Circunstancias como la vida de un interno/a dentro de una una prisión, o incluso el simple hecho de estar encerrado en tu propia casa por la complicada situación actual provocada por la Covid-19, ha hecho que el ser humano agudice su ingenio y quiera aprender que de estas situaciones tan complicadas y devastadoras, se logre ser más fuerte a nivel mental; es decir llegar a convertirnos en personas mucho más felices.

Para entender mejor el concepto de felicidad y el trabajo realizado por la mayoría del profesorado del CPEPA “Margen Izquierda”; tanto en el aula penitenciaria como en el centro de adultos situado en la margen izquierda de Zaragoza; es necesario enmarcar dicho trabajo en la  Psicología Positiva, que focaliza principalmente su labor al bienestar subjetivo y psicológico, al crecimiento y la autorrealización personal; como un nuevo medio de investigación empírica con garantías científicas y aplicaciones directas en la prevención de problemas psicológicos, e incluso físicos. Los expertos en esta materia sostienen que la felicidad depende de tres factores: Un 50% de nuestro carácter, que está determinado genéticamente, en un 10 % de los sucesos acontecidos en nuestra vida y en un 40 % de lo que nosotros hagamos para ser felices. Es en ese 40% donde intervenimos el profesorado de esta escuela de adultos de Zaragoza.

Seligman, precursor de esta corriente, y al igual que hacen otros autores, define la psicología positiva como “el estudio científico de las experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras previene o reduce la incidencia de la psicopatología” (Seligman, 1999). Su objetivo no es el que estemos la mayor parte del tiempo alegres y felices. El hecho de ser feliz pasa por aceptar que hay momentos tristes, que nos enfadamos, nos decepcionamos y discutimos, facilitándonos a no centrarnos en lo malo y en encontrar aquello que nos proporciona bienestar.

En otros términos, la psicología positiva podría definirse como el estudio científico de aquello que hace que nuestra vida valga la pena, pero sin dejar de lado nuestros problemas personales. 

Nuestro proyecto está inspirado el  programa “AULAS FELICES” (Arguís, Bolsas, Hernández, Salvador, 2010), que es un programa educativo basado en la Psicología Positiva y el Mindfulness.  Está pensado para el alumnado de Educación Infantil, Primaria y Secundaria. Por esta razón de peso, nuestro equipo de profesores no quiso olvidar a la Educación permanente, centrándose en el alumnado adulto y en sus necesidades tanto emocionales como sociales.

Sería interesante reseñar que, la escuela es uno de los principales contextos de desarrollo humano y por ello el lugar por idóneo para facilitar y promover la felicidad. Ahora bien, implementar la psicología positiva y en este caso concreto el proyecto de innovación de aulas felices  que estamos llevando a cabo, requiere reflexionar en nuestro propio concepto de educación, y considerar la felicidad dentro de los objetivos del proyecto educativo de centro, introduciendo modificaciones en la organización escolar y en las metodologías docentes.

Centrándonos en el trabajo directo que hace el profesorado del CPEPA en las aulas, se decidió cubrir una serie de necesidades  observadas  del día a día en el aula, como por ejemplo y en términos generales, la elevada desmotivación al trabajo, la falta de control de impulsos, la tristeza  acarreada por sus situaciones personales… Así que, nos pusimos manos a la obra y diseñamos el proyecto “Aulas Felices” para el alumnado adulto en riesgo de exclusión”. Trabajándose  de manera transversal, a través de las diferentes materias, por medio de las 6 Virtudes encuadradas en sus 24 Fortalezas personales de Seligman. En otras palabras, se propuso que el alumnado conociera y fuera consciente de sus potencialidades, para que aprendiesen a utilizar sus fortalezas y que éstas actuasen como vehículo para conseguir el tan deseado éxito personal.

Previamente al diseño del proyecto, se realizó una fase de diagnóstico en el que fueron averiguadas las fortalezas más potentes del alumnado, tanto del aula habilitada penitenciaria de Zuera como el del CPEPA Margen izquierda,  a través de la adaptación del Cuestionario VIA Breve de las  Fortalezas Proyecto “Educación para la felicidad”. (Arguís et al., 2010). Se detectaron que las dos fortalezas más puntuadas por nuestro alumnado fueron la gratitud y la amabilidad-generosidad. En esta línea, destacaremos las 24 fortalezas encuadradas en la Psicología positiva planteadas por Seligman (2004) siendo estas:

Es relevante señalar algunas de las ventajas que se relacionan con el desarrollo de cada fortaleza. Por ejemplo, las fortalezas de amabilidad y generosidad, amar y dejarse amar, se asocian con una mayor empatía, apoyo y seguridad. Asimismo, la perseverancia, se asocia al optimismo y la esperanza; la curiosidad, el amor por el conocimiento y la mentalidad abierta se relacionan con el logro académico y el éxito escolar; favoreciendo el aprendizaje y motivación del alumnado. A su vez, la fortaleza de la valentía está ligada a un mayor locus de control interno, es decir a una persona que atribuye su felicidad a sí mismo y no a los demás.

Cabe destacar también que el autocontrol, la prudencia y la capacidad de perdonar, reduce la ira e impulsividad, relacionándose con un desarrollo psicológico positivo. De igual modo, el sentido del humor se asocia con una mayor asertividad y competencia en contextos escolares y sociales, mientras que la gratitud lo hace con el optimismo y el apoyo social.

Durante el curso 2018-2019, el equipo que formamos parte de este proyecto de innovación, trabajamos la fortaleza de la  gratitud. Dicha fortaleza se define como la capacidad de ser agradecido, y que nos permitirá reconocer situaciones pasadas y presentes de forma positiva y, que nos han beneficiado de algún modo, además de otorgar un significado agradable a nuestra existencia (Emmons, 2007). Por este motivo cuando hablamos de gratitud, a menudo se asocia hacia el agradecimiento que sentimos por un favor que nos han hecho o por algo material como recibir un reglo; sin embargo, ser agradecido también se tiene que aplicar a la presencia de una persona querida, un momento de paz y belleza, una vida plena o un momento que hemos vivido.

El ejemplo práctico que llevamos a cabo fue a través de un mural de agradecimientos. Nuestro alumnado daba las gracias por esas pequeñas cosas que  la vida le ofrecía y les hacía estar felices en esos momentos tan significativos. Por otro lado se trabajó la fortaleza de la amabilidad/generosidad, a través del visionado de la película “Mejor imposible” realizando una serie de actividades adaptadas para cada nivel de FIPA I, FIPAII, ESPA y los grupos de español para extranjeros; buscando y analizando personajes que se preocupaban por los demás, a través de un gesto expresivo, un pensamiento cálido, o más comúnmente por una conducta altruista.

Para entender mejor la actividad anterior planteada sería necesario definir el concepto de  amabilidad, siendo  aquella capacidad de hacer favores y buenas acciones hacia los demás, ayudar y cuidar a otras personas, una conducta prosocial de cara a los otros, lo que conllevaría unas relaciones sociales de calidad. Este tipo de conductas aumenta significativamente los diversos resultados de bienestar y felicidad, reduciendo los síntomas depresivos (Buchanan y Bardi, 2010; Sin y Lyubomirsky, 2009)

Haciendo una síntesis entre estas dos fortalezas, generosidad y gratitud, podemos apuntar que son dos conceptos importantes que denotan grandeza del carácter personal (Emmons & Sheldon, 2002). Además, en cierto modo se complementan; puesto que la relación entre estos dos conceptos se inicia con un proceso afectivo de “dar” un bien material, consejo o ayuda a otra persona sin esperar reciprocidad; la generosidad es una conducta prosocial que apunta a propiciar el bienestar de otra persona.

Durante el curso pasado 2019-2010, debido a la crisis sanitaria  apenas se pudieron trabajar las fortalezas que tocaban para ese curso escolar, siendo  el sentido de la justicia y el sentido del humor. Este último se trabajó de manera general con el aula penitenciaria, a través de la visita de Francisco Fraguas Madurga, actor cómico del popular programa “Oregón televisión”. Este magnífico profesional del humor ofreció una charla coloquio totalmente desinteresada sobre su trayectoria profesional en el mundo de la risa. Destacando la importancia que tiene el sentido del humor no sólo para afrontar más fácilmente los problemas la vida diaria, sino que también lo útil que resulta tirar de él en momentos difíciles y desafiantes. Especialmente cuando tenemos un día horrible, asuntos privados o incluso problemas de salud. En definitiva, se podría decir que el humor resulta ser nuestro bálsamo del alma.

En diversas clases se aprovechó que algún alumno/a fuera un gran contador/a de chistes y que todas las mañanas contasen un par de chistes antes de empezar la clase. El resto se iba animando y cada día en el aula preparaban uno para contar al resto de compañeros. En otras clases, como el caso del aula de alfabetización se fueron leyendo cómics de humor pertenecientes a la biblioteca del módulo sociocultural. Además se habló sobre  aquello que les hacía reír, lo que les ponía de buen humor, etc; siendo un tema muy motivador para ellos/as. Sin duda, esta capacidad y la risa como su máxima expresión, es una de las experiencias más placenteras para el ser humano.

En conclusión de todo lo argumentado; la escuela debe ser el espacio en el que todas las personas tengan la oportunidad de aprender, desarrollar las fortalezas, conocimientos que les permitan adaptarse a la sociedad y conseguir el tan deseado bienestar personal. Por ello nuestra misión como profesores y participantes de este proyecto de innovación tan ambicioso, es continuar en la misma línea de trabajo, permitiendo la inclusión de toda la comunidad educativa, a través de las  fortalezas personales de sus participantes.