El trovador en el salón dorado

Tras el azahar de los jardines y el bosque de columnas se abría un firmamento azul con astros rojos. Arrojándolo al suelo, el Señor mercenario argumentó que aquel trovador debía ser juzgado y condenado como espía, ya que había anticipado su llegada la víspera de la batalla. El rey quiso escuchar sus coplas antes de dictar sentencia. El trovador recitó unos versos inspirados en la cercanía de la muerte y el monarca, emocionado, pospuso su decisión. Al día siguiente moriría el padre del rey, que decidió seguir perdonándole la vida. Lentamente fueron girando las estrellas. El trovador componía cada noche, soñando la manera de escapar, y el rey escuchaba hipnotizado las historias que le recitaba bajo la luz de otro crepúsculo. Así sobrevivía, para volver a velar en las mazmorras, mientras en el fondo cada verso se cumpliera el día posterior, hasta que una tarde de otoño, decidido, relató los detalles de su liberación. Al despertar la mañana, el verdugo aguardaba en la puerta de su celda.

el trovador en el salon dorado

Imprimir artículo Imprimir artículo Etiquetado como:

Comparte este artículo

Deja un comentario

Por favor ten presente que: los comentarios son revisados previamente a su publicación, y esta tarea puede llevar algo de retraso. No hay necesidad de que envíes tu comentario de nuevo.