La crisis
Escrito por: Rafael González
¿Qué te ocurre, esposo mío, qué mitiga tu alegría?
Tu sonrisa se ha perdido, poco a poco, cada día.
¡Lo que preguntas, mujer, fácil lo tienes que ver;
sé que compartes mi pena y nada puedes hacer!
El trabajo lo he perdido y las ansias de vivir,
por no poder tolerar ver a mis hijos sufrir.
¡Yo comparto tus pesares, pues son igual que los míos,
quisiera poner remedio y que no sufran los críos!
¡Hay una cosa importante que debes tener presente:
ante todo ser valiente, luchar contra la corriente,
mantenerte firme, fuerte; aceptar este presente;
afrontar nuestro futuro, aunque te parezca duro;
Estar juntos en las penas, no perder las esperanzas,
luchar con los malos tiempos, y llevar esta condena!
Todo se hará por los hijos con los medios que tengamos
y nunca defraudaremos a aquellos que tanto amamos
¡ Dulce esposa ¡ ¡Vida mía ! :
Tu estímulo me da fuerza para afrontar, decidido,
que mi suerte no se tuerza. Buscaré nuevos trabajos,
no decaerá mi entusiasmo, lo haré por ti :
“reina mía”, y por estos “renacuajos”.
Siempre existe moraleja que nos sirve de lección
y podamos acoplar, de nuevo, en esta ocasión :
“Ningún mal dura cien años, ni cuerpo para aguantarlo”,
por la sencilla razón: “Difícil poder contarlo”.
