¿Evolucionamos o qué?
Escrito por: Kike
Pleno siglo XXI. Segundo milenio. Muchos sabios o por lo menos muchos personajes históricos habían vaticinado el fin del mundo para estos días. Pues bien, a las pruebas de nuestra existencia me remito para asegurar, con margen de error cero, cuán equivocados todos ellos estaban.
Es bien cierto que cuando aquellos personajes miraban al año 2.000, lo veían tan lejano y tan incierto que no era del todo descabellada la idea de que para ahora todo ya hubiera terminado. Además jugaban sobre seguro porque ¿quién iba a vivir lo suficiente para aguantar la reprimenda? ¿Quién les iba a decir “mentiroso, nunca más me voy a creer nada de lo que me digas”? Pues bien, muchos creyeron el vaticinio. Seguro que si les llegan a hablar de un aparatito que servía para hablar con gente que estaba a miles de kilómetros y que se escucharía tan cerca como si te estuvieran contando un secreto, o de otro aparato que reflejaba unas imágenes de lo que estaba ocurriendo en ese mismo instante en el otro lado del planeta o de una caja que puede hacer operaciones matemáticas a una velocidad vertiginosa y que permite enviar correos en tiempo real, nadie se lo hubiera creído. Qué paradoja, los seres humanos creemos aquello que no va a ocurrir y desechamos aquello que sí ocurrirá.
Esto me lleva a detenerme en una reflexión que no sé si será de esas que no se creen, pero al final ocurren o viceversa. Pensaba en algo que a nivel global es muy importante, y no me lo negarán, que es la JUSTICIA, y también pensaba en esos últimos aparatos que hemos descrito anteriormente y que sin duda ya pertenecen a esta era y a nuestras vidas cotidianas: LOS ORDENADORES.
Que dejen de trabajar como un
ordenador y empiecen a interpretar las leyes
Las computadoras son capaces de hacer muchas cosas, muy rápido y sin equivocarse y esto, digo yo, debemos exprimirlo al máximo. Como de todos es sabido, el ser humano yerra por naturaleza y consiguientemente también yerra en las decisiones que toma. Y cuanto más importante es la decisión que debe tomar y mayores son las consecuencias que acarrea, pues más yerra por la simple ley de Murphy (valiente canalla éste que para las leyes que hizo, lo mismo hubiera estado mejor calladito). Además, cuanto mayor dificultad entraña la decisión, mayor es el tiempo que nos lleva a tomar la decisión y claro, mayor metida de pata (Murphy otra vez).
Y se preguntarán ustedes que a dónde quiero llegar. Pues bien. He aquí el desenlace de esta meditada opinión. He pensado que si introducimos todos los datos necesarios y correctos en un PC, cuando le preguntamos algo, nos contestará de inmediato y sin error posible, ya que es lo que hacen estos aparatos. Esto, pensarán ustedes, ya se utiliza en muchos campos, pero yo estoy pensando utilizarlo en uno muy importante, EL DERECHO PENAL.
Si introducimos toda la información impresa en los libros de penal en el ordenador, entonces, cuando metamos los datos del delito, nos saldrá, inmediatamente impresa, la pena que debemos cumplir. Por ejemplo, si le digo a la computadora que he cometido un delito de asesinato, cómo y cuándo lo hice, el ordenador dictará ipso facto y sin posibilidad de error cuánto tiempo debo estar en la cárcel, cuándo me corresponde el segundo o el tercer grado, la libertad condicional incluso cuántos permisos me corresponden, de cuántos días y cuándo disfrutarlos. Y como las penas siempre bailan entre tantos y tantos años, léase entre 15 y 30, pues el ordenador haría una media aritmética y a los 22 años y seis meses a la calle.
Ahorraríamos así tiempo, cometeríamos cero errores y nos ahorraríamos una pasta en nóminas y demás gastos que la justicia genera y que vendría muy bien para el Estado o para el centro penitenciario (que falta le hace).
Para los que están de acuerdo conmigo en esta reflexión, me alegra haberles abierto los ojos. Para los que no lo estén, que ya me imagino quienes pueden ser, porque opinan que una máquina nunca podrá hacer el trabajo de una persona, que dejen de trabajar como un ordenador y empiecen a interpretar las leyes, que es el trabajo de las personas. Muchas gracias.