Europa (Zona de Urgente Refugio)

Predomina en Europa un sentimiento de retroceso, y una duda nociva, en sus valores. Ocupada en protegerse ante los otros, esos otros que quieren entrar por la puerta de atrás: 2.000 refugiados diarios. La catástrofe ajena (y su contemplación) supone, una vez más, la aceptación de la fustración en la crisis del Mediterráneo que, ya, empieza a cristalizar. Desde 2014, según ha declarado un portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados, más de 10.000 migrantes han perdido la vida en el Mediterráneo. ¿Cuál es la dimensión real del problema?

RefugiadosLa UE ha ido diseñando su propio lugar de identidad, superando el espacio económico común, con la firma del Tratado de la Unión Europea “Tratado de Maastrich (1991). Un nuevo acuerdo en 1993 suprime las fronteras interiores – el espacio Schengen -, reforzando la zona entre los Estados miembros. El Convenio de Dublín (2003) supone la tercera relación contractual, que tiene como objetivo reducir el número de solicitudes de asilo. La estrategia de la demanda migratoria ha sido: la libertad de circulación para los comunitarios, las restricciones para los demás y la exigencia a los refugiados de solicitar asilo exclusivamente en el país de llegada (no de destino).

No se puede medir la distancia entre lo que hace y debería hacer Europa. Jean Claude Juncker, confiesa que un mercado único y una moneda común “no tiene sentido” sin libre circulación. Las noticias demuestran que la crisis de los refugiados está marcando una tendencia al cierre de las fronteras. Protegernos individualmente es reconocer debilidades en la solidaridad y cooperación. El fracaso – y esta es la opinión del The Wall Street Journal que compara la Europa actual con la del Medievo – se evita a través de sus acciones, de ahí la importancia de asistencia financiera urgente y de cómo se apoya a Turquía y Grecia, que no deben convertirse en un cortafuego. La responsabilidad de gestión de la UE ha sido externalizarla.

Hoy día, y todavía más en el futuro, no podemos dejar de preguntarnos por las consecuencias (no medibles) del acuerdo, impotente, de la UE con Ankara por el que se expulsará a Turquía (¿es un país seguro?) los refugiados que lleguen a Grecia, un trato que devalúa la política europea y que, predispone a los refugiados a pagar un precio amargo: el “precio de la adversidad”. La relación con Turquía es necesaria en el dialogo y la cooperación, pero no en la dependencia.

Los problemas de Europa no son culpa
de Europa, sino de la falta de más Europa

Puede que cuando afirmó Jacques Delors “los problemas de Europa no son culpa de Europa, sino de la falta de más Europa” no tratara de ser original, sino de darnos la clave para rescatar a Europa. Que la cooperación es más eficaz que las fronteras políticas. El escenario que contemplamos: más miseria y más muerte en el mar.

Convencerse de estar dispuestos a hacer todo lo necesario no será suficiente, pero al menos dejaríamos de movernos en el territorio del quizás. Europa duda, se opone a compartir los costes de mantenimiento e integración de los refugiados (dilema humano). Todos los días escuchamos respuestas diferentes (líquidas). ¿Cómo no pensar en su falta de solidez? A pesar de estas “dudas”, o gracias a ellas, espero que la Unión Europea defienda, siempre, su principal activo – espacio de Schengen – la libre circulación de personas. Y, desde allí, reconstruir puentes para salvar la vida y la libertad de las personas no comunitarias por motivos no económicos (conflictos) y económicos (miseria).

De cualquier forma, no es preciso mucho esfuerzo para comprender que generosidad y egoísmo interactúan en el escenario europeo. Una parte importante de la población (la que salva la dignidad de Europa) ayuda voluntariamente a los refugiados; por otro lado, la fuerza que manifestaba la canciller Merkel “podemos hacerlo” se ha evaporado.

Recientemente el gobierno alemán ha aprobado una ley de integración, se fundamentada en el principio de “apoyar y exigir” (ayudas sociales a cambio de lecciones de alemán) ¿Una posibilidad de futuro en ese país? La forma y el fondo utilizadas en la crisis, como delimitación del problema, no son sino dos caras del mismo fracaso. Europa tiene un déficit de atención en la progresión de esta tragedia.

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