Personas

Su valor era tan grande que era incontable, intangible. Les preguntaba yo, ¿cómo hicieron para trabajar desde el alba hasta el anochecer recorriendo 20km al día con un mulo?

Puff, había que hacerlo, me decían, teníamos que comer. Todo el mundo ayudaba en la casa.

¿No te has parado a pensar que aquellos abuelos, ancianos, “viejitos”, o como Dios quiera llamarlos, que se sientan todas las mañanas a conversar en el banco de la plaza, son intrínsecamente hablando, los héroes que nunca la televisión, la radio, e periódico o Internet jamás nombró, jamás mencionó?

PersonasQuizá hubo un tiempo, me pregunto yo ahora, que todos aquellos hombres en su tercera edad, no tuvieron la espalda arqueada, ni las arrugas en el rostro, ni la piel mutilada por el sol.

Quizás fueron grandes hombres, hombres de hombres, fuertes, rudos, con miradas implacables, que supieron sacar adelante a familias numerosas por el precio de las cosas que no lo tienen.

Dime ahora mismo, si recuerdas, desde el fondo de tu corazón, haber conocido alguno de estos héroes, me comentaba un amigo tomando una cerveza. Yo le dije que sí, que había podido conocer y vivir cerca de uno de ellos. Conocer su humildad, el coraje para luchar día a día y volver a sonreír.

- ¿Y qué hay de las heroínas, recuerdas alguna?, relanzó la pregunta.

La verdad es que también, conozco a alguna, no obstante la mayoría de ellas se fueron para siempre.

Le dije, que era un poco injusto llamarlas heroínas. Alguien que cuida a numerosos hijos, lava la ropa a mano, o plancha por horas, acude a la compra, a dejar a los niños al colegio, limpia y ordena la casa, prepara la comida de todos y cada uno de ellos, espera a que su marido regrese de trabajar por más de mediodía, y lo atiende sin dilación, y aun le sobra tiempo para ayudar a sus hijos en las tareas extraescolares. Mas no incluyas que ella puede incluso trabajar más horas de las que su propio esposo realiza.

          – Te das cuenta, soslayó. Hemos estado buscando toda la vida modelos a seguir, con miedo a escapar de nuestro querido confort, y sin embargo    solamente en mi barrio cuento con una docena de héroes, ¿Tan egoísta soy, tan banal es este mundo?

          – No, simplemente escúchalos. Están cargados de extraños y sabios consejos. Sino héroes, al menos, seremos personas.

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