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Deportes: La partida de ajedrez de Carlos XII en Bender

Posted By Daroca (Zaragoza) On 09/08/2010 @ 21:03 In Apuntes,Aragón,Miscelánea | No Comments

Escrito por: Jesús Barón. Campeón de España de ajedrez.

AjedrezHoy he querido rescatar esta pequeña historia que desde el primer día que la vi me cautivó por su belleza, esa belleza que siempre recompensa sobradamente el esfuerzo y la perseverancia que debemos mantener para llegar hasta el final. La historia es la siguiente…

Carlos XII, el “León Sueco” ( 1682-1718), que intentó llegar hasta Moscú y fue vencido, otra vez más por el frío que por los enemigos rusos. ¡Cómo Napoleón!
En la gran batalla de Poltrava (al este de Ucrania, la batalla tuvo lugar el 8 de julio de 1709, durante la llamada “segunda guerra del norte”) y perseguido por sus implacables enemigos, los rusos, buscaba refugio en los dominios del sultán de Turquía.

En los alrededores cercanos de la ciudad de Bender (actual Bendery, Modavia), estableció una especie de campo permanente. Estaba acompañado por muchos cientos de suecos y polacos, los últimos restos de dos grandes armadas que su ambición sin límites había sacrificado. Estos habían sido juntados por un gran número de jenízaros y tártaros, llegados a Bender para servir al valiente rey infortunado, del que la valentía y la audacia eran conocidos en Europa y el oeste de Asia, o enviados por el sultán para vigilar las acciones de sus tumultuosas huestes.

Carlos, cuando nuestra historia comienza, llevaba tres días y medio en Bender, subsistiendo, él mismo y los demás, pidiendo dinero al sultán, que generosamente había abierto su bolsa para ayudar al monarca.
Pero los turcos, al final, temiendo molestar mucho tiempo a Rusia (con el zar Pedro I a la cabeza) y dudando de los proyectos turbulentos de Carlos, buscaban deshacerse ellos mismos del rey. Y los suecos no deseaban menos volver a su país natal. Finalmente, después de que Carlos hubiera prometido una y otra vez dejar el imperio otomano, el sultán, colmada su paciencia, envió a algunos oficiales de alto rango y un gran número de tropas con orden de imponer a sus comandantes y a Carlos cruzar el Dniester. Carlos rehusó obedecer las órdenes y, con un pequeño número de suecos leales, fortificó su campamento, resuelto a aguantar y morir si era necesario.

Entre los ocios de Carlos durante su exilio, ninguno era tan fuerte como su pasión por el juego del ajedrez. Como la mayor parte de los comandantes militares el héroe del norte mostraba un profundo afecto por esta guerra simulada. El valiente y leal polaco, Stanislas Poniatowski, y el brillante general sueco, Christian Grothusen, eran sus principales adversarios, aunque a él no le importaba jugar ocasionalmente con algún oficial turco que le frecuentaba.

Mate en 3: 1.Txg3! Axg3 2.Cf3 3.g4 mate.

Mate en 3: 1.Txg3! Axg3 2.Cf3 3.g4 mate.

La cortina del tiempo se vuelve a levantar y se ve a Carlos y Grothusen jugando una tarde al ajedrez, a finales de enero de 1713. La mañana había sido utilizada para fortalecer las defensas, alrededor de las cuales 30000 turcos y tártaros permanecían apostados. Algunos días antes de sus violentos ataques las tropas musulmanas avisaban al monarca de lo que podía esperar, enviando un papel ocasional por debajo de su casa y a veces a través de ella. La partida estaba muy avanzada y Carlos, jugando con las blancas, tenía ventaja decisiva:

Con la admirable calma que le hizo presentir la presencia del peligro, observó largamente la posición y al final anunció mate en tres jugadas.
Apenas estas palabras salieron de su boca, una bala, rompiendo el cristal de una ventana, acabó su camino clavándose en la casilla del caballo blanco, rompiendo la figura en pedazos. Carlos, que estaba ya satisfecho y con cara de triunfo, miró molesto la jugada tan belicosa como inesperada que había puesto fin a la vida de su caballo.

Pero Grothusen, aunque se parecía mucho a su maestro en otras cosas, saltó de su silla con espanto. Carlos le censuró con una risa desdeñosa y luego le dijo:
¿Dónde está mi otro caballo, Grothusen? Encontradlo y calculad el mate. Es verdaderamente bastante bonito como para reembolsar vuestra molestia.

Pero antes de que el ministro pudiera encontrar la pieza, los ojos de Carlos fueron atrapados por la posición, y, rechazando el caballo de manos de Grothusen, observó intensamente la posición. Al fin levantó la cabeza con una gran sonrisa.

Mate en 4: 1.hxg3 Ae3 2.Tg4 Ag5 3.Th4+! Axh4 4.g4 mate.

Mate en 4: 1.hxg3 Ae3 2.Tg4 Ag5 3.Th4+! Axh4 4.g4 mate.

Realmente no pienso que tengamos necesidad de ese caballo: yo creo que puedo ofrecéroslo y os anuncio mate en cuatro jugadas.

Quién podría creer que cuando el rey hizo este segundo anuncio, una nueva bala atravesó la puerta y llevó irremediablemente el mismo camino que la primera, hacia el tablero real. El peón blanco de torre compartió la suerte del caballo y cayó al suelo partido en pequeños fragmentos. Grothusen, oyendo la risa satírica de Carlos, no se movió de su asiento.

Mi palabra tenéis de que los turcos son buenos aliados – dijo el rey. Es difícil que pueda combatir a la vez con usted y con los 30000 paganos, sobre todo si usted emplea armas tan poderosas. Es la primera vez que veo jugar al ajedrez con mosquetón.

Ah, sire, respondió el sueco – en el que el entusiasmo ajedrecista había sido “enfriado” por esta diversión – la suerte está en contra de nosotros hoy: Vuestra Majestad no querrá salir e idear algún método para mantener a distancia a los turcos.

Esperad un momento, miedoso – dijo Su Majestad complaciente – y dejadme ver si mi partida no es lo suficientemente buena como para que pueda privarme también del desafortunado peón…
¡Puedo!, exclamó.

Mate en 5:  1.Tb7! Ae3 2.Tb1 Ag5 3.Th1+ Ah4 4.Th2!! gxh2 5.g4 mate.

Mate en 5: 1.Tb7! Ae3 2.Tb1 Ag5 3.Th1+ Ah4 4.Th2!! gxh2 5.g4 mate.

Y riendo tan fuerte que hasta se le pudo oír por encima de sus trincheras se oyó: ¡puedo!

Tengo el gran placer de informaros de que estáis, aquí y ahora en un mate en cinco jugadas.

Carlos no permitió a Grothusen que dejara la estancia antes de resolver el problema. Y éste pudo ser el motivo por el que dos días más tarde dejó el campamento y se llevó al resto de suecos, que, junto con los turcos, estaban ansiosos por abandonar su vida inactiva y volver a su reino sin rey.

En cuanto al rey de Suecia, menos feliz con los turcos que delante del tablero, fue hecho prisionero por los jenízaros el 12 de febrero de 1713, después de una heroica lucha.

 

 


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