Un permiso excelente

Escrito por: Jose Adelino López

Cuatro días de permiso, de jueves a lunes, después de tres años metido en una ratonera de cualquier cárcel de España, ya de vuelta mis compañeros preguntan:

- ¿Cómo lo has pasado? – “De puta madre”, contesto.

Así debiera de haber sido, “mentira”, no puedo ni debo mentirme a mi mismo. Hoy martes después de estos cuatro días intensos recuerdo algo que leí de un poeta que decía en sus poemas: “Hoy puedo escribir mil cosas bellas o mil cosas tristes”.

En una vieja furgonetaEs un dilema, en estos cuatro días he vivido cosas lindas y cosas tristísimas, momentos de emociones y momentos de congoja, ¿con cuál me quedo?, yo me pregunto, ¿les pasará a todos mis compañeros lo mismo que a mí?…, la vuelta a casa, yo me pregunto, ¿a qué casa?, me explico, no todos tenemos casa. Sin ir más lejos, yo no tengo casa. Mis tres hijos tienen casa, mis cuatro hermanos tienen casa, alguno que otro nieto tiene casa, algún cuñado tiene casa, y mis amigos íntimos también tienen casa, ¡Joder, todos mis allegados tienen casa!

Primer día de permiso, todos tus familiares se alegran de verte y te abrazan, y alguno que otro parece alegrarse de tu regreso a casa, ¡Pero a qué casa, si yo no tengo casa!

Segundo día de permiso, saludas a tus familiares que quedaban, todos contentos aparentemente.

En mi última noche de permiso,
ya casi solo y sin amigos

Tercer día de permiso, todos tus familiares trabajan, excusas, pues hoy día con la crisis casi nadie trabaja. Pienso…, son tres días de permiso y nadie me pregunta ¿dónde paras?, esa pregunta me la hago yo mismo, ¿dónde dormir?, tendré que dormir en algún hostal, ¿dónde comer?, porque cuatro días bebiendo y comiendo poco, para no gastar en exceso, con cuatro tapillas te vas sosteniendo.

Llega la noche, y como dice la copla; “Yo no me sé despedir porque ni adonde ir tengo”. Pero nadie me pregunta – si quieres te llevo. Pensarán, mejor no preguntar, me evito el compromiso. ¡Mañana nos vemos!…, y para mis adentros digo que no me echarán de menos.

En mi última noche de permiso, ya casi solo y sin amigos, cerrando todos los bares abiertos, sin dinero a las cuatro de la madrugada, con el frío que hace esta noche, por fin encontré donde dormir, en una furgoneta que estaba abierta y vacía, y no había nadie dentro, tres horas dormí, que me han servido de alimento para escribir cosas bellas.

En estos momentos no las encuentro y las tristes me las guardo en mi alma, y mi familia y amigos que sigan sin saber que ni casa tengo. No lo olviden –puedo escribir mil cosas bellas y tristes al mismo tiempo, pero hoy me las guardo dentro.

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