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Con esto del coronavirus… Dios está enojado

Posted By Daroca (Zaragoza) On 30/04/2020 @ 09:00 In Opinión | 1 Comment

Escrito por: Fabián

“Corona de los ancianos son sus nietos, gloria de los hijos, son sus padres” (Proverbios 17)

 

Parece mentira que tenga que estar pasando algo tan terrible, tan cruel como esta pandemia para dejar en evidencia lo fatídicamente mal que estamos haciendo las cosas. Paremos, por favor, a pensar un poco todas las consecuencias de nuestras acciones.

Los que somos creyentes, leímos en la Biblia, que Dios creó la Tierra, el agua, los animales, las plantas, al hombre y la mujer, una creación perfecta y maravillosa. Y si nos basamos en los descubrimientos científicos, el planeta actual es la consecuencia de unos procesos de evolución que han durado miles de años.

Y entonces lo que resulta ser nuestro planeta, nuestro hogar con el agua, el aire, los alimentos y recursos necesarios para nuestra vida, lo destruimos, lo contaminamos, sin compasión ni miramientos.

El agua, elemento básico para nuestra supervivencia, se encuentra en los océanos, ríos, fuentes, a los que en forma sistemática contaminamos, lo que conlleva a que millones de seres humanos no dispongan de ella, aunque parezca mentira. Con esto, es considerada un “privilegio”, y no solo en países del tercer mundo donde evidentemente si no hay para beber menos aún para lavarse las manos, sino que en pueblos e incluso ciudades hay escasez de suministro, ¡y esto en Europa! (Por ejemplo).

¿Y en qué lugar pondríamos al aire? Es gratis, ¿no? Pero más de lo mismo, lo ensuciamos y contaminamos con nuestras industrias y vehículos. Y al igual que el agua, sin aire nos morimos, y con la excusa de la civilización arrasamos la Tierra donde la mayor parte de nuestros alimentos básicos son producidos.

En fin, que en resumen, será la obra de Dios o el lento proceso de la madre naturaleza, lo destruimos sin importar el mañana, la sostenibilidad. ¿Parece un cuento chino?

contaminacion

En este punto, me indigno y Dios dando una vuelta por su creación no puede entender lo que ven sus ojos algo irritados por los humos de las ciudades y los incendios que llegaban hasta el cielo.

- ¡Ya está bien de todo esto! Y entonces una gota derrama el vaso lleno. El aire, el agua, la tierra destrozados y agudiza la vista, y ve un mercado donde animales de todo tipo (pobrecillos) son cortados en pedazos y vendidos como “delicatesen” en condiciones sanitarias deplorables y ¡se los comen!, Dios ya bastante alterado exclama: -No, no, esos animales no son para comer!

Y sin poder creer lo que ve, piensa que algo malo pasará, no es posible ir contra la naturaleza, y recordad que en el año 2002 la epidemia de SARS surgió de un mercado de animales vivos, en algún lugar del mundo, ¡y nadie hizo nada!

- ¡Ya les he enviado la advertencia! Además de destruir el único lugar que tienen para vivir se destruyen ellos mismos, no les alcanza con las guerras. Que juegan con la muerte comiendo cosas prohibidas.

¿Pero cómo es que los mayores no dicen nada?

Y de un fogonazo de luz aparece el diablo y con una suave voz dice:

- A los abuelos los tengo confinados lejos de sus familias, nadie se preocupa de ellos…

Entonces ya pasado del enojo a la decepción, se sienta y recuerda una frase que dicen mucho los seres humanos:

- Que sea lo que Dios quiera… (Dios quiso que aprendiéramos de una vez).

Y entonces de una pandemia mundial, se detuvo la contaminación, con todo lo que implica, el aire se volvió más limpio, el agua más clara, se vio la importancia del trabajo en el campo, que no se puede reducir a la miseria la sanidad pública, y destapó la indecible, lo que permitimos padecer a nuestros mayores. Espero que aprendamos la lección.

Esta noche y todas las siguientes los abuelos llegaban al cielo y desprendían un brillo de amor, de sabiduría y de perdón. Y Dios dispuso que el cielo se llene de estrellas.


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