La actual crisis económica
Aunque la situación actual de crisis económica es generalizada, cada país se ve afectado de diferente forma, tiene distintos problemas y, seguramente, las soluciones a aplicar no tengan que ser iguales.
Xavier Sala i Martín afirma que aunque no hubiera habido crisis internacional, en España habrían aparecido los problemas porque el crecimiento del país estaba basado en un solo sector (el inmobiliario) y, precisamente debido a una situación económica en apariencia boyante, no ha habido un esfuerzo que aumentara la competitividad de nuestra economía.
Este diagnóstico se aleja del punto de vista macroeconómico que es el que habitualmente se adopta en las noticias, en la prensa especializada y en muchas conversaciones y es en él en el que querría insistir.
En primer lugar, se debería tener en cuenta que la actividad económica real (es decir, la llevada a cabo por las empresas, la oferta y demanda de los bienes y servicios, sus precios, sus canales de distribución…) es el sustento de toda economía. Nadie duda de la necesidad y la importancia de la economía financiera, pero a veces puede dar la sensación de que todos los análisis y comentarios se centran en la evolución de la Bolsa, de los tipos de interés o de las primas de riesgo. Por supuesto que son variables a tener en cuenta, pero no en sí mismas, sino para comprender o anticipar cómo van a influir en la economía real. Y sobre todo, los diagnósticos de una situación económica determinada no deberían hacerse tomándolas como la única base para el análisis.
Los bancos han restringido
el crédito a disposición de las empresas
Por otro lado, si en parte el problema de España es la falta de competitividad de sus empresas, la solución pasaría por incrementarla. Y es aquí donde confluyen los problemas microeconómicos y macroeconómicos de la crisis actual. Una posible vía para el incremento de la competitividad sería la aplicación de programas de I+D o las ayudas públicas. Ambas alternativas no parecen viables a día de hoy puesto que los ingresos públicos han disminuido y se está exigiendo, a su vez, una reducción del déficit.
Por otra parte, el aumento de los ingresos públicos por medio de las subidas de los impuestos puede ser una medida que no surta efecto o incluso que podría llegar a ser perjudicial. La razón sería la siguiente: si aumenta el tipo de los impuestos sobre renta o beneficios y éstos disminuyen, no se obtiene el resultado esperado en forma de incremento de la recaudación; si se aumenta el tipo de los impuestos indirectos como el IVA, puede producirse una disminución de la demanda (los consumidores observan precios más altos), con lo cual se recauda más por unidad vendida, pero las ventas totales pueden caer llegando a disminuir la recaudación total.
Por último, los bancos han restringido el crédito a disposición de las empresas, con la consiguiente dificultad para poner en marcha nuevos proyectos o inversiones.
Así visto, el panorama actual puede parecer sombrío, pero no cabe duda de que en parte la solución pasa por la iniciativa privada que busque oportunidades de negocio que no impliquen grandes inversiones, que en el desarrollo de su actividad tenga presente la eliminación de todo gasto superfluo y que sea capaz de ofrecer un producto atractivo para los consumidores, ya sea por su bajo precio, ya sea por sus buenas características.