Tradiciones de “Todos los santos”: La Tostoná.

Escrito por: Antonio M. V.

¿Se están perdiendo?¿Están cayendo en el olvido? ¿Se están transformando?

Quizá sea de todo un poco, son preguntas que planteo y dejo ahí en el aire para que tú, amigo lector, saques tus propias conclusiones. Tengo la impresión, mirando un poco al pasado y, a través de mis vivencias, que en España durante los últimos años, al parecer, mantener y continuar tradiciones y costumbres es un síntoma de ser probablemente “cateto”-“paleto”, “no estar en la onda” etc… Claro está, que en esta sociedad “moderna”, avanzada”, “progresista”, tecnológica”, lo que se lleva es estar a la última en todo.

1e-castillo-2Ahora en esta sociedad globalizada hay que ser “milenian”, influencer”, youtuber”…y tanto han cambiado las cosas que voy a poner un ejemplo muy apropiado para estos días: La víspera de todos los Santos. Hoy no se lleva eso ya, ahora es “Jaloguin” (no es que esté mal escrito ni con falta ortográfíca, es simplemente escrito tal y cual suena).

Son las consecuencias de vivir en un mundo que se ha quedado pequeño y todo esta globalizado. Adoptamos anglicismos como si fuesen parte de nuestro extraordinario idioma: el español (castellano en su origen). Además de importar productos de cualquier parte del planeta, también importamos y adoptamos costumbres y tradiciones: “El Jaloguin”.

Aun que si miramos la historia de E.E.U.U. y España me pregunto: ¿No será que exportamos, antaño la víspera de todos los Santos? y, tal vez ¿Hayan adoptado y transformado aquella costumbre, o, tradición y, como el lanzamiento de un “boomerang” haya vuelto al lugar de donde salió?

En la provincia de Murcia, en Alhama lugar que me vió nacer la víspera de todos los Santos se le llamaba la noche de los tostones. Existía la costumbre en los pueblos de juntarse los jóvenes por grupos y por tradición se hace una tostoná, que simplemente era hacer palomitas de maíz, comérselas y en definitiva relacionarse…

Una bonita escusa para salir de noche, volver a casa muy tarde sin que se molesten los padres por llegar muy entrada la madrugada, pues de aquellos padres ¿Cuántos noviajes y matrimonios se habrán iniciado durante una tostoná?

 

  LA TOSTONÁ

Más o menos de la misma quinta (la edad de la mili) eran: Antonio “el monreal”, Pepe “el tejero”, Ginés “el barrigas”, Fernando “el lagarto”, Pedro “el patata”, etc. y otro grupo algo más joven: Toni “el cardas”, Pedro “el paganeta”, Rufino “el rubio”, Juan Jesús “el de la calle alta”, Paco “el babas”, Perico “el perro gordo”…. Todos estos y algunos más en la puerta del bar “cachito”, se acuerda; “hacer una tostoná pa tos”.

Ni que decir tiene que lo que uno inventa el uno lo hace el otro. A uno se le ocurrió decir :”¡Si, y nos la hacemos en la puerta del cementerio¡”. Otro respondió: “¡No hay güevos¡”. Otro dijo: “¡Vamos tos y lo hacemos dentro¡”.

Aquello último dicho ya empezó a acojonar a los presentes. Los más mayores viendo las caras de estupor de los más jóvenes dijeron: “¡El que se raje y se eche atrás le rompemos las costillas con la gayá (un garrote)!” Eso ya eran palabras mayores, y para demonstrar los más jóvenes que tenían más huevos y queriendo hacer historia en el pueblo y que se hablase de una gran hazaña que perdurase para la posteridad, uno propuso: “La tostoná está muy vista, ya que siempre se hace lo mismo y años atrás ya se hizo en la puerta del cementerio”. “Lo bueno y original es hacer una parrilla de carne a la brasa, unas migas con longaniza, cosas así”.

La idea caló profunda en los presentes y los que se habían ido sumando, escuchando aquel despliegue de arrojo y valor desafiante de los zagalones, a los que eran quintos (los reclutas de la mili), alguien dijo: “¡Pues venga!”  Ponemos cincuenta duros (moneda del siglo XX) cada uno para comprar una garrafa de vino da la bodega de Fausto.

En el cementerio ya se estaba dando
buena cuenta del vino, jamón, queso, etc…

Los quintos dijeron: -“pues nosotros campáramos otra a Pepe Méndez, “de ese que es pirao con las esparteñas, ese vino si está  güeno, güeno”. “¡Venga no se hable más!, más p`a un lao y otras p´a otro y a las diez nos vemos aquí! ¡El que se raje es un “cagao maricón!”. “¡Que se prepare el lomo que catará la gayá!”

Casa por casa fueron arrasando con las sabrosas pitanzas de la matanza del cerdo que colgaban de las cañas en las despensas de las casas. Rápidamente comenzó a llegar la gente cargados de garrafas de vino, ginebra Larios (entonces era la élite de la bebida selecta), carnes, quesos, embutidos y toda clase variada de viandas dispuestas para tal ocasión.

Alguien dijo: -¿Y la laña para las brasas? ¡Hostias es verdad!, to`esto hay que hampárselo. “El barrigas” dijo:-¿Vamos a la casa de Mateo “el pájaro” que es escadaor (podador de árboles) que tiene una buena pila y no se dará cuenta, a estas horas ese está en el molinete (barrio de las putas de Cartagena)?

En el cementerio ya se estaba dando buena cuenta del vino, jamón, queso, etc… Como el vino ya empezaba surtiré buen efecto en los participantes, a una se la encendió la bombilla y dijo: “Saltamos la alera y hacemos la parrilla dentro”. Otro dijo:-¡No hay güevos! Otro dijo:-¡Maricón hilo de puta el último!

 cementerio

Noche ideal, buen clima brasas ardiendo, risas, gente comiendo y bebiendo. “El cardas” y “el paganeta” eran primos, le dice “el cardas”: ¿Qué te parece si vamos  p´a  la casa, cogemos una sábana grande, le cogemos el altavoz del cuatro latas (coche de la época) a tu futuro suegro “el pescaero” y lo acojonamos pegando gritos detrás de aquél panteón? “El paganeta” descojonándose de la risa producida por la brillante idea respondió: -“ Hostias primo con dos güevos! ¡Vamos!

Tal y como pensaron hicieron. “El cardas” y “el pagaueta” entran por la parte de atrás del cementerio, uno se subió a hombros del otro. Con la sábana puesta se dirigieron a los reunidos. Los gritos y gemidos del “cardas” a través del altavoz, sumando a los movimientos dentro de la sábana y la figura tan alta crearon el pánico en los asistentes. Acojonados salieron de estampida.

Sólo se quedaron los dos primos. Mientras daban buena cuenta de las sabrosas viandas; la parrilla llena de carne a la brasa, el vino… La risa de ambos era imparable. Descojonados de risa y carcajadas por la estúpida en masa empezaron los dos primos una tertulia provocada por los efectos del vino de Pepe Méndez. Dijo “el paganeta”: – Hostia, Toni, mañana cuando le digamos que éramos nosotros de debajo de una sábana con el altavoz de mi futuro suegro “el pescaero”…

¿Dónde estábais cuando
me apareció el fantasma?

Fueran tan largas y sonoras las carcajadas que acabaron llorando de tanta risa. Entrada la madrugada y pasados los efectos producidos por el vino ingerido llegó el recuerdo de la gayá y en plena reflexión un primo dijo al otro: “Como se enteren estos que han sido una putada nuestra, unos van a deslomar todos los huesos del cuerpo a garrotazos. Mira, mejor nos callamos y no decimos nada y, vámonos que pronto saldrá el Sol y tenemos que dormir. Por la tarde nos vamos a tu casa”.

A la tarde siguiente, el bar cachito estaba lleno. Todos los congregados charlaban de los sucedido la noche de la tostoná (víspera del día de todos los Santos).

Pepe “el tejero” preguntó a los dos primos: – ¿Dónde estábais cuando me apareció el fantasma? Nos fuimos a dormir, respondió “el cardas” ¿Qué pasó, se apareció un fantasma?, preguntó con incredulidad reflejada en su rostro “el paganeta”. “El barrigas” dijo: – ¡Se apareció un fantasma!. El monreal” descojonándose de risa y señalando “al barrigas” dijo: Éste se cagó la pata abajo y dejó en los calzoncillos un zurullo de mierda ¡de dos kilos!  Pues claro cojones, por poco me pillan y, ¡no podía saltar la alera!, respondió “el barrigas”. “El tejero” dijo: ¡Chacho, era enorme, medía más de tres metros! ¡Y los gritos que daba; ese venía del mismísimo infierno! Exclamó “el lagarto”. “El perro gordo” dijo:- a mí no me liais más; ¡el año que viene va a ir su puta madre!

Y el resto al unísono contestaron: “El año que viene seguimos con la tradición de la tostoná”. “Yo me voy a misa ahora, que no quiero que me salga el fantasma cuando duerma”. “Me voy a confesar, que me perdone el cura y a estar en paz”. “Yo voy a la iglesia a encender velas a los difuntos que no se mosqueen conmigo”. Al oír esto, todos salieron cagando leches a la iglesia.

En menos de diez minutos los jóvenes del pueblo estaban en las primeras filas escuchando misa, rezando, confesando, encendiendo velas y , cuando pasaron en el platillo de los donativos, el sacristán da fe que nunca se había llenado con tanta generosidad en el pueblo de Torre Pacheco.

Y de esta historia queda una moraleja:

A este relato pongo fin
de tradición la tostoná
buena costumbre como ná
y que le den a Jalogüín.

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