Escrito por: Jesús Orea

Dos amigos iban por el desierto en busca de aventuras, dándose la mala suerte de que se pierden. Ya por la falta de comida y agua se ponen a discutir, y uno de ellos le da al otro un puñetazo que cae al suelo. Éste lejos de devolverle el puñetazo, sacó un puñal que llevaba en la cintura y escribió en la arena: “Hoy mi amigo me ha dado un puñetazo.”

Siguieron su camino, y al poco tiempo, cansados por la falta de alimento y agua, divisaron a lo lejos un oasis, al cual se dirigieron corriendo, lanzándose al agua para beber y refrescarse. Al mismo que recibió el puñetazo, le dio un calambre y se estaba ahogando. El amigo, aunque sabía nadar poco, intentó por todos los medios salvarle poniendo su vida en peligro, pero al final llegaron a la orilla. Y éste volvió a sacar su puñal, y escribió en una piedra: “Hoy mi amigo me ha salvado la vida.”

Entonces el amigo le preguntó: “¿Por qué escribiste en la arena cuando te di el puñetazo y ahora escribes en la roca, cuando te he salvado la vida?”

El amigo le respondió: “Escribí en la arena cuando me diste el puñetazo porque el viento borrará esa acción tuya contra mi, y no la tendré nunca en cuenta. Y escribí en una piedra que hoy mi amigo me ha salvado la vida, y ni el viento, ni la lluvia, ni el Sol, podrán borrarlo nunca, y eso perdurará por siempre, ya que pusiste tu vida en peligro para salvar la mía.”

Moraleja: Quien tiene un amigo tiene un tesoro.

 * 1º Premio categoría Microrrelato en el Certamen ”Picapedreros” de Poesía, Guión y Microrrelato 2012 para centros penitenciarios