Con sentido del humor (Homenaje a Fernando Colomo)

Creo que fue allá por 1977. Antes de la proyección de la película, la empresa de los cines Aragón, en lo que los zaragozanos llamamos “El caracol”, decidió proyectar un cortometraje. Una rareza entonces y aún más ahora.

Durante unos pocos minutos vi desarrollarse una ingeniosa trama atravesada por un saludable tono de mala leche, que se remataba explicando la razón de su extraño título: “Pomporrutas imperiales”.

No me preocupa hacer spoiler, porque doy por hecho que cualquier mediano aficionado al cine español conocerá ese corto multipremiado. La expresión no era sino la deformación fonética de “Voy por rutas imperiales”, conocido tema muy cantado de los ya lejanos tiempos de la OJE.

No solo quedé encantado de aquella comedia ácida, sino que descubrí a una actriz que en pocos años acabaría por convertirse en una de nuestras mayores estrellas, Carmen Maura.

Y descubrí al hombre que había estado tras la cámara, de tal forma que me apresuré a los pocos meses a ver su opera prima, curiosamente con la Maura y sus mismos otros compañeros de reparto, Félix Rotaeta y Miguel Arribas. Ese hombre era tocayo mío, Fernando Colomo, y durante no menos de tres décadas reinó en el difícil terreno de la comedia en habla española.

Y me hice seguidor de su cine. Unas veces con más acierto que otras, pero siempre demostrando gracia y oficio y sobre todo un excelente sentido del humor.

Me atrevo a decir que el final de los setenta y todos los ochenta fueron suyos, con un momento cumbre como fue su adaptación a la pantalla del éxito teatral “Bajarse al moro”. Aunque servidor tiene una especial predilección por otra de sus películas, que quizá no tuvo tanto éxito en taquilla, pero que recuerdo cada año cuando voy en enero al Auditorio de Zaragoza.

Me explico: en 1994 firma nuestro hombre una comedia sobre los jóvenes músicos que se reúnen una vez al año para tocar en la Joven Orquesta Nacional de España –la JONDE, para entendernos-. La película se tituló “Allegro ma non troppo”, y fue fiel a lo que sería la traducción de esa expresión musical. Por allí salía nuestra Pe, una arrebatadora Nathalie Seseña y Pere Ponce, que años más tarde se haría popular haciendo de cura en la tele. Tanto que una vez que hablé con él me dijo que le comentaban por la calle que parecía más clérigo que los auténticos.

Así que cada vez que en enero nos visita en el Auditorio Mozart la JONDE me viene a la memoria aquella simpática comedia de Colomo. Cosas de la mente.

No se prodiga en los últimos años nuestro hombre tras la cámara, aunque ha dejado alguna pequeña joyita como “Isla bonita” o ese atrevimiento que tituló “Poliamor para principiantes”. Su labor en el cine se ha diversificado, en su afán por producir a talentos incipientes. Allá por los setenta lo hizo con Trueba y su “Opera prima”, poco después confió en Iciar Bollain y le produjo “Hola, estás sola”, luego vino Calparsoro y su “Salto al vacío”, hasta no hace mucho cuando lo hizo con Zannou y su muy interesante “El truco del manco”.

Si se analiza su currriculum, que abarca no solo la dirección de películas y sus producciones, sino que irrumpe también en la televisión, con notables éxitos, se llega a la fácil conclusión de que Fernando Colomo ha sido una de las figuras más importantes de nuestra cinematografía tras la llegada de la democracia. Y siempre con el sentido del humor como bandera.

Motivos más que suficientes como para ser reconocido en nuestro Festival.

                                                                             FERNANDO GRACIA

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