Lo nunca visto
Escrito por: Miguel Miranda
No hace mucho celebramos en mi Facultad un seminario sobre discapacidades en colaboración con ATADES, que en Aragón es la Asociación que desde hace cuarenta años viene trabajando y prestando servicios y luchando por tener las mejores prestaciones para el colectivo de personas con síndrome Down.
En el acto inaugurado por el Rector, D. Manuel López, comentábamos lo mucho que han cambiado las cosas para este colectivo en las últimas décadas, comenzando por su esperanza de vida que ha pasado de los treinta años a muchos más. Me aseguraban que atienden personas que ya han superado los noventa años. Noventa, lo nunca visto en toda la historia de la humanidad. Este fabuloso avance tiene que ver sin duda con la mejora del bienestar de toda la sociedad, de los cuidados médicos y sociales que reciben y sin duda el cambio que se ha producido en la sociedad respecto a sus posibilidades.
Antes enseguida se tiraba la toalla. Se les consideraba personas condenadas a llevar una vida mediocre, incapaces de desarrollar muchas potencialidades. El cambio de perspectiva ha posibilitado descubrir cuan equivocada era aquella posición. Con la estimulación precoz y un trabajo constante ha posibilitado su incorporación a la vida social en mejores condiciones que nunca. Se conocen casos de personas afectadas por este síndrome que han conseguido terminar sus estudios de licenciatura e n la Universidad. Quien lo diría. Si sólo hace unos años alguien hubiera vaticinado semejantes avances, una buena parte de la comunidad científica le hubiera tachado de visionario.
Siempre es posible el cambio, siempre es posible
la rehabilitación, la reintegración social.
Déjenme que les hable del Dr. Seva Díaz, ya fallecido. Fue catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza y Jefe del Departamento del Hospital Clínico Universitario. Falleció muy prematuramente hace pocos años. D. Antonio, cuando hablaba de estos temas siempre nos recomendaba lo mismo: en temas de rehabilitación hay que poner las metas lo más lejos posible, porque si las ponemos muy próximas, cuando las alcancemos nos vamos a parar todos, el paciente y los técnicos y eso sería un drama. Un drama porque nos quedaremos sin descubrir hasta dónde hubiera sido capaz de llegar el paciente en cuestión si hubiéramos sido más ambiciosos.
El consejo del que fue mi jefe durante más de una década, es útil para cualquier proceso de rehabilitación, médica o social y deberíamos recordarlo siempre todos los implicados en este tipo de trabajos. Sea cual sea la discapacidad, la diversidad funcional que se dice ahora, sea cual sea el problema social que ha llevado a la persona con la que trabajamos a la marginación… siempre es posible el cambio, siempre es posible la rehabilitación, la reintegración social. Hay que poner las metas bien lejos y trabajar día a día por ellas. Las potencialidades de las personas, de todas las personas, de cualquier persona, están por descubrir. En este terreno hay que ser ambiciosos, muy ambiciosos. Y seguro que nos llevamos más de una sorpresa muy agradable.