Con pluma de oca: Evasión o Victoria
Escrito por: Moriarty
Racionalmente hablando , a mi no me gusta el fútbol. Nunca me ha gustado; ni cuando estaba fuera. Quizás sea debido a que mi físico no me acompaña para la práctica de ningún deporte de “cierta fuerza”, pero el caso es que ni con paciencia he conseguido tragarme entero un partido de 90 minutos, y mucho menos con prórrogas.
Y eso que, durante un glorioso mes, tuve una novia “pá mojar pan” hincha del Atlético de Madrid. De ella me queda el recuerdo de que una vez toqué el cielo, y del otro, las idas y venidas apretujadas en el metro al Vicente Calderón, y el divertidísimo himno de Joaquín Sabina que coréabamos a pleno pulmón, mientras Jesús Gil abandonaba cabreado el palco tras una nueva derrota.
Sin embargo, me comprenderéis si os digo que hay ocasiones en que las circunstancias casi obligan. En el mundo penitenciario español moderno, nos vemos obligados a convivir personas, cada uno de su padre y de su madre, de más de treinta nacionalidades diferentes, en un espacio realmente escaso.
Por ello, debido al inevitable roce, acabas conociendo muy bien la idiosincrasia de cada país y las ciertas costumbres de sus gentes. Ingleses que, pese a estar casi eliminados, continúan con la moral más alta que “el Alcoyano”; Italianos que, acostumbrados al “cerrojazo”, saben que su selección llegará, casi seguro, a semifinales; Daneses orgullosos de su juego de ataque, que rememoran su Campeonato de Europa de 1992… Y así un largo etcétera de compañeros que nos dan que pensar a los españoles, para los que nuestra selección ha pasado, de un día para otro, de ser la favorita a convertirse en una pandilla de maulas.
Un largo etcétera de compañeros que nos dan qué pensar a los españoles
Por otro lado, y aparte del carácter hispano tan dado a encumbrar y desencumbrar, casi al mismo tiempo, a sus héroes, entiendo perfectamente lo ocurrido. Hace años vi en el cine un bodrio de película sobre fútbol titulado “Evasión o victoria” (dirigida, aunque parezca mentira, por John Huston). En ella, da la sensación de que pocos de los actores se creen su papel. Stallone, Michael Caine, Ardiles y algún otro se arrastran lastimosamente por sus fotogramas. Pero lo más curioso e irreal era ver cómo todo un Max Von Sidow, convertido en oficial nazi, anteponía su amor por el buen fútbol a la política, al aplaudir a rabiar el gol de tijera de Pelé.
¿Será, pues, que, por la lamentable situación política española, la mayoría de nosotros también preferimos el fútbol a la política? ¿Será que siempre lo hemos preferido pero que no lo queríamos reconocer? ¿Será que, tras la derrota infringida por los compatriotas de Roger Federer, a los españoles ya no nos queda más que Rafa Nadal y Contador para soportar este caluroso y largo verano que se avecina?
Al hilo de esto. El otro día tuvimos la fortuna de recibir la visita del crítico de cine y escritor Fernando Gracia, quien, en una entretenida disertación sobre la novela “Fahrenheit 451”, adaptada al cine por Truffaut, comentaba acerca de los intereses del poder establecido en crear un estado general de opinión, e incluso de pensamiento, políticamente correcto; en fabricar una suerte de “realidad virtual” en la que todos los ciudadanos de a pie viviéramos en una ilusoria felicidad, siempre bajo la atenta mirada del “Gran hermano” Orwelliano.
Y es que, en verdad, “pensar” suele acarrear nefastas consecuencias. Aquí se suele decir “Si piensas, cumples el doble de condena”. Será, pues, por eso que a mí, actualmente, me apasiona el fútbol. De hecho, me trago casi toda la tele, incluso los “realitys” y programas de la prensa rosa. ¡Qué le voy a hacer! La cárcel es un reflejo de la sociedad exterior, y yo ahora debo centrarme en mi futura reinserción a ese mundo tan ancho y ajeno.
Amigo Moriarty, me congratulo. Has recuperado el gusto por el fútbol y la pasión. ¡Para que luego digan que la cárcel no rehabilita!.
Eso sí, sufrirás. Como yo. Como todos. Estos sujetos de la Selección nos están quebrando la Patria, con tanto tiki-taka y su falta de acierto.
Una patria tan carente de símbolos sólidos. Con un himno nacional que no podemos compartir por su letra inexistente. Nos tenemos que limitar a tatarearlo, con la mano derecha sobre el corazón. No mola. Emociona poco. Creo que es una marcha de una antigua guardia real. La celebración de nuestro Día Nacional, casi nadie la conoce como tal. El 12 de Octubre. Día de la Hispanidad (lo del Día de la Raza suena feísimo). No es sólo nuestra. La compartimos con todas las personas de habla hispana. Un montón. Más de 350 millones. Compárala con el 14 de Julio francés. Para ellos solitos.¡ Qué envidia!. O con el 4 de julio en los EEUU, aniversario del Día de la Independencia. Además, nuestros hermanos norteamericanos que son muy suyos y un tantico prepotentes, celebran otro día patrio, zampándose un hermoso pavo, en familia unida.¿Y nuestra bandera?. Una bandera de señales de la marina. Vistosa, eso sí. ¡Qué envidia la enseña de los bravos jugadores argentinos con los colores borbónicos!.
¡La Roja!, ¡La roja!. Se estaba transformando en un sólido y necesario símbolo patrio. Dispuesta a vencer a todos. A encumbrarnos por encima de todas las naciones… La humilde Suiza nos apeó del sueño. De golpe. Tampoco lo lograremos este año. Te repito, amigo Moriarty, estos chicos nos están quebrando la patria.
Los que no quebraron la patria, ni traicionaron sus ideales, ni cejaron en la lucha contra el nazismo y la ocupación alemana, fueron aquellos jugadores del equipo Start, en su mayoría antiguos componentes del Dinamo de Kiev, recluidos en un campo de concentración, que el 9 de Agosto de 1.942, jugaron su último encuentro, el conocido como el Partido de la Muerte. Humillaron y vencieron a un potente equipo alemán. Estaban advertidos que de no perder serían asesinados. Las amenazas se cumplieron. Todos murieron.
Independientemente de la calidad de la película que citas (a mi, me parece excesivo calificarla de bodrio), John Huston quiso hacer un homenaje a estos héroes de la resistencia y no al fútbol. Eso sí, dulcificó la historia. La realidad fue bastante más terrible.
Por cierto, desde que me enteré de este terrible hecho, gracias a Huston, soy un hincha irreductible del Dinamo de Kiev, aunque, con el Atléthic por delante, claro.
Un abrazo.