene sus propias necesidades, aunque en la mayoría de las ocasiones se someta a nuestra autoridad consciente.

Somos capaces de
crear imágenes mentales

Sin embargo, nada más que puede, persigue sus propios objetivos. Probablemente sólo nuestro Ángel Solar pueda controlarlo. Hay que recordar que es el Ángel Solar quien emite la Palabra y reúne con su potente sonido y vibración, los cuerpos mental, astral y etérico para la futura encarnación humana. Es bueno recordar en este momento que cierta clase de filosofía plantea la posibilidad de que el elemental físico, el elemental astral y el elemental mental son entidades con inteligencia propia controladas hasta cierto punto por el poder del alma o ángel solar, pero ni mucho menos por nuestra consciencia, tal y como se demuestra en aquellas acciones que complican la existencia de todos nosotros, y no nos comportamos como seres racionales.

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Sabemos que respiramos, visualizamos y reactivamos el cuerpo dorado etérico, y no dudamos de que es así porque nos elevamos sobre el estado amorfo de energía en el que solemos permanecer. Podemos tener la certeza de que somos capaces de crear imágenes mentales y que en cierta medida tocamos otros mundos, pues una vez contactados desciende sobre nosotros una paz desconocida.

Que esto es así, es fácil de comprobar: imaginemos que volamos hacia un palacio de cristal donde permanece un algo abstracto que es la virtud y el bien supremo. Es más que probable que en un cincuenta por ciento de intentos obtengamos éxito y la paz llegue hasta nosotros.

Tampoco sabemos si el mencionado lugar interno es nuestro propio yo superior o algún otro espacio de nuestra mente, que de alguna forma se ha creado a lo largo de los años inconscientemente, sin saber realmente lo que hemos estado trabajando gracias a nuestro deseo de conseguir el estado de felicidad proporcionado por un supuesto paraíso. Llegamos a una situación personal en la que somos capaces de adquirir una energía desconocida, pero no discernimos si estamos dentro de nosotros mismos o en algún lugar común a todos los mortales que se ha formado gracias al pensamiento y la devoción de miles de millones humanos a lo largo de tantos miles de años.

Necesitan un modelo mental
que les sirva de referencia

Necesitamos, como diría un científico actual, tener un modelo de universo en el que se puedan catalogar o almacenar ciertos aspectos vitales que nos suceden. Estos modelos pueden ser más o menos perfectos, y si no queremos extraviarnos, necesitamos estudiarlos y asimilarlos. Hay personas que tienen la facultad de proyectarse a sí mismos fuera de su cuerpo, pero se pierden. Necesitan un modelo mental que les sirva de referencia y establezca ciertas coordenadas. De lo contrario vagan sin ningún rumbo y ven otros planos pero están perdidas.

Hay otra clase de estudiantes que no son tan capaces de proyectarse conscientemente fuera de su cerebro-mente-cuerpo pero que tienen un modelo de referencia. Si ocurre, por alguna extraña y casual circunstancia, que los dos unen sus fuerzas, el que es conocedor de cierto modelo de acontecimientos sirve de guía en los planos superiores, aunque paradójicamente sea ciego, pues se rige por el instinto extraído de sus continuados estudios y conduce a ciertos lugares a aquel humano que es capaz de salir de su cuerpo pero que ciertamente se pierde, porque va detrás de todo lo que ve, sea de una clase u otra.

Y es muy probable que un vidente que no tenga cierta cultura mental vaya a la deriva y sea arrastrado hacia algunos lugares indeseables, que probablemente habría evitado si hubiese poseído una mente cultivada y llena de conocimiento, y de los que podría salir muy escarmentado. Por ejemplo, al meterse en donde no le llaman, cierta reunión de gente de “otro tipo” y que pueden sentirse ofendidos y espiados. Puede suceder que un vidente posea también un extraordinario y poderoso razonamiento, entendiendo por razonamiento no sólo la capacidad de razonar, sino algo que algunos sabios denominan razón pura, algo distinto a la razón y que reside en el corazón. Es muy probable que el joven francés capaz de crear desde niño campos de abstracción pasase por momentos desoladores, lugares extraordinariamente tenebrosos y que contactase con seres invisibles. Sin embargo, fue un hombre sabio cuyo corazón era de oro a pesar de que las circunstancias fuesen un tanto desfavorables.

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Nada ni nadie en el mundo es capaz de asegurarnos que quien llega a ser sabio tendrá éxito en todos los aspectos de la vida. Lo que sí es de agradecer es que tales mentes brillantes, desconocidas por lo general, no catalogadas e incomprendidas en muchos casos, aporten un poco de luz, aunque sea simplemente constatando que más allá del cuerpo físico existe un lugar al que viajar con la mente. Tales personas privilegiadas existen y muchas veces si se muestran a los humanos corrientes es con cierto sacrificio por su parte. También es verdad que sólo en su inocente juventud se muestran como son, inconscientes todavía del dolor que algún día algún humano común les infringirá por el hecho de ser superiores y diferentes. Es también muy cierto, que por miles de fenómenos que nos aseguren que existen, mientras nosotros mismos no los experimentemos, aunque sea en pequeña medida, nada podremos dar por válido. Cada uno debe cultivar su mente y establecer sus propios enlaces entre los acontecimientos inconexos de su vida.

Otros mundos existen, pero no basta una varita mágica para entrar en ellos. La única manera de penetrar en su secreto es el ejercicio de visualización continuado y el estudio prolongado de algún modelo de universo que le lleve hasta ellos. Una vez conseguida la certeza de que algo hay ahí dentro, la vida debe continuar, pues como decía aquel joven francés “por algo estamos aquí”. A pesar de desvelar algunos pequeños misterios, ¿quién es el ignorante que se atreve a descifrar la vida en sí misma? ¿Por qué causa se crearon, se recrean y se mueren los soles y las incontables galaxias? Ante tamaña grandeza y excelsitud, el sabio más sabio que pueda habitar en nuestro mundo también se quedará perplejo, sin palabras ni fórmulas, y su mirada permanecerá atónita, sabiendo que deberá seguir investigando y buscando, que no es nada más que un aprendiz de aprendiz de aprendiz de sabio.

 

 

 

 

 


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