Con pluma de oca: Faraonismo

Escrito por: Groucho

En el patio de Daroca transcurren su existencia gentes variadas y muy originales en sí mismas, pero ninguna tanto como ésta a la que me referiré seguidamente. No sé su verdadero nombre, pues se toma tan a guasa su identidad que, cada día, me hace llamarle de distinto modo. Le digo que no se cambie tanto de nombre para que el lector sepa a qué atenerse: “Pero si todo fluye, por qué llamarse siempre igual”.

Le pregunto, entonces, si “Bar el Pisto” (el de ayer) es ya historia: “Efectiviwonder”, responde sin inmutarse. ¿Y entonces? “Me iba a llamar Ib por darme un nombre egipcio. Pero creo que el nombre debe ser toda una declaración de intenciones”. ¿Y pues? “Hoy me llamaré Tortilla Española”.

Tema del día: Faraonismo

“Tortilla Española” (¡Señor, qué paciencia!) quiere hablar hoy de los faraones, por lo visto:

Berlusconi“Más o menos. Me ha dado pie lo del Berlusconi. No quiero frivolizar, pero el hecho de que le hayan arreado con una catedral no me parece una cosa casual o indiferente. Es posible que el agresor no tuviera un plan premeditado de sacudirle con ” Il Duomo” -¿se dice así?-, pero lo cierto es que, a veces, los objetos buscan a la persona y no al revés.

Es como una venganza histórica de una Italia resistente a eso que llamamos faraonismo. Un país es un saco de muchas cosas, no una identidad única. Y así como los romanos han sido exportadores de faraonismo y grandilocuencia durante toda su república e imperio antiguos (El Acueducto de Segovia, el destazar de cochinillos a platazo limpio, etc.), hay otra Italia, quizás más antigua, más etrusca… aquella que llevó el idioma a acabarlo todo en “i”: spaghetti, tutti fruti, putti etc. Es una Italia que se halla a sí misma en lo pequeño y no en lo grande. En esta línea creo yo que va eso del Duomazo en plena cara, como diciendo: “Te sacudiría con la catedral entera, pero como no se puede, pues toma, con el símbolo a escala pequeña”.

Gracias a Dios, no ha sido más que un susto. Y un símbolo. La Catedral de Milán, por más que nos quieran vender la moto, es una de las catedrales más feas dentro de lo que son las catedrales góticas, un tocho flamígero de un recargamiento y una presunción insoportables. A los Césares les hubiera encantado, claro. Y si la Iglesia quería vender imagen, se podía haber buscado algo más amable y arredondado, algo más ondulante, más tierno, como parece ser el espíritu del Evangelio original. Imagínense en la portada de Il Duomo una frase, por ejemplo: “Si no os hacéis como niños…” O eso de “Mirad los lirios del campo…”

Es como una venganza histórica de una Italia
resistente a eso que llamamos faraonismo

Pero yo no me imagino a una Italia de lo tierno, los fettuccini, los quatro fromaggi, sacudiendo con Il Duomo a todo un Primer Ministro. Sería una contradicción. Tal vez ha sido el propio espíritu de lo faraónico el que se ha revuelto contra sí mismo, como diciendo: “Estamos hartos de nuestro pasado de grandeza, de nuestros gobernantes supermegagiga… “.

No sé. Quizás Italia quiere ahora mirar más a su Cinquecento, tan tierno y familiar, su Fiat Panda, tan dicharachero. Sus maravillosos actores bajitos de nombres que ahora no recuerdo, tan humildes ellos.

En fin, a mí el Berlusconi no termina de caerme mal, siento que lo hayan humillado de esa forma tan catedralicia y tan flamígera. Quieras que no, aunque muchos sólo vean su parte mala, es un Primer Ministro muy humano en el amplio sentido de la palabra. Da mucho juego, es pura fruición periodística, es narrativa e imaginísticamente ideal en esta Era Google en la que necesitamos siempre imágenes… impactantes.

Il DuomoTal vez si los arquitectos de Il Duomo no hubieran puesto tanto pináculo, tanto arbotante y tanta gaita picuda en la techumbre, el golpe hoy, seiscientos años después, hubiera sido cosa de nada, una pequeña magulladura. Para que veas las consecuencias imprevisibles del diseño. ¡Il disegno!”.

 “Tortilla Española” está hoy un poco bastante solemne y moralista. Quizás se está metiendo en berenjenales peliagudos: “Es que llevo dentro como trocitos de pimiento morrón”.

Planet 51 ¿typical spanish?

Siendo asunto romano, no se entiende bien hoy lo del nombre que ha elegido. “Déjame que lo arregle un poco y meta aquí mi vertiente española del asunto. Es a propósito de la película esa de Planet 51. Ahora el faraonismo toma dimensiones inesperadas. Planet 51 cabe en un mini pen. O sea en, prácticamente, un moco. Es mucho más pequeño que incluso la maqueta reducida de Il Duomo, o de Santa María dei Fiori.

Y luego vas y lees: Chinquechento millioni di euri di presupuesto, duchenti chincuenta milloni di ingenieri i tecnichi y disegnatori, setti anni di curri, un software propio emancipado del programa de animación del propio Pixar. ¡La leche! ¿Peli española dice usted? Sí. Spagnolo. Si no es eso faraonismo segoviano, díganme qué es. España también puede dar lecciones de grandilocuencia y ostentación a través de su Historia. Pero esto de Planet 51¸  en su humilde mini pen, es distinto. Habrá que ir pensando en acuñar otro nombre, aunque el fenómeno no es nuevo ni español. Es el microfaraonismo, quizás el signo más evidente de nuestra Era. La Era del faraonismo cuántico.

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