Google, el secreto de su éxito
Escrito por: J. A. S.
Todos hablamos del éxito de Google y pocos sabemos la razón por la cual se ha convertido en la mejor página de búsqueda de datos por Internet, entre otras muchas herramientas de software, que nos hace su visita imprescindible si queremos estar al día de todo lo que nos rodea, sea a título personal, profesional o empresarial.
Los creadores de Google, Sergei Brin y Larry Page, se comieron en un año a sus rivales, porque se dieron cuenta de que la cantidad de información que podía mostrar su motor de búsqueda era cada vez mayor, casi infinita, y que ésta debía de llegar de forma inmediata a los internautas, ya que la paciencia de éstos era limitada: era una cantidad finita de tiempo.
A menudo, la información-basura desplaza a la que interesa al internauta, se dijeron, además de estudiar que a los usuarios sólo les interesaba ver los 10 primeros resultados.
Para conseguir que, de forma inmediata, el internauta tuviera lo que solicitaba y precisaba: la información más relevante, sin tener que pasarse minutos y minutos tratando de depurar un montón de páginas webs que de nada le sirven, tenían que crear una herramienta muy precisa para que los documentos relevantes estuvieran en los primeros resultados. Tenía que ser la herramienta de búsqueda más rápida, más inteligente y más útil que la de los demás.
A los usuarios sólo les interesaba
ver los 10 primeros resultados
Se pusieron manos a la obra y lo primero que estudiaron fue saber quien podía tener la fórmula para, a partir de ésta, llegar a inventar la herramienta para Google. Tenían una información privilegiada que la obtuvieron en sus estudios en la Universidad. Estaba ahí y nadie se había dado cuenta de su existencia y que de ella dependía el éxito de cualquier buscador de Internet. Pusieron manos a la obra e inventaron un algoritmo de búsqueda.
El matemático, geógrafo y astrónomo persa Al-Juarismi escribió en el año 825 después de Cristo un libro titulado “Sobre el cálculo” con los numerales hindúes que haría ricos a los chicos que inventaron Google. Nacido en el año 780, este erudito se pasó buena parte de su vida trabajando para la Casa de la Sabiduría en Bagdad, una institución fundada en el año 813 después de Cristo por el mágico califa de los abásidas Harem al Rashid y su hijo Al Mamún.
La Casa era a la vez biblioteca y centro de traducciones. En aquellos años, Occidente vivía un largo eclipse científico que duraría 1000 años, y la sabiduría de los griegos y romanos dormía en palimpsestos y papiros que, poco a poco, se convirtieron en polvo. Estos restos de cultura fueron recogidos por los eruditas persas que elaboraron la Casa de la Sabiduría para convertirla en el mayor faro del conocimiento científico y humano del momento: se estudiaba matemáticas, física, astronomía, medicina, química y geografía, y se recopilaban textos persas, así como indios y griegos.
El más distinguido que recuerda la historia de esta ilustre casa se llamaba Al-Juarismi, quien dio nombre al álgebra, pues escribió un libro de extenso título, donde mencionaba la palabra al-jabr, que significa cálculo. Al-Juarismi fue uno de los primeros en trabajar con los numerales indios o hindúes, que incluían un guarismo que nadie había inventado: el cero. Gracias a todo esto, cuando esos cálculos matemáticos pasaron a Occidente por Constantinopla y Córdoba, abandonaron los engorrosos números romanos y se hicieron más simples y rápidos.
Pero Al-Juarismi ha pasado a la historia por haber usado los numerales para desarrollar los algoritmos, algo así como una secuencia de instrucciones para hacer más cortos los cálculos.
Lo que daría yo por saber
cómo es el algoritmo de Google
Llevado al mundo moderno, el mejor ejemplo son los ordenadores: cada vez que pulsamos un botón, el ordenador está recibiendo una serie de algoritmos o instrucciones para ejecutar operaciones. «Si usted pulsa aquí, entonces yo haré estas operaciones». Se les llama algoritmos porque cuando los traductores de la Edad Media volcaron al latín los textos de Al-Juarismi, lo denominaron Al-Goritmi, y por defecto y mal uso, acabaron llamándose algoritmos a esas operaciones matemáticas. La palabra guarismi procede de ahí también.
Los algoritmos sirven para muchas cosas, entre ellas para rastrear información en Internet. Claro que hay tantas referencias a lo que el internauta solicita que, para atender a ese señor tan impaciente, afinan el algoritmo para que busquen en las páginas más fiables. Aún pueden seguir perfeccionando el algoritmo dándole instrucciones para que localice las páginas más citadas por los expertos. Y así se puede ir mejorando el dichoso algoritmo.
Hace 10 años, los chicos de Google inventaron un algoritmo de búsqueda de información en Internet que les ha hecho archimillonarios. Alguno de ustedes se acordará de que el buscador más popular entonces era Altavista. Había alguno más. El problema consistía en que cuando uno ponía «receta cocido montañés», estos buscadores mostraban una cantidad enorme de páginas, la mayoría de las cuales eran inútiles. Y uno tenía que perder un montón de tiempo, saltando de una página a otra, hasta encontrar las mejores recetas.
Pero cuando nació Google, todo cambió, porque consiguieron inventar el algoritmo que mejoraba toda búsqueda y la hacía más rápida y eficaz que sus competidores. Consiguieron algo que es necesario para triunfar y eso no es otra cosa que tener un producto que sea necesario e imprescindible para el consumidor.
¿Puede alguien hacer
sombra a este imperio digital?
Y ahora se preguntarán: «Lo que daría yo por saber cómo es el algoritmo de Google; así mi página web o mi blog no se perdería en esa maraña de datos, y aparecería entre los primeros». Oh lo siento. Ese algoritmo es como la fórmula de Coca-Cola. Más o menos secreto. Consiste en 200 variables, de las cuales 100 son conocidas y otras 100 son desconocidas.
Millares de programadores de páginas web del mundo entero se pasan el día dando caza al dichoso algoritmo. La idea consiste en levantar la mano y engatusar a los robots de Google para que se fijen en ellos y lo empujen a las posiciones más relevantes. Pero Google cambia cada mes el algoritmo para que su sistema siga siendo fiable.
¿Puede alguien hacer sombra a este imperio digital? Por supuesto: basta con que usted invente un algoritmo mejor que el de Google. Eso le haría archimillonario… hasta que otro listo venga con el súper recontra cojoalgoritmo. Pero no desespere ni se deprima si no lo consigue, será usted uno de los millones de internautas que lo están intentando y, por consiguiente, haciendo más ricos a los chicos de Google.