Lugares del Maestrazgo

Convento de los monjes servitas: autopsia en Cuevas de Cañart

Portada Iglesia de San Miguel (fotografía: Mariola Herrero)Más allá del viejo lavadero restaurado, a la salida de Las Cuevas de Cañart, la modernidad se ha abierto paso entre las viejas posesiones del convento de San Miguel: un pabellón multiusos, recién estrenadas pistas de paddle. Un cartel ajado de tiempo sobre un pequeño murete presenta el edificio a la visita. A uno, que suele acudir a los sitios con sus ojos de niño, se le caen los palos del sombrajo al contemplar la ruina. ¿Este es el convento que venimos a ver? Lo será, ahí lo dice, en el cartel: convento de los monjes servitas. Lo repito para mí para cerciorarme de que es cierto. Pero si está en ruinas. Ya lo veo. Sí, ya lo ven mis ojos que se convierten de un bofetón en los de un adulto. Una congregación de vecinos que meriendan el buen vino y el jamón de la tierra sobre mesas de tijera, levantan las copas y brindan bajo la efigie de la Piedad, coronación de la portada del Convento de los Servitas de Cuevas de Cañart.

La orden servita

Estucos (fotografía: Mariola Herrero) La Orden de los Frailes Siervos de María, o Servitas, fue fundada en Florencia en 1233 por siete santos barones que decidieron dedicar su vida a la veneración de la Madre de Dios, sobre los cimientos de una cofradía de “laudesi” o alabadores de la Virgen formada por comerciantes. Tras algunos años de retiro espiritual, los cofrades toman el hábito negro y se sujetan a la Regla de San Agustín. En 1255 el Papa Alejandro IV da la aprobación definitiva a la orden y su modo de vida.

La fundación de los Siervos de María es un caso singular dentro de la tradición católica : sus siete fundadores, de cuyos nombres no se tiene total certeza, fueron canonizados al mismo tiempo en 1888; en la liturgia se les da culto colectivo y el 12 de febrero se les recuerda en homenaje conjunto, bautizado en el santoral como el día de los santos servitas

En el siglo XIV la orden se había expandido por toda Europa, en especial, por toda Italia, Francia y Alemania con más de cien fundaciones conventuales.

En la actualidad la comunidad servita está formada por algo más de 1500 religiosos.

La cueva de los monjes

Nave lateral (fotografía: Mariola Herrero) En 1488, ante la necesidad de expandir su influencia por la Península Ibérica, el Capítulo General de la Orden designa a Gerolamo Fusco como Vicario General para instaurar la Orden en España y Portugal. Tras la visita del Vicario, en 1497, otro fraile de la orden, fray Juan Lido, llega a la zona con una orden de Florencia para fundar el primer cenobio servita en España y ya tienen elegido el lugar de su fundación: una pequeña cueva en Ladruñán, a 3 kms del actual emplazamiento, barrio entonces de Las Cuevas de Cañart, donde en noviembre del mismo año se establece una pequeña congregación de monjes.

Durante más de dos siglos y medio la cueva de Ladruñán, dedicada a San Miguel, centralizó la actividad religiosa de la zona. Los monjes edifican un convento de mampostería sobre ella pero el lugar es peligroso: en la ladera de la montaña, en un lugar inhóspito, a merced de las inclemencias del tiempo y de los derrumbes.

En 1746, efectivamente, la montaña se derrumba sobre el edificio y la cueva fundacional y los monjes se ven obligados a buscar otro emplazamiento.

Fue una decisión sabia: la cueva se derrumbó en 1914.

El nuevo templo : de la austeridad al barroco

Entrada desde el interior (fotografía: Mariola Herrero) Los monjes servitas deciden edificar su nuevo convento junto al pueblo de Las Cuevas de Cañart. Cerca de medio siglo tardaron en terminarse las obras; hacia 1790 ya estaba totalmente acabado. El nuevo edificio servita es un magnífico ejemplo del barroco tardío, con decoraciones de tipo rococó. Puede uno imaginarse a aquellos monjes austeros que vivían en una cueva trasladarse al nuevo edificio, recargado de imágenes, volutas y estucos. El impacto debió de resultar insuperable.

La iglesia es lo único que actualmente se conserva de aquel basto recinto. La portada, enmarcada por un monumental arco representa una Piedad bajo un frontón truncado que sirve de base a una ventana axial. No en vano los monjes servitas españoles sienten una especial devoción por la Virgen de la Piedad.

Cúpula derruida (fotografía: Mariola Herrero) Las fundaciones o filiales de los servitas de Cuevas de Cañart continúan a lo largo del siglo XVIII : Fray Bartolomé Yñigo, prior provincial de la Orden de Siervos de María de la Corona de Aragón (y prior de nuestro convento cuevano) otorga bula fundacional en 1788 para el nuevo convento de Higuera de la Sierra, en Huelva.

El convento de San Miguel de las Cuevas de Cañart llegó a albergar hasta 100 frailes.

El abandono

Estuco (fotografía: Mariola Herrero) Las guerras carlistas, que tanto afectaron al Maestrazgo, marcó el declive del Convento de San Miguel. Las tropas carlistas de Ramón Cabrera, aquel llamado Tigre del Maestrazgo, se hicieron fuertes en ciertos enclaves estratégicos de la comarca: Cantavieja, Castellote, Morella al este… El devenir de la guerra obligó a los ministros liberales de Isabel I a obtener fondos para financiar su ejército. La desamortización de Mendizábal, funesto legado visible de aquellos convulsos tiempos y garrote vil para muchos edificios eclesiásticos de toda España, afectó directamente al Convento servita, que fue desamortizado “para la causa” y sus bienes vendidos al mejor postor. Las riquezas del monasterio comenzaron a deambular de un lado a otro sin demasiado criterio. Cinco años después de la expropiación todavía algunos bienes (joyas, alhajas y diverso material para la liturgia) aún esperan una solución a su desgracia.

Se tiene constancia de que en mayo de 1838 el Comisionado para las desamortizaciones en Aragón informa de que tiene en su posesión alhajas procedentes del convento servita de Cuevas de Cañart. La Junta Central le manda que los guarde hasta nueva resolución y se pide permiso a la Superior para venderlos, con objeto de atender a las necesidades urgentes del Ejército. Pero no se resolvió nada en ese sentido, porque el 16 de febrero de 1939 el Comisionado vuelve a recordar que tiene en depósito las alhajas de Cañart que le entregó el Brigadier Sr. Abecia y que por Real Orden de 30 de julio de 1838 se había dispuesto que quedasen reunidas en la Junta de Zaragoza. Y finalmente se le contesta que no corresponde a la Junta, sino a la Intendencia el disponer de ellos para atender a las necesidades del Ejército.

Aun con todo, con la guerra no como telón de fondo sino como rutina diaria, con sus posesiones decomisadas por el Gobierno, los monjes servitas de San Miguel se niegan a abandonar el convento y resisten en él. Las tropas de Cabrera lo toman por la fuerza para el bando carlista y lo convierten en hospital de campaña, como apoyo para las duras batallas que se están entablando en la zona. Los monjes, resignados, ayudan como pueden a las labores hospitalarias.

El 24 de marzo de 1840 el ejército liberal toma Castellote y en abril de 1840 las tropas de Espartero destruyen el monasterio para evitar que vuelva a ser utilizado por los carlistas. El fin.

El regreso de los monjes servitas

La autopsia de San Miguel (fotografía: Mariola Herrero) Pasear por las naves desmochadas de la vieja iglesia barroca de San Miguel evoca lejanos recuerdos, tristes recuerdos. Restos de azulejos pintados de azul, las bases aserradas de las imponentes columnas; el cielo azul se recorta por encima de los muros y sólo una pequeña cúpula con tambor y bajorrelieves cubren una capilla estucada resiste al abandono. Nada queda del convento, sólo ella, la iglesia, con sus huesos mondos a la intemperie y su tejado inexistente, como el cráneo de un difunto abierto en autopsia.

El convento ha sido declarado Bien de Interés Cultural pero no parece que esta medida haya traído luz a su futuro. Este monumento se encuentra en la Lista Roja de edificios históricos en “peligro de extinción” elaborada por la Asociación Hispania Nostra. Sólo las autoridades tienen en su mano salvar los restos servitas de la más absoluta ruina.

Quizás de nada le sirva pero para el alma del propio convento debió resultar una alegría, cuando no un alivio o una esperanza, recibir a los hijos pródigos que tanto tiempo atrás lo abandonaron. En verano de 2010, invitados por el Hotel Don Iñigo de Aragón, de Las Cuevas de Cañart, los servitas celebraron en las modernas instalaciones del complejo hotelero un Capítulo de la Orden. Los Siervos de María volvieron a pasear sus hábitos negros por la localidad turolense, añorando seguramente el glorioso pasado del que ellos, aunque muchos de sus novicios ni siquiera lo sepan, son una parte imprescindible.

 

Fotografías:  Mariola Herrero

Historia de la Orden Servita
http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/02/02-17_SERVITAS_7_FUNDADORES.htm

Las desamortizaciones en Aragón
http://www.biopsychology.org/tesis_pascual/mendi096.htm

En la lista roja de monumentos en peligro de Hispania Nostra
http://www.hispanianostra.es/lista-roja/convento-de-servitas

El regreso de los servitas a Cuevas de Cañart
http://www.lacomarca.net/index.php?option=com_content&view=article&id=2221:un-largo-camino-de-regreso&catid=89:maestrazgo&Itemid=463

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