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Capitalismo necio

Posted By Materno Gonzalo Conesa On 27/03/2018 @ 09:00 In Opinión | No Comments

Entre las diversas cuestiones que preocupan a la sociedad, siempre ha habido dos certezas que se han mantenido en el tiempo y en el espacio. Una es la desigualdad y la otra, la corrupción. Este binomio desigualdad/corrupción disuelve los valores esenciales de la democracia. Vivimos rodeados de enredos que se venden como su contrario, como no-enredos. Por ejemplo, en el caso del sistema de  pensiones, la solución  no es  matematizarlo según los  estudios actuales y actuariales, sino redefinir su financiación. Son inagotables las propuestas que llegan al Pacto de Toledo con un doble objetivo. El primero, esa facilidad para  accionar políticas de ajuste de carácter ilimitado. En segundo lugar, convencer a la sociedad de la bondad de las decisiones regresivas. Esto es más  desigualdad. Lo que otros llaman sostenibilidad.

Podemos decir, pues, que de aquellos polvos vienen estos lodos: El despilfarro público y privado de unos es la escasez de otros. Primero se hizo con los trabajadores más vulnerables; después se amplió el radio de acción, aunque distorsionando la realidad, con los jóvenes.

¿Hasta dónde puede llegar la codicia para llegar a conseguir sus fines codiciosos? Y la necedad – lo dijo Machado – “Solo un necio confunde valor con precio”.

wall street

En el discurso  de Gordon Gekko – película  Wall Street – encontramos una explicación de la codicia, siempre inacabada “La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amor, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad”. No nos equivoquemos: unas palabras de dudosa calidad que idealizan la ambición. Me hace recordar la racionalidad de Adam Smith que distingue entre interés propio y  codicia. Adam Smith nunca hubiera admitido este discurso, siempre tuvo presente la importancia de los sentimientos morales: un mercado de mano invisible y rostro humano.  La cultura de la ambición llega a parecernos habitual a causa de su repetición en la historia. Viene bien recordar un segundo binomio burbuja/crisis. Una crisis viene después de la burbuja, no antes. Lo cual significa que es una reacción natural a un comportamiento de  triple I (Imitación, Ilusión, Irracionalidad) capaz de hacer añicos cualquier doctrina económica. La última  crisis  muestra el fracaso de la doctrina de Friedman y del neokeynesianismo que se caracteriza por un monetarismo marca blanca cuyo demerito ha sido cerrar la puerta al verdadero pensamiento  de Keynes.

La fragilidad de la sociedad: los riesgos incalculables de un sistema económico que fundamenta la solución de sus problemas mediante la yuxtaposición de opiniones superficiales ¡cuidado con las falacias! pueden erosionar la convivencia. El tiempo pasa, la vida sigue (este es el activo del poder).  Pocos ven que la economía es el comportamiento de muchas personas buscándose la vida: ocupándose en el déficit calorífico más que en el presupuestario.

Para salir de esta encrucijada, no hay más que una solución: activar los cambios que nos toca vivir de manera ascendente: desde la mayoría de la gente, con un soporte político que legitime las protestas, hacia  los poderes económicos, financieros y políticos.

No basta la intención, se requiere también la acción. Sé que hemos estado peor. Sé que la utopía es moverse en la nada. Sé que lo concreto son las crisis que se van, para volver poco a poco.


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