Cómic histórico:Las mocedades del Cid (1ª parte)

Redacción y dibujos: Mª Teresa y Andrés (Basado en la novela “El Cid” de José Luis Corral)

Introducción

La sociedad que Rodrigo Díaz de Vivar encontró en las tierras de Castilla todavía se fundamentaba en un régimen prácticamente feudal, que se había ido constituyendo a lo largo de los últimos tiempos como consecuencia de la lenta pero inexorable penetración de pueblos bárbaros en los territorios dominados por el Imperio Romano. El empuje de estos pueblos consiguió vencer y desmembrar el poder de Roma de forma definitiva e irreversible. Estos pequeños núcleos o feudos mantenían una constante lucha de ambiciones entre sí, con las que tan pronto acumulaban tierras y poder, como se iban dividiendo en pequeños dominios casi insignificantes.

El vasallo estaba exclusivamente unido a su inmediato señor, el cual, a su vez, dependía de otro que representaba el poder del Rey desde un escalón más cercano a él. La autoridad, pues, se ejercía a través de una cadena jerárquica que a veces complicaba, más que facilitaba, el entendimiento entre el soberano y sus vasallos. La avaricia propia y la necesidad de luchar contra las ambiciones de los otros pueblos más o menos cercanos, así como la limitada capacidad de destrucción de las elementales armas de las que podían disponer, los mantenía en una continua agitación en la que la intervención en alguna contienda constituía una tarea habitual para ellos.

Tenían que vivir con la espada en la mano, siempre dispuestos a morir en cualquier momento. Posiblemente aquellas gentes, pese a que tenían una vida tan dura, debieron tener también sus compensaciones. Seguramente respirarían un aire puro y estarían rodeados de una naturaleza sin encorsetar. Gozarían de grandes horizontes sin autopistas ni rascacielos; disfrutarían de ríos limpios y caudalosos en cuya superficie se reflejarían las nubes y, en las noches de invierno, los ancianos del poblado narrarían impresionantes historias al amor de la lumbre. La luz de la luna y la de las estrellas pondría una nota de magia y de estupor en sus pupilas. Su existencia estaría llena de misterios sin desvelar y de encantos sin destruir.

Nunca podremos saber si, en realidad, les tocó sufrir una época oscura o, por el contrario, ésta fue auténtica y plena. Lo único que sabemos es que la Edad Media ya se perdió hace demasiado tiempo entre los pliegues de la historia llevándose, quizás para siempre, su arraigado sentido trascendental de la existencia y su temor y respeto a los grandes misterios de la misma.

Quizá, todavía, aquellos seres remotos puedan darnos sabias y profundas lecciones para entender esos misterios e incluso para entendernos a nosotros mismos y a nuestros semejantes. Buena falta nos harían…

(Hacer click en cada imagen)

página 1

Tras intensos debates, pues el príncipe Don Sancho se negaba a compartir la corona con sus hermanos, el Rey Don Fernando acabó imponiendo su voluntad.

página 2

Rodrigo y el príncipe Don Sancho se profesaban afecto mutuo. De hecho, fue el propio Don Sancho quien lo nombró caballero.

página 3

Muerta Doña Sancha, la reina viuda del rey Don Fernando, en 1067, nada impedía ya que Don Sancho, como primogénito, reivindicara el dominio de toda la herencia paterna.

página 4

Los leoneses casi doblaban en número a las tropas castellanas. El choque de los dos ejércitos fue brutal. El galope metálico de los caballos fue seguido de un mar de gritos y restallidos metálicos y relinchos de los caballos que caían heridos entre una muralla de lanzas y escudos.

página 5

Rodrigo, que ocupaba el centro del ejército castellano, observó que el flanco derecho del ejército, donde combatía el Rey Don Sancho, estaba siendo arrollado por los leoneses. Y se dirigió allí de inmediato.

                                                                                 continuará…

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