Escrito por: Fernando Gracia Guía

Este año se va a celebrar el centenario del nacimiento del actor que más gloria y sobre todo dinero ha dado al cine mexicano, Mario Moreno “Cantinflas”. Será para agosto y según parece tendrá una amplia repercusión en el país hermano, aunque dudo que lo sea tanto en el nuestro.

Y ello a pesar de que durante mucho tiempo se trató de uno de los artistas más populares de nuestras pantallas, y desde luego el mayor de todos los llegados desde aquel país. Pero tal parece que el paso de los años no ha sido muy beneficioso para su imagen y es difícil encontrar ahora espectadores jóvenes que gusten de sus películas.

Bien es cierto que la calidad cinematográfica de ellas no era precisamente alta, aunque en muchos aspectos era equiparable a la del cine de consumo que se hacía por estas tierras. Cine populista, de argumentos sencillos y eficaces y sobre todo basados en la vis cómica de un hombre que supo crear un personaje que acabaría representando al mexicano medio como ningún otro.

En su juventud había sido boxeador aficionado, torero casi profesional y alguna otra cosa más, hasta desembocar en el mundo de las variedades, donde seguramente por azar dio con el tipo que habría de darle fama y una inmensa fortuna. Corren muchas leyendas sobre el origen de su nombre artístico, que en sí mismo no significa nada. Que si es una contracción de “cuánto inflas”, por aquello de darle mucha vuelta a las cosas sin decir nada, o que lo de “inflar” viene por lo de beber. También se dice que un día empezó a improvisar en un escenario al no recordar el papel e hizo como si dijera algo que en el fondo nadie podía entender.

Su personaje del “peladito” representaba en el fondo el choque
entre la modernidad y el analfabetismo imperante en México

Fuese como fuese, lo cierto es que creó un personaje y al igual que su adorado Charlie Chaplin lo explotó durante décadas, traspasando fronteras y triunfando allá donde nuestro idioma se hablaba. Su primer gran éxito fue “Ahí está el detalle”, con una larga escena final de un juicio, que en su tiempo conquistó al respetable. A partir de entonces, la fórmula de tipo desastrado, gramática parda, algo de picaresca, chicas guapas, ritmos sabrosones y sentimentalismo hizo fortuna, con títulos tan recordables como “El bolero de Raquel”, “Sube y baja”, “Los tres mosqueteros”, “Romeo y Julieta”, “Caballero a la medida”, “El analfabeto”, “El supersabio” y tantos y tantos otros, sin olvidar sus dos incursiones en Hollywood, “La vuelta al mundo en 80 días” y“Pepe”.

Se dice que su personaje del “peladito” representaba en el fondo el choque entre la modernidad que intentaba abrirse paso en el país mexicano y el analfabetismo tristemente imperante en un amplio porcentaje de la población. Mucha gente intentaba utilizar palabras hermosas o tenidas como cultas, metiendo la pata por causa de su escasa instrucción. Todo ello, impregnado de cierta picardía y un ligero atrevimiento para las costumbres de la época le convirtieron en un tremendo gancho para la taquilla, haciendo rico al personaje y propiciando los litigios que a su muerte han emprendido sus descendientes por el control de su herencia audiovisual.

Espero que en este año podamos repasar lo mejor de su obra, aunque ya no sean iguales nuestros gustos y nuestros ojos. Lo que no tengo nada claro es que atrape a nuevos espectadores. Aunque quién sabe.