La desconocida

El magistrado golpeó su martillo fuertemente, enfatizando la gravedad de mi sentencia y el abatimiento de mi abogado. Descubrieron mi truco, ocultar la “nieve” entre dobles fondos de botes de pintura para burlar a los perros.

MartilloSiempre había sido dado a la precaución, pero debía haberse chivado alguno de los míos demasiado ambicioso. Pensaba en ello mientras me conducían a mi celda.

Entonces la vi durante sólo unos eternos segundos. Ignoraba por qué estaba allí, aunque me daba igual. No era excesivamente guapa y su delgada constitución tampoco era mi tipo, pero me enamoré al instante inexplicablemente.

Resultaba un imposible, un condenado conquistando a una desconocida. Ataviado de presidiario y esposado, un hombre no podía serle muy atractivo a una grácil mujer. Sin embargo la miré arrebatado, le sonreí y le dije sencillamente: “Volveré”. Ella quedó asombrada y desapareció de mi vida con un empujón de un insensible alguacil.

* 1º Premio categoría Microrrelato en el Certamen (externo) “Picapedreros” de Poesía y Microrrelato 2011

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