A ti que viertes sobre la almohada tus confidencias de miedo atroz, cuando en la noche duerme contigo aquél que dijo tanto te amó y buscas huellas de un nuevo día tras la persiana, en tu habitación.
Mujer callada, que estás perdida, rompe el silencio de tu agonía sal a la vida, a la libertad, corta cadenas de cobardía del que te ahoga con soledad, del que te besa con golpes secos y te acaricia con el dolor, dejando rota tu carne herida, haciendo añicos tu corazón.
A ti que existes sin darte cuenta, coge el espejo de la ilusión, mira tu cara, aún tiene vida, sal de la cárcel del desamor y muestra el brillo que llevas dentro sólo apagado sin compasión. ¡No temas nada, sueña de nuevo tienes la fuerza de tu interior!