A José Antonio Labordeta
Hoy somos todos un poco más huérfanos. Hoy ha muerto José Antonio Labordeta. Por poco…no tuvimos el placer de conocerle. Le invitamos a venir a nuestro centro a ayudarnos en un rodaje de nuestro taller de cine; el proyecto le encantó, se trataba del episodio piloto de una serie de comedia para televisión. Hablamos con él, y quería venir a ayudarnos. Pese a su larga y dura enfermedad, aún quiso dejar la puerta abierta de nuestra prisión para él:
“ Mi vida se ha reducido a casi no salir de casa-nos explicaba por teléfono-. Al cabo del día, me hago unos cuantos pasillos arriba y unos cuantos pasillos abajo. De todas formas, llámame cuando se acerquen las fechas por si me encontrara más animado”
Unas semanas más tarde, por prudencia, ya no nos atrevimos a llamarle sino que le enviamos un correo comunicándole que las puertas de Daroca seguirían abiertas para él en cuanto se encontrara con más ánimos. Nos respondió enseguida…
“La salud sigue flojilla y por eso no me es posible acudir a eventos como el vuestro. Voy avanzando hacia la mejoría pero poco a poco. Veo cosas que organizáis en Daroca y me alegra ver que intentáis la “normalidad”.
Un fuerte abrazo para ti y para todos”
Lo que él no sabía era que le habíamos elaborado una entrevista para cuando viniera a Daroca; que habíamos estudiado a fondo su biografía y leído alguna de sus novelas más características; que, en la distancia, personas de diversa índole y procedencia habíamos llegado a admirarle y apreciarle.
Por ello, nos cuesta trabajo creer que quien ha representado tan brillantemente ese espíritu aragonés, paradigma de sensibilidad democrática, de honradez, sinceridad, inteligencia y bonhomía, nos haya dejado para siempre. No entendemos la muerte, el vacío, la soledad, que nos ha privado de conocerle y disfrutar de su compañía entre estos barrotes que apresan todo, menos nuestros pensamientos.
Nos quedan sus libros, sus poemas, sus canciones… pero, sobretodo, nos queda el constante ejemplo, la incansable enseñanza brindada por su misma vida. Y eso es lo verdaderamente inalcanzable por la odiosa muerte. Setenta años después de la muerte de Lorca, “Federiquear” sigue equivaliendo a vivir plenamente, como sólo él lo podía hacer, su vida es su obra; Labordeta, “el abuelo”, generosamente, también nos ha brindado su vida, un mar de recuerdos, un océano de hechos; su ejemplo, que nos inspira para ser mejores cada día; y una esperanza cierta, pues quien de nuestros hijos o nietos sepa de la vida y obra de este gran hombre no podrá evitar sentirse fuertemente impelido hacia la consecución de una sociedad más justa e integrada por mejores seres humanos.

La muerte de Labordeta, nos deja un inmenso vacío, que será muy, pero que muy dificil de llenar; es y será una persona irreemplazable.
Descansa en PAZ, y desde donde quiera que estés vela por nuestra tierra, y que todas tus canciones donde tan bien expresaste el sentimiento de Aragón, que no caigan nunca en el olvido.
Hasta siempre
Pilar
Soy un aragonés residente de hace años y en Sevilla y durante muchos años Labordeta ha significado para mí un soplo de autenticidad aragonesa en mi discurrir vital. Cuando he querido recurrir a mi nostalgia por los paisajes pirenaicos, por la belleza de esta tierra, ahí estaba para encontrarme en mí la parte de tierra que me faltaba. Y, además, su canción siempre se ha correspondido con su proceder vital, cosa que no siempre ocurre. Porque Labordeta no veía la política como poder sino como arma de transformar la sociedad. Adios “abuelo”, te guadaremos en nuestro corazón inquieto de sabiduría
Quien de nosotros no viajó alguna vez dentro de su mochila. Quien no cantó alguna vez, una de sus canciones, reivindicando, de la forma mas dulce lo que el pueblo queria. Era un hombre del pueblo y para el pueblo. Humano, afable, sencillo, campechano. Alzó su voz contra la hipocresia en el Congreso de los Diputados. Reivindicó el derecho a ser libres de todos los españoles. Lucho por su tierra y por la de los demas, sin queres obtener nada a cambio, simplemente justicia. Nació, creció, vivió y murió para y por el pueblo. Esto es un recuerdo para un gran hombre. Descanse en paz, JOSE ANTONIO LABORDETA.