Escrito por:  Sander F. N.

Arrepentido estoy, tras las rejas de un penal,

cumpliendo una condena que me puso a reflexionar,

en la celda, me encuentro solo y triste por mi hogar,

llorando por mi carga, que sólo Dios ha de perdonar,

aunque parezca estar desguarnecido, sin consuelo y quebrantado,

y aunque mi esposa me ha dejado, tengo a Cristo a mi lado.

Cuando me pongo a meditar

en la libertad que yo tenía,

recuerdo a mi madre

con los consejos que me decía,

ella me dijo que la vida era una

y que como madre, no iba a encontrar ninguna.

Ahora sólo estoy reflexionando aquí adentro,

esperando ese día en que llegue al reencuentro

de poder abrazar a mi madre y decirle que la amo,

y darle gracias a Dios, por el ángel que me ha dado,

aunque sea ver de lejos a mis hijos, sería hermoso,

mi corazón se alegraría y bastarían lágrimas de mis ojos

para cumplir ese anhelo que no ha marchitado.

Déjame decirte, madre mía, ya ha pasado todo esto,

gracias a Jesucristo ya se acaba todo este tormento,

te prometo a ti y a Dios, apreciar mi libertad

y seguir todas sus normas como es su voluntad.