En cuarto de carrera descubrí que mi vocación era la enseñanza. Así que, al terminar estudios y prácticas de milicias y, dado que en Zaragoza solo había entonces tres institutos, emigré a Lérida. Allí impartí clases de Física y Química en el I.B. Marius Torres y nos negamos a firmar la adhesión a los principios del movimiento. Participé en las primeras huelgas-paros técnicos nos decían que las llamáramos-y me matriculé a distancia de Filosofía en la Universidad de Barcelona, estudios que abandoné.

Con alumnos I.B.Blecua preparando viaje al CERN

Realizábamos viajes de fin de semana a Zaragoza, Tarragona y playas aledañas, Barcelona y Andorra. En el Principado adquiríamos libros, posters y música prohibidos, con algún que otro sobresalto al cruzar la frontera. Cuando en 1973 se produjo el atentado a Carrero Blanco cerraron el instituto y, al desplazarme a Zaragoza, sufrí varias paradas de control de la policía, tal vez por el pelo largo, afortunadamente sin mayores consecuencias.

Tras más de cuatro años de estancia en tierras catalanas, retorné como profesor a Aragón. Mi primer destino fue la villa de Alagón, a cuyo nuevo instituto pusimos el nombre de Conde de Aranda. Tras las oposiciones y un periodo de provisionalidad en los institutos Mixto 4 y Avempace de Zaragoza, volví a Alagón. Durante esos años no tuve prácticamente relación con la Facultad de Ciencias, salvo alguna asamblea en los principios de la transición a la democracia y la asistencia a cursos de actualización para profesores de bachillerato.

La conquista de las libertades democráticas tuvo como consecuencia, además del desaforado destape, la explosión de la cultura en todas sus manifestaciones (literatura, arte, música, teatro, cine, prensa) y un gran impulso de la enseñanza pública, solo equiparable a los tiempos de la Segunda República.

Eran corrientes en los institutos de los años ochenta las jornadas culturales organizadas con esmero  por un profesorado muy involucrado. Logramos introducir en la semana cultural de Alagón actividades científicas, como visitas a laboratorios e industrias y algunas conferencias. Contamos en la primera de las charlas con la participación de Manuel Quintanilla, que habló  del láser y los hologramas. Fue el comienzo de mi interés por la divulgación científica y el germen de Ciencia Viva (CV).

El comienzo de mi interés por la divulgación
científica y el germen de Ciencia Viva

Dejé Alagón y me trasladé al que sería mi último destino, el I.B. José Manuel Blecua de Zaragoza. Tras una temporada dedicada a reivindicar la enseñanza pública presenté en Educación un proyecto que terminó por denominarse Ciencia Viva. Tras aprobarlo la Dirección  del MEC, presidida por Pilar de la Vega, en el curso 1990-91 comenzamos la andadura.

Clausura Año Internacional de la Química 2011

Los primeros conferenciantes fueron profesores de la Facultad de Ciencias: Mariano Hormigón, Pedro Arrojo, Eva Villarroya, Antonio Seguí, Eustoquio Molina y Amalio Fernández-Pacheco. Éste último nos animó a visitar el CERN, siendo los del Instituto Blecua los primeros alumnos preuniversitarios españoles que realizaban la experiencia, que después extendimos a muchos centros públicos aragoneses. En los primeros años, participaron en CV, entre otros, los profesores Eladio Liñán, Mª Pilar García Clemente, Justiniano Casas Peláez, Rafael Núñez Lagos, José Fernando Cariñena, Manuel Asorey, Carlos Gómez y el inolvidable maestro Francisco Grande Covián.

La visita al CERN y la presencia en nuestras aulas del  divulgador Manuel Toharia, tuvieron amplio eco en la prensa escolar, lo que supuso la entrada gradual de nuevos centro en cursos posteriores hasta llegar a los cincuenta. Ampliamos la coordinación de CV, con Carmen Magallón, un año,  y Javier García Aísa  largo tiempo. En 2000 se nos concedió el I Premio especial del jurado Casa de las Ciencias de A Coruña.

En 2005, subvencionados por FECYT, participamos en el Año Mundial de la Ciencia. Colaboramos además en el Año Internacional de la Física, de cuyo comité organizador en Aragón formamos parte y presentamos un buen número de actividades en las Semanas de la Ciencia que se convocaron. En 2006 recibía el Premio José María Savirón, tras la presentación de la candidatura por la Real Sociedad Española de Química (RSEQ).

Hubo muy buen entendimiento con los delegados en Aragón del CSIC (Juan Bartolomé, Mariano Laguna y Víctor Orera), RSEQ (José Antonio Mayoral y Conchita Gimeno), RSEF (Alberto Carrión), Academia de Ciencias de Zaragoza (Luis Joaquín Boia) y Colegios profesionales de Físicos (Alberto Virto) y de Químicos (Luis Comenge).

A lo largo de los dieciocho años en los que fui coordinador de Ciencia Viva la excelente relación y oportunas sugerencias de los decanos de la Facultad con los que coincidí (Miguel Ángel Belarra , Ángel Villar, Antonio Elipe, Jesús Santamaría y Ana Isabel Elduque) contribuyeron a que nuestras actividades lograran un mejor aprovechamiento del alumnado.

Encontré apoyo y asesoramiento en los profesores de la Facultad que desempeñaron cargos políticos o técnicos en el Departamento de Universidades del Gobierno de Aragón en distintas etapas. Me refiero a José Manuel Correas, Jesús Santamaría, José Luis Serrano y Manuel López, que después sería rector de la Universidad.